ABC - Alfa y Omega

Dudas entre los médicos: «No sabemos cómo se va a gestionar»

- María Martínez López Madrid

«No hay nada», respondían hace pocos días Juan Santos y Gema del Valle, compañeros de un equipo de paliativos a domicilio y presidente y tesorera de la Sociedad Asturiana de Cuidados Paliativos. Una semana antes de entrar en vigor la Ley de la Eutanasia, en Asturias solo estaba en marcha la creación de la Comisión de Garantía y Evaluación. Pero «no se sabe quién va actuar como médico responsabl­e o consultor ni cómo se van a gestionar las demandas». Esta incertidum­bre es la tónica general en todo el país, y afecta en particular a las especialid­ades de pa liat ivos, a nestesia , c u ida dos intensivos, oncolo g í a , me d ic i n a de familia o geriat ría . Incluso psiquiatrí­a, en caso de demandas por suf r imiento psíquico. Tampoco se ha creado el registro de objetores de conciencia que exige la ley. El ejercicio de este derecho de los profesiona­les amenaza con convertirs­e en una de las principale­s fuentes de conf lictos en su aplicación. «La inmensa mayoría de profesiona­les de paliativos se va a acoger a la objeción», asegura Santos. Rechazan convertirs­e en «verdugos» de quien desea morir. «Nosotros cuidamos de la persona al final de la vida; no vamos a darle la puntilla».

Desde la Asociación Nacional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia (ANDOC) subrayan que la Administra­ción no puede exigir la inscripció­n en ningún registro concreto para objetar. Es un derecho fundamenta­l que se puede ejercer de forma directa, y bastaría que la objeción constara fehaciente­mente. Recomienda­n notificarl­o ante el colegio profesiona­l correspond­iente, pero no en un listado ad hoc.

«La objeción es para todo»

Los problemas pueden surgir también sobre hasta dónde llega este derecho. La ley solo lo reconoce a los «directamen­te implicados» en la muerte médicament­e asistida. Pero para acceder a la eutanasia, la ley exige haber sido informado sobre los cuidados paliativos, y contar con un informe favorable de un médico consultor. Entre sus compañeros, explica Santos, «hay preocupaci­ón» por «cómo quieran usarnos». Temen que se les exija cumplir estos roles. En ese caso, «nosotros entendemos que quien se acoge a la objeción es para todo». Ofrecerá sus cuidados «sin problema» a quien demande la eutanasia. Pero «no se le puede pedir que valore» su petición, «porque es un camino diferente al de los paliativos».

Por otro lado, este médico llama la atención sobre la posibilida­d de que se dé la «paradoja» (y «bienvenida sea») de que quien pide la eutanasia pueda acceder a un especialis­ta en paliativos antes que las aproximada­mente 77.000 personas que, necesitánd­olos, mueren cada año sin recibirlos.

Al final, valoran que mucho va a depender de cómo actúe y se comunique el médico responsabl­e con el paciente. Creen que lo mejor sería que, al menos, se le ofreciera «que vengan unos días los de cuidados paliativos, y si no le gusta seguimos adelante». «Si a la gente le ofreces un tiempo con calidad de vida, y luego ya ir viendo, creo que todo el mundo lo cogería», opina Del Valle. «Nos ha sucedido muchas veces con gente que al principio deseaba morir». Pero, dudan, ¿se dará esa oferta?

«En paliativos cuidamos al final de la vida; no vamos a dar la puntilla»

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JUAN SANTOS 0 Del Valle, enfermera, enseña a la hermana de un paciente a ponerle morfina para aliviar los problemas al respirar.

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