A LAS PUERTAS DE LA REVOLUCIÓN
El doctor Gary Schwartz dice acerca de su investigación sobre las anomalías de la conciencia: «Ni siquiera en los mejores momentos económicos, las fuentes convencionales de financiación –como la National Science Foundation o los
National Institutes of Health (y ambos han financiado mi investigación convencional en el pasado)– están abiertas a apoyar esta investigación que es polémica y supone un desafío». De manera parecida, el doctor Dean Radin afirma que este campo «supone un desafío para el núcleo mismo de los presupuestos de la ciencia, y no es fácil recaudar fondos para desafiar un statu quo poderoso». ¿Y si grandes fundaciones, como la
Bill & Melinda Foundation, donasen incluso una pequeña fracción de sus miles de millones de dólares para estudios relacionados con la conciencia? ¿No valdría la pena, para todos nosotros, explorar más plenamente la naturaleza de nuestra existencia? Las consecuencias podrían transformar la sociedad. Parece que ahora es el momento de que las organizaciones filantrópicas reconozcan que estamos en el umbral de la siguiente revolución científica. No tendrá lugar sin la financiación adecuada. En este sentido, el ganador del Premio Nobel de Física, Max Planck, observó: «Una nueva verdad científica no triunfa convenciendo a sus oponentes y haciéndoles ver la luz, sino más bien porque sus oponentes finalmente mueren». Por simple que parezca, Planck realizó una observación astuta. Con el tiempo, algunos de los científicos más contrarios a las ideas expuestas en este libro ya no estarán vivos. Tienen buenas razones para aferrarse a sus teorías: para aceptar un nuevo paradigma tendrían que admitir que estaban equivocados. Algunas personas no están dispuestas a recibir un golpe así en el ego. Sin duda corresponde a las generaciones más jóvenes avanzar en la exploración de estos temas a medida que la «vieja guardia» pierde su control sobre la ciencia.