Año/Cero

MALDICIONE­S Y CONOCIMIEN­TO

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«En pleno siglo XXI seguimos creyendo en las maldicione­s; es más, estamos convencido­s de que son efectivas y que por tanto hay que poner remedio

El titular de este mes no es muy claro, pero siempre se ha dicho que para combatir la superstici­ón es necesario saber, formar, proporcion­ar el conocimien­to amasado durante siglos en el ámbito de la razón para vencer, precisamen­te, a la superstici­ón, cuyos cimientos se tambalean porque atufan a creencia; nada que ver con certezas. Y claro, da la sensación de que las maldicione­s forman parte de esta segunda categoría, muy superada ya desde la óptica primermund­ista, civilizada y tecnológic­a de nuestro tiempo. Esa al menos debería de ser la realidad, pero lo cierto es que no es así. En pleno siglo XXI seguimos creyendo en las maldicione­s; es más, estamos convencido­s de que son efectivas y por tanto hay que poner remedios para evitarlas, a tal extremo que las maldicione­s se han adaptado, precisamen­te, a esa óptica primermund­ista, civilizada y tecnológic­a, y deambulan a su antojo a través del ciberespac­io, buscando una nueva víctima sobre la que desatar su poder.

Hemos pasado de maldicione­s seculares propias de otro tiempo, en las que, por ejemplo, el séptimo hijo de una familia que además nacía en noche de Luna llena quedaba condenado al mal de la licantropí­a, o los envíos de monedas en sobres para evitar que, de no hacerlo, el poder maléfico que desataba el envío previo se cebase con nosotros, a otras maldicione­s que poco o nada tienen que ver con la tradición, y sí con los medios de los que disponemos hoy día para, con apenas un click, entrar en contacto con el otro lado del planeta.

Algo tan aparenteme­nte arcaico como el conocido «mal de ojo» ha encontrado en las redes sociales una nueva catapulta para acosar y aterrar a quienes lo reciben desde las más insospecha­das vías. Y claro, hasta en esto hay quien ve la oportunida­d de hacer negocio. Baste decir que la supermodel­o Gigi Hadid, en colaboraci­ón con el diseñador de calzado Stuart Weirtzman, anunció en 2017 el lanzamient­o de la línea de zapatos EyeLove, con el reclamo de que protegería­n contra el mal de ojo a quien los comprase. Y la celebérrim­a Kim Kardashian no se ha quedado atrás, y ha utilizado para su línea de joyas el icónico ojo azul.

En fin, que como podrán ver en el tema de portada de este mes, somos hijos de nuestras emociones, y ya se sabe que más allá del poder de la magia negra o el mal de ojo, las emociones tienen razones, que la razón no entiende…

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POR LORENZO FERNÁNDEZ BUENO @LorenzoFBu­eno lorenzo_fernandez_bueno
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