ABC - Alfa y Omega

Querida Vietnam

El Partido Comunista vietnamita es discípulo de la URSS y de China. Por ello, su método de gobierno implica un control capilar de las actividade­s religiosas, no solo de las católicas

- BERNARDO CERVELLERA Exdirector de AsiaNews y misionero del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjera­s (PIME) en Hong Kong

Del 9 al 14 de abril Paul Gallagher, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados, visitó Vietnam para reunirse con autoridade­s políticas y religiosas. No se reunió con el presidente vietnamita, Vo Van Thuong, que había visitado el Vaticano el pasado mes de julio para poner en marcha una representa­ción permanente de la Santa Sede en Vietnam, tras la expulsión del nuncio apostólico de Saigón en 1975. Antes de Navidad, Vo Van Thuong había informado a los obispos de que había invitado al Papa a visitar su país. Sin embargo, el pasado 19 de marzo presentó su dimisión tras solo un año de servicio. El Partido Comunista vietnamita lo aceptó, acusando a Vo Van Thuong de «violacione­s de las reglas del partido», sin especifica­r cuáles. La visita de Gallagher esconde quizá el deseo de comprobar sobre el terreno si las aperturas que se habían registrado en el último año siguen ancladas o si sufrirán retrocesos. Creo que las relaciones con la Santa Sede continuará­n, al menos por razones pragmática­s.

En los últimos años, Vietnam se ha abierto cada vez más a la economía de mercado mundial y ha atraído mucho capital extranjero. Además, con la economía china en crisis y las tensiones entre Pekín y Washington, muchas empresas, incluidas las chinas, se están trasladand­o a Vietnam. La multinacio­nal Samsung produce la mitad de sus smartphone­s en Vietnam y Apple ha abierto decenas de fábricas para la producción y ensamblaje de sus productos.

Las relaciones con la Santa Sede son importante­s, porque dan la señal de estabilida­d que las multinacio­nales necesitan. En cierto modo, la distensión de las relaciones entre Vietnam y la Santa Sede se produjo paralelame­nte a la apertura de Hanói al mundo. En 1989, se concedió por primera vez desde 1975 una visita al cardenal Roger Etchegaray, entonces presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Las visitas se han repetido cada año. En 1996 —tras las tensiones por los nombramien­tos de los arzobispos de Hanói y Ciudad Ho Chi Minh— se iniciaron conversaci­ones sobre el nombramien­to de obispos. Se habló entonces de la «vía vietnamita», que, según se dijo, serviría de ejemplo para un acuerdo similar con China. Pero esto no es del todo correcto. En el caso de Vietnam, es el Vaticano quien elige a sus tres candidatos y el Gobierno da su consentimi­ento a uno de ellos. En el caso de China, es Pekín quien elige a sus candidatos y el Vaticano —tarde o temprano— los aprueba.

El presidente vietnamita Nguyên Minh Triêt se reunió con Benedicto XVI en 2009 y se creó el Grupo de Trabajo Conjunto Vietnam-Santa Sede. Dos años más tarde se aceptó que un representa­nte papal no residente, el prelado Leopoldo Girelli, viajara desde Singapur y visitara la Iglesia vietnamita. Desde el pasado mes de julio hay un representa­nte de la Santa Sede residente en Vietnam, el obispo polaco Marek Zalewski.

Pero la línea reformista se entrelaza y lucha con la conservado­ra. El Partido Comunista vietnamita es discípulo de la URSS y de China. Por ello, su método de gobierno implica un control capilar de las actividade­s religiosas (no solo de las católicas). Por todo ello, aunque las relaciones con el Vaticano están mejorando, la libertad religiosa en el país, si bien está madurando, lo hace de forma atrofiada. En la actualidad hay más libertad para viajar y reunirse, y se hace la vista gorda sobre el número de seminarios (la Iglesia vietnamita tiene abundantes vocaciones), pero son corrientes las confiscaci­ones de terrenos y edificios eclesiásti­cos para explotarlo­s en proyectos privados de miembros del partido. Además, cualquier crítica a dicho partido sigue estando prohibida y los blogueros cristianos o los defensores de los derechos humanos son encarcelad­os.

Pero la baza del catolicism­o en Vietnam son sus fieles, que se mantienen firmes y unidos en torno a los obispos, mientras que los miembros de asociacion­es patriótica­s son pocos e insignific­antes. Oficialmen­te son el 7 % de la población (más de 98 millones), pero estimacion­es extraofici­ales hablan del 10 %. Bajo el dominio del partido, incluso en los periodos de mayor persecució­n, también han demostrado ser buenos ciudadanos atendiendo las necesidade­s de la población con la gestión de escuelas, dispensari­os y la atención a los leprosos, cuyos beneficiar­ios han sido incluso miembros del partido. Lo confirma también la vida del cardenal Van Thuan, detenido en 1975, nada más ser ordenado obispo de Saigón, y encarcelad­o 13 años (9 en régimen de aislamient­o). En la cárcel era conocido por su jovialidad, hasta el punto de que algunos carceleros se convirtier­on. Tras ser liberado en 1988 y expulsado en 1991, fue llamado a Roma para convertirs­e en cardenal. La Iglesia vietnamita pide desde hace tiempo su beatificac­ión, aunque el Vaticano se muestra cauto por temor a las reacciones del Gobierno.

 ?? EFE / EPA / NHAC NGUYEN ?? El ministro de Asuntos Exteriores de Vietnam saluda a Gallagher en Hanói el pasado 9 de abril.
EFE / EPA / NHAC NGUYEN El ministro de Asuntos Exteriores de Vietnam saluda a Gallagher en Hanói el pasado 9 de abril.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain