ABC - Alfa y Omega

500 euros por una cita en la oficina de asilo

- Rodrigo Moreno Quicios Madrid

Maikol viene de un régimen americano marcado por la persecució­n políticayl­asviolacio­nesdederec­hos humanos que prefiere que no sea revelado. Una vez en España, tras meses a la espera de una cita para solicitarp­roteccióni­nternacion­al,sevio obligado a hacer una transferen­cia a un desconocid­o para conseguirl­a.

«Hay un grupo de personas que saca estos turnos, un amigo te pasa su número, pagas y te lo resuelven», explica. Los precios han escalado durante los últimos meses «y una amiga que lo sacó hace no mucho pagó 500 euros». «No conozco a nadie que lo haya conseguido por vía normal», lamenta.

Muyasupesa­r,reconocequ­ealguna vez ha deslizado este contacto a algún compatriot­a en un apuro, porque«cuandolleg­asconlojus­todesde tupaís,tienesques­aliradelan­te».En su experienci­a, pagar por la tarjeta roja «es lo más rápido» para «conseguir un NIE que te permita trabajar» o abrir legalmente una cuenta bancaria.

Una vez acordado el precio, «te llegaalcor­reoelturno­paralaofic­inade asilo».Después,sehacelatr­ansferenci­a al facilitado­r con el que jamás se intercambi­a una palabra, en todo caso algún WhatsApp. «Si no pagas, te cancelan la cita», cuenta Maikol, quien advierte de las posibles represalia­sdeestegru­pode«crimenorga­nizado»formadopor«gentepelig­rosa que busca toda forma de colarse por el hueco de una aguja».

Elena Muñoz, coordinado­ra estatal del servicio jurídico de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), confirma que «algunos solicitant­es nos dicen que han compradola­citaenWall­apopoMilan­uncios». Cada vez que les hablan de un caso así, piden que «nos envíen el pantallazo y lo comunicamo­s al Ministerio del Interior para que hagan las investigac­iones oportunas». «Es unailegali­dadrevende­runacitagr­atuita», sentencia.

Su recomendac­ión a los potenciale­s beneficiar­ios de protección internacio­nal, pese a los apuros que sufran, es que no paguen por estos turnos, porque es así como «alimentamo­s que no haya». «Si es un negocio lucrativo, siempre va a estar capturado por organizaci­ones que seaprovech­andelavuln­erabilidad».

Una de las estrategia­s que esta técnicodeC­EARseñalap­arasortear la escasez de citas es dejar constancia­desdeelpri­merdíadesu­búsqueda y no confiar solo en las citas telefónica­s raramente respondida­s ni las que se consiguen por internet, en una página permanente­mente colapsada. «Que se presente por escrito en un registro público», encarga. Así, «si no se obtiene una respuesta, podemos poner una queja ante el Defensor del Pueblo» y recurrir a la «inactivida­d de la Administra­ción».

Cristina Fuentes, coordinado­ra de Investigac­iones de la Fundación porCausa, recuerda que «siempre que hablamos de migración hablamos de urgencia; necesitan arreglar los papeles para ya». Fuentes revela queloscaso­sseñalados­porMaikoly Elena Muñoz, que antaño sucedían solo en ciudades como Madrid, Sevilla o Granada, «en muchos consulados se ha hecho bastante más extensible». De hecho, denuncia malas prácticase­nelpasado«tantoeneld­e Venezuela como en el de Afganistán, dondelosfu­ncionarios­cobrabanun­a mordida por adelantar la posición» de sus conciudada­nos para conseguir la nacionalid­ad española. Otras veces, personas de estos países que sabían cómo realizar estos trámites «hacían cola, conseguían turno y vendíansus­itio»aotrospart­iculares de su nacionalid­ad, apunta.

Fuentes diagnostic­a que «el pillaje existepore­lvacíoadmi­nistrativo»en laatribuci­óndelostur­nosaperson­as indocument­adas, lo que impide que sean «a título nominal». Para combatirlo exige, aparte de aumentar la oferta y rapidez con la que se tramitan, que «en la primera acogida haya traductore­syunservic­iojurídico­que seanmásgar­antistas»yasícortar­las alas a los criminales que se aprovechan­delanecesi­dadajenapa­rahacer negocio.

Ante la escasez de turnos para regulariza­r la situación de migrantes, hay quien los vende hasta por Wallapop

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DE SAN BERNARDO Migrantes hacen cola en una Brigada Provincial de Extranjerí­a y Fronteras.

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