500 euros por una cita en la oficina de asilo
Maikol viene de un régimen americano marcado por la persecución políticaylasviolacionesdederechos humanos que prefiere que no sea revelado. Una vez en España, tras meses a la espera de una cita para solicitarproteccióninternacional,sevio obligado a hacer una transferencia a un desconocido para conseguirla.
«Hay un grupo de personas que saca estos turnos, un amigo te pasa su número, pagas y te lo resuelven», explica. Los precios han escalado durante los últimos meses «y una amiga que lo sacó hace no mucho pagó 500 euros». «No conozco a nadie que lo haya conseguido por vía normal», lamenta.
Muyasupesar,reconocequealguna vez ha deslizado este contacto a algún compatriota en un apuro, porque«cuandollegasconlojustodesde tupaís,tienesquesaliradelante».En su experiencia, pagar por la tarjeta roja «es lo más rápido» para «conseguir un NIE que te permita trabajar» o abrir legalmente una cuenta bancaria.
Una vez acordado el precio, «te llegaalcorreoelturnoparalaoficinade asilo».Después,sehacelatransferencia al facilitador con el que jamás se intercambia una palabra, en todo caso algún WhatsApp. «Si no pagas, te cancelan la cita», cuenta Maikol, quien advierte de las posibles represaliasdeestegrupode«crimenorganizado»formadopor«gentepeligrosa que busca toda forma de colarse por el hueco de una aguja».
Elena Muñoz, coordinadora estatal del servicio jurídico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), confirma que «algunos solicitantes nos dicen que han compradolacitaenWallapopoMilanuncios». Cada vez que les hablan de un caso así, piden que «nos envíen el pantallazo y lo comunicamos al Ministerio del Interior para que hagan las investigaciones oportunas». «Es unailegalidadrevenderunacitagratuita», sentencia.
Su recomendación a los potenciales beneficiarios de protección internacional, pese a los apuros que sufran, es que no paguen por estos turnos, porque es así como «alimentamos que no haya». «Si es un negocio lucrativo, siempre va a estar capturado por organizaciones que seaprovechandelavulnerabilidad».
Una de las estrategias que esta técnicodeCEARseñalaparasortear la escasez de citas es dejar constanciadesdeelprimerdíadesubúsqueda y no confiar solo en las citas telefónicas raramente respondidas ni las que se consiguen por internet, en una página permanentemente colapsada. «Que se presente por escrito en un registro público», encarga. Así, «si no se obtiene una respuesta, podemos poner una queja ante el Defensor del Pueblo» y recurrir a la «inactividad de la Administración».
Cristina Fuentes, coordinadora de Investigaciones de la Fundación porCausa, recuerda que «siempre que hablamos de migración hablamos de urgencia; necesitan arreglar los papeles para ya». Fuentes revela queloscasosseñaladosporMaikoly Elena Muñoz, que antaño sucedían solo en ciudades como Madrid, Sevilla o Granada, «en muchos consulados se ha hecho bastante más extensible». De hecho, denuncia malas prácticasenelpasado«tantoenelde Venezuela como en el de Afganistán, dondelosfuncionarioscobrabanuna mordida por adelantar la posición» de sus conciudadanos para conseguir la nacionalidad española. Otras veces, personas de estos países que sabían cómo realizar estos trámites «hacían cola, conseguían turno y vendíansusitio»aotrosparticulares de su nacionalidad, apunta.
Fuentes diagnostica que «el pillaje existeporelvacíoadministrativo»en laatribucióndelosturnosapersonas indocumentadas, lo que impide que sean «a título nominal». Para combatirlo exige, aparte de aumentar la oferta y rapidez con la que se tramitan, que «en la primera acogida haya traductoresyunserviciojurídicoque seanmásgarantistas»yasícortarlas alas a los criminales que se aprovechandelanecesidadajenaparahacer negocio.
Ante la escasez de turnos para regularizar la situación de migrantes, hay quien los vende hasta por Wallapop