LA REENCARNACIÓN DE UN DIOS
Chandraveer es tan solo uno de los múltiples casos de reencarnación que periódicamente salpican las portadas de los periódicos indios. A veces, el renacimiento no se da exclusivamente entre seres humanos, sino que puede tratarse de la encarnación terrestre de una deidad. Así, en 2017, se dio a conocer la figura de Pranshu, un niño nacido hacía seis años en Jalandhar, dentro del estado de Punjab, con el rostro deformado desde el parto, posiblemente por culpa de algún tipo de exposición contaminante durante el embarazo. Pues bien, esa deformidad facial y el comportamiento del muchacho había inducido a los habitantes del lugar a considerarlo una reencarnación del dios hindú Ganesha, representado con apariencia de elefante en esa religión. Pranshu aceptaba de muy buen grado la veneración y cariño de los habitantes de la ciudad. Públicamente declaraba sentirse muy «feliz y no quiero cambiar nada. Amo mi cabeza gigante».
De igual manera su padre se sentía muy agradecido: «Yo también le rindo culto… su cuerpo completo se ve como el de Ganesha. Él nos bendice a todos y sus sueños se hacen realidad. En la escuela, la gente lo recibe con flores todos los días». Gracias a esta admiración popular, el joven ha conseguido una perfecta integración en una sociedad que a veces no es tan amable con otras enfermedades, discapacidades o padecimientos personales. Todas las mañanas, el padre acercaba a su hijo en bicicleta hasta el colegio, y allí era respetado por sus compañeros. «Me veo como Ganesha y la gente ni siquiera sabe mi nombre real. En la escuela, los profesores me veneran también. Mis amigos no me molestan, porque creen que soy el Señor Ganesha», señaló complacido Pranshu a la prensa.