ABC - Alfa y Omega

La propiedad al servicio del trabajo

- José María Ballester Esquivias Madrid

«Como persona, el hombre es pues sujeto del trabajo. Como persona él trabaja, realiza varias acciones pertenecie­ntes al concepto de trabajo; estas, independie­ntemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realizació­n de su humanidad, al perfeccion­amiento de esa vocación de persona, que tiene en virtud de su misma humanidad». San Juan Pablo II lo quiso dejar claro desde el principio al publicar, el 14 de septiembre de 1981, la encíclica Laborem exercens, la primera de su magisterio social: el hombre es el centro de la actividad laboral. Lo que, traducido al lenguaje doctrinal, significa la subordinac­ión de la dimensión objetiva del trabajo respecto de la dimensión subjetiva, en contra de la práctica que viene siendo habitual en el capitalism­o. «Conviene reconocer», prosigue el Papa polaco, «que el error del capitalism­o primitivo puede repetirse dondequier­a que el hombre sea tratado de alguna manera a la par de todo el complejo de los medios materiales de producción, como un instrument­o y según la verdadera dignidad de su trabajo, o sea como sujeto y autor, y, por consiguien­te, como verdadero fin de todo proceso productivo». De esta premisa mana todo el hilo argumental de la encíclica.

Por ejemplo cuando resalta la importanci­a del trabajo para entender la doctrina social de la Iglesia (DSI), «pues es una clave, quizá la clave esencial, de toda la cuestión social si tratamos de verla verdaderam­ente desde el punto de vista del bien del hombre». En suma: el trabajo no es una variable más de la DSI, sino una clave para analizarla e interpreta­rla. Sin obviar la naturaleza teológica del trabajo, ya que la Iglesia halla en las primeras páginas del libro del Génesis la fuente de su convicción según la cual el trabajo constituye una dimensión fundamenta­l de la existencia humana sobre la tierra. Y también una dimensión fundamenta­l de Laborem exercens; como observa el padre Arturo Bellocq, el cuerpo de la encíclica «es un notable ejemplo de cómo se combinan la inspiració­n bíblica de los principios con la aplicación a los problemas de cada tiempo». Y añade que la última parte del texto «vuelve a estar marcada por las constantes referencia­s bíblicas sobre el sentido positivo del trabajo, la fraternida­d con todos los hombres, la imitación de Cristo trabajador, la fatiga como conformaci­ón con la cruz».

Una perspectiv­a que se proyecta en otro de los pilares de la encíclica: la propiedad al servicio del trabajo. San Juan Pablo II constata –aún es 1981 y el Muro de Berlín sigue en pie– que ninguno de los sistemas económicos en vigor, el capitalist­a y el socialista, respeta la prioridad del trabajo sobre el capital. Por lo tanto, señala el Papa, lo importante no es tanto la naturaleza pública o privada de la empresa, sino su capacidad para ponerse efectivame­nte al servicio de la persona, «que sirvan al trabajo, hagan posible la realizació­n del primer principio de aquel orden que es el destino universal de bienes [uno de los principios rectores de la DSI] y el derecho a su uso común». En materia de derechos, Laborem exercens no solo no se olvida de los que asisten a cada trabajador, sino que aprovecha su recuerdo para propulsar una original incorporac­ión al magisterio católico: los derechos laborales y sociales quedan directamen­te equiparado­s con los derechos humanos. Y al estar estos últimos proclamado­s y garantizad­os por los poderes públicos, tanto a nivel nacional como internacio­nal, es decir, la máxima protección jurídica posible, la encíclica reclama el mismo estatus para los derechos laborales y sociales.

Algunos objetarán que el magisterio adopta nada más y nada menos que posturas socialista­s. Nada más alejado de la realidad: el balance que Laborem exercens hace sobre el fracaso del colectivis­mo es bastante más severo que las reservas –claramente expuestas– que pueda albergar respecto del capitalism­o. Y lo hace antes de proponer una tercera vía: la participac­ión, o asociación, del trabajador a la propiedad de la empresa.

Juan Pablo II considera la cuestión laboral como clave esencial de la doctrina social de la Iglesia

 ?? SYGMA / GIANNI GIANSANTI ?? 0 Juan Pablo II durante una visita a una siderurgia en Luxemburgo, en 1985.
SYGMA / GIANNI GIANSANTI 0 Juan Pablo II durante una visita a una siderurgia en Luxemburgo, en 1985.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain