Cobo pide «pasos sosegados pero firmes» hacia una Iglesia sinodal
El arzobispo de Madrid ha escrito una carta pastoral en la que aboga por avanzar con «claridad para dar a toda persona el espacio de responsabilidad que le es debido»
Finalizada la Octava de Pascua y a la espera de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, ha escrito a los fieles de Madrid una carta pastoral, titulada La Pascua de los discípulos, en la que invita a «hacernos caer en la cuenta de este momento» que vive la Iglesia y llevarlo a la reflexión compartida en «los órganos sinodales que estamos impulsando como consejos, coordinadoras de pastoral o delegaciones». Las «pistas» que ofrece la carta «bien nos pueden preparar para acoger las líneas de lospróximoscursos,puesquierenapuntar las bases de nuestra identidad como discípulos».
La Pascua, explica el arzobispo en la misiva, es escuchar la Palabra de Dios. EnlaVigiliaPascual«fuimosleyendoen la liturgia de la Palabra todo lo que Dios hahechopornosotros».UnDiosque«no nos somete, nos libera; no nos obliga, nos ama; no nos quita nada ni nos priva de nada bueno, nos hace grandes regalos». La Pascua es también «entrar en la corriente salvadora del Amor» de Dios, que «pone todo su empeño en buscar a los pobres, los excluidos, los pecadores […] y en identificarse con ellos». Junto a ello, «cada Pascua es un tiempo nuevo, una ocasión para renacer de nuevo y sacar de la fuente del Bautismo el agua nueva para cada momento de la vida». Por el Bautismo, «los que nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a sumuerteyasugloria»,yesteBautismo «nos coloca en una vocación». «El Espíritu Santo —continúa— nos acompaña para descubrirla y nos capacita para vivirla».SiendotestigosdelpasodelResucitadoporlavidadecadaunoyacogiendo «de forma renovada el Bautismo que recibimos», el arzobispo de Madrid anima en «esta etapa de la vida diocesana» a«abrirnosdeformaespecialaredescubrir» la vocación laical y «ahondar» en ella—«enmomentosposterioresiremos ahondando en otras»—. En este sentido, subraya que «el laicado tiene una entidad propia y singular desde el mismo Bautismo y así queremos acogerlo y ver quéconsecuenciastieneenlavidadelas parroquias y las comunidades».
Preguntas para la reflexión
Tras introducir la cuestión de la llamada laical, el cardenal Cobo abre un segundo gran bloque en el que, siguiendo el hilo conductor de la carta, invita a la reflexión personal y en grupo. La Iglesia determina que «los laicos son llamados a vivir su fe en las realidades temporales, como son la familia, el trabajo, la política, la cultura y la sociedad en general». «Su papel es fundamental —enfatiza— para la evangelización y la transformación de las estructuras sociales a la luz del Evangelio». El arzobispodeMadridrecalcaque«sercristiano es ser ungido como Cristo» y «en estos momentos concretos de la vida de la Iglesia en Madrid, creo que profundizar en este aspecto es prioritario». Alude el cardenal a «seguir creciendo en el discipulado y en la llamada a la santidad» expresando la condición bautismal del laico en tres ejes: discípulo de Cristo, miembro corresponsable de la Iglesia y «constructor del Reino de Dios desde la coherencia y la santidad de vida».
Es cierto, apunta el arzobispo, que «todos somos llamados pero no para ir en solitario». Guiados y sostenidos por Cristo,laIglesiaeselPueblodeDios,«un puebloenmarcha,unacomunidadviva, activa» que no se «agota en nuestras comunidades cristianas o parroquias». «La diócesis es la comunidad eclesial básica de comunión», apostilla. El caminar de la Iglesia es «en sinodalidad». Enestesentido,sostieneque«enunacomunidad eclesial de hombres y mujeres quesereconocencomoiguales»,«seguimos necesitando diversos liderazgos», entre los que se encuentran la «toma de decisiones». Por eso, defiende, «resulta imprescindible revitalizar los órganos de toma de decisiones, los consejos y los espaciosdediálogoydiscernimiento».A su vez, «debemos avanzar con claridad para dar a toda persona —también a las mujeres— el espacio de responsabilidad que le es debido como bautizada en comunidad». Esto servirá para dar pasos «sosegadosperofirmes»haciaunaIglesia más sinodal.
En la carta, el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española anima, en esta Cincuentena pascual, a acudir a los Hechos de los Apóstoles y a esa «incesante actividad misionera» de la Iglesia primitiva «que la hacía crecer y asimilarse poco a poco a la vida y presencia de Cristo». Sobre esto versan algunas de las muchas preguntas que el arzobispo de Madrid plantea en la carta, por ejemplo, «¿cómo ayudar desde mi vida cristiana a que nuestra diócesis responda a la misión que Cristo le da?». Lasreflexiones,trabajadasen«vuestros grupos, comunidades o parroquias», pideelcardenalqueseentreguenporescrito al vicario territorial, a los párrocos y al consejo pastoral. «Desearía que los mismosconsejosdepastoralpuedanconocer esta carta y reflexionar sobre las preguntas».Cartacompletaen
«Es imprescindible revitalizar los órganos de toma de decisiones, los consejos y los espacios de diálogo»