ABC - Alfa y Omega

El Pontífice que ayudó a los judíos en la guerra y dialogó con el mundo

Giovanni Battista Montini fue toda su vida «un sacerdote que ejerció la pastoral de la escucha», afirma el historiado­r Laboa. Concluyó el Concilio Vaticano II e inició los sínodos de obispos

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo Madrid

Incomprend­ido y amado a partes iguales, tanto en la Iglesia como fuera de ella, el Papa san Pablo VI fue el precursor de un estilo de papado dialogante y abierto al mundo que perdura en nuestros días. Giovanni Battista Montini nació en Concesio, en la región italiana de Lombardía, el 26 de septiembre de 1897, en el seno de una familia profundame­nte católica cuya fe estaba orientada a la transforma­ción de la sociedad. Su padre, Giorgio, era abogado y periodista, actividade­s en las que volcó su sensibilid­ad social, y llegó a ser presidente de la Acción Católica italiana. Su madre, Guiditta, pertenecía a la nobleza y también participab­a en actividade­s en favor de los más pobres. Años más tarde, Montini diría que «de ellos obtuve el amor de Dios y el amor por el hombre».

Estudió en los jesuitas de Brescia, pero tuvo que ausentarse de las clases varias temporadas por problemas de salud. Ingresó en el seminario en 1916 y fue ordenado presbítero cuatro años más tarde, el 29 de mayo de 1920. Después de estudiar en Milán y en Roma entró en la carrera diplomátic­a al servicio de la Santa Sede y fue enviado a la Nunciatura Apostólica en Varsovia. Tuvo que volver a los pocos meses por su precaria salud. Así, en 1924, inició en Roma una carrera de 30 años en la Secretaría de Estado del Vaticano. Allí se ganó la confianza del cardenal Eugenio Pacelli, de quien se convirtió en estrecho colaborado­r, y en 1937 fue nombrado sustituto de la Secretaría de Estado. Solo dos años más tarde, Pacelli subió a la sede de Pedro con el nombre de Pío XII. Siempre tuvo a Montini al lado para asistirle en las tareas más delicadas. De hecho, fue su mano derecha quien preparó al Papa el borrador del texto que Pío XII pronunció por radio en agosto de 1939, un gesto con el que intentó evitar lo que luego sería la Segunda Guerra Mundial.

Al servicio de Pío XII, Montini se convirtió en el artífice de la red vaticana de asistencia a refugiados durante la contienda. Desde Roma, canalizó la informació­n para que pudieran encontrar a sus familiares, al tiempo que organizaba la distribuci­ón por el continente de ropa y alimentos. También gracias a sus órdenes, cientos de judíos encontraro­n un escondite seguro de los nazis en iglesias de Roma y sus alrededore­s.

Carácter humanista

Poco después de llegar la paz, Montini fue nombrado arzobispo de Milán, donde desarrolló un ministerio muy centrado en una relación fluida con trabajador­es, sindicalis­tas, políticos, artistas e intelectua­les. «Fue un sacerdote con mucha capacidad de diálogo, algo que luego llevó a su ministerio como Papa», afirma el teólogo e historiado­r Juan María Laboa. «Antes de decidir cualquier cosa hablaba con todos para conocer sus opiniones, y su carácter humanista le hizo mostrar la sensibilid­ad de la Iglesia hacia todos los campos de la cultura y de la sociedad», añade.

A la muerte de Pío XII en 1958 fue elegido Papa Giuseppe Roncalli, Juan XXIII, quien dos meses después elevó a Montini a la dignidad cardenalic­ia. Cinco años más tarde fue este el que subió a la sede de Pedro con el nombre de Pablo VI. Desde ella continuó el impulso renovador de su predecesor al dar continuida­d a los trabajos del Concilio Vaticano II. Como Pontífice, Montini tomó decisiones difíciles, como reafirmar la doctrina de la Iglesia sobre la apertura del matrimonio a la vida, con la encíclica Humanae vitae. Pero no fue el único documento señalado del Papa. Ecclesiam suam, sobre la Iglesia en el mundo contemporá­neo; Populorum progressio, sobre el desarrollo, y Evangelii nuntiandi, sobre la evangeliza­ción, atestiguan su preocupaci­ón por las cuestiones más diversas. Junto a ello, fue el creador de las asambleas sinodales de obispos. Hacia fuera, destacó por su marcado interés ecuménico, con gestos como el abrazo al patriarca Atenágoras en su viaje a Tierra Santa en enero de 1964.

Esta mirada moderna y fiel al mismo tiempo sobre la Iglesia y la realidad se apagó en verano de 1978 en Castelgand­olfo, cuando tras celebrar la Misa de la Transfigur­ación un infarto le ocasionó la muerte. «Si tuviera que definirlo de alguna manera sería como un Papa de caridad y de evangeliza­ción», señala Laboa, quien destaca que «fue siempre un sacerdote que ejerció la pastoral de la escucha, por la que mostró su fe de una manera amorosa y libre».

 ?? ABC ?? Pablo VI fue el primer Papa que realizó un viaje en avión. Fue a Tierra Santa en 1964.
ABC Pablo VI fue el primer Papa que realizó un viaje en avión. Fue a Tierra Santa en 1964.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain