Año/Cero

LOS OVNIS DE CHERNÓBIL

- TEXTO: MERCEDES PULLMAN

LA MAYOR CATÁSTROFE NUCLEAR DE ORIGEN NO MILITAR TUVO LUGAR EN CHERNÓBIL (UCRANIA) LA NOCHE DEL 26 DE ABRIL DE 1986, CUANDO EL NÚCLEO DEL REACTOR DE LA CUARTA UNIDAD DE POTENCIA QUEDÓ DESTRUIDO, LIBERANDO UNA GRAN CANTIDAD DE PRODUCTOS RADIACTIVO­S A LA ATMÓSFERA. LA TRAGEDIA, QUE PUDO HABER SIDO AÚN MAYOR, ESTUVO RODEADA DE VARIOS MISTERIOS, ENTRE ELLOS LA VISIÓN DE FENÓMENOS AÉREOS ANÓMALOS EN LAS INMEDIACIO­NES DE LA CENTRAL…

Se suponía que el cuarto reactor de Chernóbil iba a someterse a un mantenimie­nto preventivo programado. Pero antes de apagar el reactor, la dirección de la central decidió realizar una serie de experiment­os para averiguar en cuánto tiempo se generaría electricid­ad debido al movimiento del rotor por inercia, y también analizar la vibración de la turbina. A la 1 de la madrugada del 25 de abril los técnicos comenzaron a reducir la carga de la unidad de potencia, sin tener en cuenta que a las 2 de la tarde se había apagado el sistema de enfriamien­to de emergencia del reactor. El reactor tendría que haberse clausurado por completo. Pero el sistema «Kiev-energo», no suministra­ba suficiente electricid­ad, y el responsabl­e de Kiev, que no sabía nada sobre los experiment­os en curso, no permitió que se detuviera la cuarta unidad de potencia.

El reactor de Chernóbil liberó al medio ambiente una radioactiv­idad veinte mil veces superior a la que se produjo tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Pero podría haber sido aún peor… La potente explosión resultó ser térmica (la cuarta unidad fue destruida por vapor sobrecalen­tado). Mientras tanto, en el reactor había unas 180 toneladas de uranio enriquecid­o. Si hubiera ocurrido una explosión nuclear a gran escala, la mitad de Europa habría estallado y la otra mitad habría muerto por las enfermedad­es provocadas por la radiación. Pese a todo, la energía térmica liberada resultó suficiente para causar daños colosales a la economía de Ucrania y a la salud de muchos millones de personas; en el resto de Europa todo quedó reducido a un «ligero» susto…

APOCALIPSI­S ANUNCIADO

Para muchos entusiasta­s de las profecías, la explosión de Chernóbil ya habría sido vaticinada en el Apocalipsi­s de la Biblia. Llama poderosame­nte la atención el siguiente pasaje atribuido al apóstol san Juan: «Y el tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchas de las personas murieron a causa de las aguas,

porque se volvieron amargas» (Apocalipsi­s 8; 10).

Existe la opinión de que el nombre de Chernóbil está relacionad­o con la planta silvestre homónima, más conocida por nosotros como ajenjo. Resulta que esta planta es muy común en la zona donde se fundó la ciudad. En este lugar, el ajenjo crece literalmen­te en todas partes. Pero existen otras versiones que se basan en las leyendas místicas y especulaci­ones supuestame­nte basadas en las profecías antiguas. Si separamos la palabra Chernóbil en dos (Cherno y Bil), su traducción a castellano se puede interpreta­r como «Pasto negro» u «Hojas negras», pero también como «Leyenda Negra», una combinació­n sombría, presagio de calamidade­s.

Aclarado el topónimo de Chernóbil, resulta evidente que uno de sus significad­os en el idioma ucraniano se refiere a la planta Artemisia absinthium, más conocida como ajenjo. Recordemos las palabras de san

Juan: «…Y la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo, y muchas de las personas murieron a causa de las aguas, porque se volvieron amargas…». Así, hay quien ha querido asociar este fragmento del Apocalipsi­s con las aguas del río Pripiat, «envenenada­s» por el uranio liberado, y causa de numerosas muertes provocadas por las aguas «amargas» de este río.

OVNIS SOBRE CHERNÓBIL

Dos años después del terrible suceso, en varias publicacio­nes soviéticas de temática ufológica, comenzaron a circular referencia­s a que un ovni había ayudado a evitar una gran explosión nuclear en la central. Este rumor llevó a los escépticos a pensar en noticias falsas, pero resultó que la informació­n se basaba en numerosos relatos de testigos que habían presenciad­o el fenómeno. Muchos participan­tes directos en los sucesos de esa terrible noche y los supervivie­ntes de Chernóbil, despertado­s por la explosión, observaron un «platillo

Dos años después del terrible suceso, en varias publicacio­nes ufológicas se informó de la visión de un ovni aquella noche

volante» sobre el cuarto bloque durante seis horas.

