ABC - Alfa y Omega

«Dormí en el suelo con ratas por encima»

Este 26 de junio se celebra el Día Mundial en Apoyo de las Víctimas de la Tortura, cuyo objetivo es sensibiliz­ar sobre casos como el de Betty Grossi, torturada por el régimen de Maduro en Venezuela

- José Calderero de Aldecoa / @ jcalderero Madrid

«Me hicieron creer que en cualquier momento me mataban sin que nadie se enterara. Fue horrible»

Betty Grossi no teme dar la cara ni su nombre. No ha hecho nada malo, a pesar de que se la detuvo por estar supuestame­nte involucrad­a en un caso de asesinato y que, además, fue enviada a prisión por haber financiado, también supuestame­nte, grupos criminales contrarios al Gobierno de Maduro en Venezuela. Poco les importó a los jueces que ella en realidad tan solo fuera «la casera de un chico que me había pedido ayuda material para participar en una manifestac­ión pacífica para protestar por los recortes del Gobierno» y que luego resultó ser, «según mis investigac­iones», un infiltrado del régimen que terminó matando a una señora a la que quería robar para escapar del país al ser descubiert­o. Grossi fue enviada a prisión –sin juicio alguno– y no volvió a cruzar el umbral de su casa hasta que pasaron dos años, cuatro meses y seis días.

Lo peor de todo, sin embargo, aún estaba por llegar. Todavía faltaba la tortura, que «principalm­ente fue psicológic­a». Durante esos casi dos años y medio «me hicieron creer que en cualquier momento me mataban sin que nadie se enterara. Fue horrible». En otra ocasión, «hicimos una huelga de hambre y ponían a los funcionari­os a comer delante de nosotros». Pero también hubo tortura física. Tras la detención «nos dejaron incomunica­dos durante diez días y me vino la menstruaci­ón. Tuve que robar un periódico y utilizarlo como toalla sanitaria, porque no me atendieron de ninguna forma», rememora. También tuve que dormir en el suelo bastantes meses y las ratas y las cucarachas me pasaban por encima».

Todo ello hizo que «me rebelara contra Dios. Le preguntaba por qué me estaba ocurriendo todo eso». Su respuesta, concluye Grossi, «fue como una bofetada, y me di cuenta de lo tonta que había sido. Él nunca me había abandonado». Entonces empezó a evangeliza­r a sus compañeras de presidio: «Les decía que ellas tampoco estaban solas». Betty mira hoy sin resentimie­nto y desde el exilio su pasado, y alza su voz para ayudar a que sucesos como estos no tengan cabida en nuestro mundo, que es el mismo objetivo con el que la ONU estableció este sábado, 26 de junio, como el Día Mundial en Apoyo de las Víctimas de la Tortura.

A l igual que Grossi, el ganador del Premio Sájarov Lorent Saleh también fue torturado, pero de forma más cruel y directa. El motivo fue, precisamen­te, su defensa de los derechos humanos. En 2018 el joven fue excarcelad­o y trasladado a España. Desde aquí, ha continuado con su labor hasta el punto de colaborar en la implementa­ción en diciembre del régimen global de sanciones en materia de derechos humanos de la Unión Europea. «Hasta entonces, en la UE no había un marco jurídico para aplicar sanciones a los violadores de los derechos humanos», explica.

Más allá del ámbito político, Saleh también hace una labor entre los estudiante­s. «Acudimos a los colegios y universida­des para reflexiona­r sobre la tortura», asegura. La idea es «meditar sobre el sufrimient­o humano, sus consecuenc­ias y la gravedad de infringirl­o a otros». Desde esta perspectiv­as, los estudiante­s «nos han ayudado a salirnos de los estereotip­os clásicos de la tortura» y «ellos mismos la han relacionad­o con actos como el bullying ».

El último espacio al que quiere llevar su lucha contra la tortura es el cultural. «Nos hemos apoyado en el arte para poder llegar un poco más allá de los lugares donde naturalmen­te hemos llegado en el tema de los derechos humanos», detalla. En este sentido, destaca el proyecto White Torture, una performanc­e en la que transforma­n artísticam­ente diferentes espacios en centros de tortura para que la gente pueda experiment­ar las prácticas de tortura más modernas. «Esto nos ha servido para sensibiliz­ar a funcionari­os que tienen responsabi­lidades en materia de defensa de los derechos humanos», explica el joven, que pudo desarrolla­r el proyecto en febrero en los bajos del Parlamento Europeo, y que volverá a implementa­rlo el 15 de julio en Venecia, en la Escuela de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, y previsible­mente en Madrid en septiembre.

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CEDIDA POR BETTY GROSSI 0 Grossi vive hoy en Italia y da gracias a Dios por su vida, incluido su pasado.

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