Esperanza para el sufrimiento psicológico
Este año la Pascua del Enfermo invitó a acompañar a las personas que están especialmente desesperanzadas. Los religiosos José Antonio y Conxita son ejemplos de esta escucha día a día
«¿Por qué me pasa a mí? Solo soy una cargaparamishijos»,selamentabauna mujer enferma en un hospital psiquiátricodeMadrid.Laescuchabalahermana Conxita Gómez, religiosa benedictina, que comparte con Alfa y Omega su experiencia de acompañamiento espiritual. «Poco a poco, esta mujer se dio cuenta de que el cuidado que le estaban dandosushijosselohabíadadoellamucho antes», explica Gómez. «Pasó de la congoja al agradecimiento y entendió que debía dejarse cuidar en su enfermedad». La misma mujer que se hacía esaspreguntaseralaqueencontrabalas respuestas. Sin que ella guiara ni diera consejos,sinningunearnitrivializarsu dolor; «es el otro quien hace su camino y tú solo le ayudas a contestarse esas preguntas para que la persona pueda vivir en paz», dice Gómez, que actualmente investigasobreelroldelaespiritualidad en contextos sanitarios.
El pasado domingo la Iglesia celebraba la Pascua del Enfermo, una jornada en la que los obispos han mostrado su preocupación «por quienes padecen diversas formas de sufrimiento psicológico». En un mensaje, invitaron a reflexionar sobre un tema «particularmente urgente» como es el aumento del consumodeansiolíticosennuestropaís y la necesidad de «acompañamiento de tantas personas que padecen tristeza, pena, desánimo o ansiedad».
Gerardo Dueñas es subdelegado episcopal de Pastoral de la Salud de la archidiócesis de Madrid y responsable de un grupo de trabajo sobre salud mental dentro de la conferencia episcopal, y alerta sobre el terrible récord de autolesiones y suicidios de personas que no encuentran motivos para levantarse. «El acompañamiento espiritual dentro delcuidadointegralhadeabordartodas sus dimensiones», apunta.
«Cuandotesorprendeestesufrimiento o la enfermedad, las crisis de fe y las necesidades son más profundas», afirma Gómez. «Y precisamente ahí es donde la escucha es vital». Esta experiencia tambiénescompartidaporJoséAntonio Sánchez, un sacerdote de 83 años adscrito a una parroquia madrileña. En sus más de 50 años visitando enfermos de forma parroquial y casa por casa, asegura
que ha podido poner rostros concretosa«gentemaravillosaysufriente», algo que califica como «contracultural» porque no encaja con los estándares sociales. «Noto cada vez más que la familia puede ser motivo de tristeza, pero también la que más acompañe», porque ese desánimo y depresión llegan por no sentirse queridos, acompañados y comprendidos. Para él, al estar con estas personas desesperanzadas muchas veces las palabras sobran y cobran más sentido los gestos, las miradas y la expresión no verbal. «Para acompañar es preciso permanecer», reflexiona Dueñas. «Y esto se traduce en hogar, familia, casa, lugar de intimidad. Estar dondenadiequiereestarypermanecerahí».
Sin embargo, en el marco de esta Pascua del Enfermo, los obispos también apuntan a buscar las «causas y modos de acompañar a estas personas». Porque, según José Antonio Sánchez, no se nos educa para la escucha, «porque implica humildad y pasar a un segundo plano, donde la otra persona es lo importante». Conxita Gómez resalta el impacto que pueden tener asimismo las guerras, las crisis económicas o las exigenciassociales.«Ahoraquierenque seas la mejor versión de ti misma, pero apoyándote solo en ti misma». Frente a esto, «nuestro papel es regar la esperanza porque los mensajes que recibimos día tras día son terribles», asegura.
Enlaexhortaciónapostólica Evangelii gaudium,elPapaFranciscoinvitaaque, en medio de esa tristeza, permitamos «que la alegría de la fe comience a despertarse». Conxita Gómez y José Antonio Sánchez son un ejemplo de ello, descalzándose y reconociendo a Cristo en cada rostro sufriente. «Tenemos que ir descubriendo horizontes de esperanza y saber ver, también en las dificultades, ese punto de luz en mitad de la noche», sostiene la religiosa.