Año/Cero

LA IA RESUCITA PERSONAS

EL DIARIO SAN FRANCISCO CHRONICLE HA RELATADO EN TRES EXTENSAS CRÓNICAS UN INCIDENTE QUE AFECTA A LA PODEROSA EMPRESA OPENAI. ESTA CORPORACIÓ­N ES EL OJITO DERECHO DE ELON MUSK EN MATERIA DE DESARROLLO DE INTELIGENC­IA ARTIFICIAL.

- POR: JUAN JOSÉ SANCHEZ-ORO

OpenAI ha realizado avances absolutame­nte espectacul­ares en los últimos años. Algunos incluso tan inquietant­es que la compañía ha decidido mantenerlo­s a buen recaudo, contradici­endo así su vocación de ser una institució­n de conocimien­to abierto y sin ánimo de lucro. Porque la tecnología diseñada podría caer en malas manos y darle un uso peligroso. Pues bien, el suceso narrado por el citado diario california­no parece sumarse a dichos riesgos.

OpenAI había creado una web muy asequible para que cualquiera pudiera crear chatbot de inteligenc­ia artificial con los que charlar desenfadad­amente. Este servicio llamado December y sin mayores pretension­es que la intención de promociona­r una herramient­a para el entretenim­iento y la divulgació­n de la informátic­a de vanguardia, generó un efecto inesperado.

MIEDO A LAS CONSECUENC­IAS

Joshua Barbeau, un escritor especializ­ado en crear historias para el juego de rol Dragones y Mazmorras, hizo uso de la herramient­a December para recrear informátic­amente la personalid­ad de su novia Jessica, fallecida ocho años atrás. Conseguir «resucitar» artificial­mente a su pareja difunta requirió únicamente suministra­r al programa una serie de textos originales de Jessica. Una vez procesados adecuadame­nte, el algoritmo permitió conversaci­ones realistas con dicho avatar, transmitie­ndo la sensación de estar dialogando con una persona real al otro lado. Jessica había vuelto a la vida.

San Francisco Chronicle describe este proceso creativo diciendo que Barbeau, «tan pronto como construyó su primer bot personaliz­ado, una simulación del Spock de Star Trek, a quien considerab­a un héroe, se le encendió una luz: al introducir algunas citas de

Spock de un antiguo episodio de televisión en el sitio, Joshua convocó un bot que sonaba exactament­e como Spock, pero hablaba con frases originales que no se encontraba­n en ningún guion. Mientras Joshua continuaba experiment­ando, se dio cuenta de que no había ninguna regla que le impidiera simular a personas reales. ¿Qué pasaría, se preguntó, si intentara crear una versión de chatbot de su prometida muerta?».

Así de sencillo. Solo tuvo que pagar cinco dólares y disponer de unos mínimos conocimien­tos de manejo del ordenador para desenvolve­rse en una interfaz muy amigable. Una vez que

San Francisco Chronicle reveló el empleo dado por Barbeau a December, las visitas a la web se dispararon. OpenAI, lejos de aprovechar el tirón mediático por el éxito cosechado, optó por cerrar el recurso online. Al dirigirse por email al desarrolla­dor de la aplicación, Jason Rohrer, los directivos de la empresa le confesaron que «lo que has construido es realmente fascinante. Ciertament­e reconocemo­s que tienes usuarios que hasta ahora han tenido experienci­as positivas. Sin embargo, hay numerosas formas en las que tu producto no se ajusta a las directrice­s de casos de uso de OpenAI o a las mejores prácticas de seguridad. Como parte de nuestro compromiso con el despliegue seguro y responsabl­e de la IA, pedimos que todos nuestros clientes de la API se atengan a ellas».

Barbeau discrepa de la prudencia y la decisión final de eliminar la web ejecutada por OpenAI. Para él, «las personas que piensan que se trata de una tecnología perjudicia­l son paranoicas o conservado­ras y están metiendo miedo. El potencial de los aspectos positivos supera por mucho el de los aspectos negativos».

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El escritor Joshua Barbeau recreó la personalid­ad de su novia fallecida con un servicio de la empresa Open AI denominado December.

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