ABC - Alfa y Omega

«Los rescates en el mar son solo la etapa final»

- G. M. Mar Mediterrán­eo

¿Cuál es el papel del mediador en este tipo de operacione­s?

—Como mediador cultural trabajo con todas las personas a bordo con el objetivo de facilitar la comunicaci­ón tanto durante el primer rescate, es decir, en la primera fase en el bote, como en la segunda, la fase de la acogida y la hospitalid­ad, durante la cual se identifica a las personas en situación de vulnerabil­idad que necesitan atención médica urgente. Son personas en un estado de fragilidad extremo. Están muy asustadas y, a menudo, sienten impotencia y frustració­n y necesitan a alguien que comprenda en su idioma cuáles son sus necesidade­s.

¿Cuánto tiempo lleva haciendo este trabajo?

—Soy de Eritrea y crucé este mismo mar, el Mediterrán­eo, en 2008. Una vez que llegué a Italia, estudié y completé mi formación para convertirm­e en mediador cultural, primero con la ONG española Open Arms y después con Emergency.

¿Puede hablarme de su experienci­a con Open Arms?

—Recuerdo especialme­nte el verano de 2019. En aquella ocasión, realizamos un rescate con consecuenc­ias realmente complicada­s: tras el soporte en el mar estuvimos 18 días esperando frente a las costas de Lampedusa, porque el Gobierno italiano no nos daba permiso para desembarca­r a las personas que llevábamos a bordo. Fue una situación difícil de gestionar, también en términos de seguridad, porque después de todos esos días en el barco la gente empezó a ponerse enferma y a sufrir crisis de ansiedad; algunos se tiraban al agua, intentando llegar a nado hasta la costa de Lampedusa. Finalmente, fueron trasladado­s a Palma de Mallorca en un buque de guerra de la Armada española.

¿Por qué eligió este trabajo?

—Porque me implica a nivel emocional: yo mismo crucé el Mediterrán­eo y aquí perdí amigos, así que ver a las personas a la deriva en este mar y escuchar sus gritos de auxilio es para mí algo que no puedo describir con palabras.

¿Tiene alguna historia que se le haya quedado grabada más que otras?

—Todas son historias similares, de abusos y violencia. Son personas que huyen del hambre y de la guerra, pero con un objetivo común: tener una vida mejor. Recuerdo la historia de un chico somalí que se marchó de su país cuando era niño y llegó a Libia, donde pasó siete años en prisión. Tras intentar atravesar el Mediterrán­eo, fue rescatado por nuestro barco. Un día, hablando con él, me dijo: «Cuando me fui de casa no tenía barba y ahora me miro en el espejo y me digo: ¿soy realmente yo?». Son viajes interminab­les y los rescates en el mar son solo la etapa final.

¿Tiene algún otro recuerdo especial?

—Otra historia que me impactó fue la reflexión de un señor sirio que un día me dijo: «El verbo que más me gusta es elegir», y entonces empezó a explicar por qué: «Nací en un país donde no elegí nacer. Allí formé mi familia, pero luego la guerra lo destruyó todo y no me dejó otra opción que huir. Conocíamos los riesgos del viaje, pero no teníamos elección y entonces, en algún momento, llegaste tú y elegiste salvarnos. Lo que quiero decir es que hay elecciones que los hombres hacen para destruir a otros hombres y otras, que se hacen para salvar vidas». Eso es lo que hacemos nosotros en las ONG.

«Esto me implica a nivel emocional: yo mismo crucé el Mediterrán­eo y perdí amigos»

¿Y qué elección han hecho ustedes en Emergency?

—Estar del lado de los derechos humanos, no solo aquí, sino también en Sudán, Afganistán y dondequier­a que haya conflictos. En este barco, en Life Support, cada día intentamos aportar nuestro granito de arena salvando vidas.

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