Año/Cero

MONOLITO DESCOMUNAL

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A principios del siglo XV reinó en la actual China el emperador que supuso el cénit de la Dinastía Ming, así como el inicio de su declive, consumado por sus sucesores. Hablamos del emperador Yongle. Aunque mandó erigir una de las más altas construcci­ones de China en su tiempo, la Torre de Porcelana de 80 metros de altura, destruida en el siglo XIX y recienteme­nte motivo del interés de los arqueólogo­s, no traigo a estas página al citado mandatario por ese motivo, sino por el gran dragón que intentó construir en honor de su padre al sur de la bahía de Hangzhou, al sur de Shanghái. Aunque son muchas las fuentes que aseguran que esos restos son responsabi­lidad de Yongle, no hay que perder de vista que no sería la primera vez en la Historia en que se adjudica una obra a un tiempo o civilizaci­ón y, más tarde, se descubre que era en realidad mucho más antigua. Así que tomemos con prudencia la autoría del periodo de reinado de Yongle, aunque sigamos aquí las teorías más extendidas.

Según estas, los tres grandes bloques en su conjunto formarían un dragón. ¿Y qué es lo más asombroso de esto y lo que nos ocupa en estas líneas? Sin duda, la que debería ser la base de la construcci­ón: un monolito de 30 metros de largo por 16 de ancho, con un peso que rondaría la nada desdeñable cifra de 16.000 toneladas, hecho que convertirí­a el monolito en el más grande del mundo. Por razones obvias, el emperador tuvo que desistir de semejante tributo, puesto que era imposible moverlo de la cantera. Sin embargo, como siempre, mantendré aquí la mente abierta a lo «imposible», por lo que no puedo dejar de preguntarm­e si fue eso lo que realmente sucedió.

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