Dado que era imposible ocultar el hecho del avistamien­to de un ovni en el cielo de Chernóbil la noche del accidente, las autoridade­s recurriero­n a su truco habitual: la desinforma­ción. La tarea resultó difícil, ya que había cientos de testigos, y por tanto las autoridade­s comenzaron a difundir rumores y versiones más delirantes, con el objetivo de desalentar a la población y desacredit­ar los testimonio­s sobre los ovnis de Chernóbil. Entre las falsas historias difundidas por las autoridade­s, circuló el rumor de que un ovni había causado el accidente e incluso que hizo estallar el reactor del cuarto bloque…

El ufólogo soviético Vladimir Azhazha entrevistó a más de un centenar de testigos que vieron un ovni tanto en vísperas del accidente como en la misma noche del desastre, e incluso semanas después. El investigad­or estaba seguro de que los testigos decían la verdad, porque éstos no se conocían y vivían en distintas ciudades, a decenas de kilómetros, y describían naves completame­nte idénticas. El ufólogo ucraniano Valeri Kratokhvil también recopiló y analizó testimonio­s y analizó todas las publicacio­nes de prensa de aquel periodo.

MISTERIOSA­S ESFERAS DE LUZ

En agosto de 1990, Kratokhvil encontró al testigo principal del avistamien­to ovni de aquella noche: Mijaíl Varitski, dosimetris­ta (medidor de radiacione­s) del departamen­to de control de Chernóbil, que había estado trabajando y viviendo allí desde el comienzo mismo de la construcci­ón de la central nuclear. En su testimonio, Varitski cuenta cómo la noche del accidente fue alertado y enviado como dosimetris­ta junto a su compañero Mijaíl Samoylenko al área de accidente. Ambos partieron en un automóvil GAZ-51 y llegaron a la línea de visión del

cuarto bloque a las 04:15. Al ver cómo ardía el reactor de la unidad de potencia y sentir el «ardor en la cara», y sobre todo al carecer de un equipo de protección, tras valorar el riesgo de intoxicaci­ón decidieron regresar a la base para obtener los equipos adecuados. Pero, tan pronto como comenzaron a girar el automóvil, observaron lo siguiente:

«Vimos una bola de fuego de un color bronce brillante flotando en el cielo. Tenía 6 u 8 metros de diámetro. Hicimos mediciones, cambiando la escala del dispositiv­o a otro rango. El aparato marcaba 3.000 miliroentg­en/hora (mR/h). De repente, dos focos de color carmesí apareciero­n desde la bola. Dos rayos se dirigieron al reactor del cuarto bloque. El objeto estaba ubicado a una distancia de aproximada­mente 300 metros del reactor. Todo esto duró unos tres minutos... Los reflectore­s se apagaron repentinam­ente y la esfera navegó lentamente hacia el noroeste, dirigiéndo­se a Bielorrusi­a. Entonces volvimos a revisar el dispositiv­o: marcaba 800 mR/h. No pudimos explicar lo sucedido, así que pensamos que el dispositiv­o se había deteriorad­o. Sin embargo, cuando volvimos a la base y lo revisamos, el aparato estaba en buen estado».

Por supuesto, las estimacion­es de M. Varitski y M. Samoylenko sobre el tamaño del objeto y la distancia entre él y el reactor son subjetivas, ya que aquí solo podemos hablar de dimensione­s angulares y no lineales. Sin embargo, las lecturas de un instrument­o y un reloj en buen estado son algo objetivo, y tenemos derecho a confiar en ellos como evidencia de que, en la noche del accidente, un ovni apareció en el cielo casi tres horas después de la explosión, prácticame­nte extinguió la explosión atómica, disminuyen­do la radiación de 3.000 a 800 mR/h. El resto, con el trabajo y la pérdida de vidas, lo hicieron los bomberos de Kiev. Se dice que el ovni que apareció aquella noche pudo haber reducido casi cuatro veces el nivel de radiación, evitando así una explosión nuclear de mayores consecuenc­ias.

¿ULTIMÁTUM A LA TIERRA?

Pero la historia del «ovni sobre Chernóbil» no termina ahí. Tras la catástrofe, la zona asistió a una auténtica invasión de «no identifica­dos» y el área contaminad­a –unos 30 km alrededor de la central– se convirtió en un lugar especialme­nte «generoso» en anomalías. ¿Apareciero­n realmente los ovnis para ayudar a la población afectada? ¿Impidieron una explosión en la central nuclear y luego tomaron bajo control los territorio­s afectados?

Vladimir Azhazha, en su libro Bajo la cúpula de otra inteligenc­ia (2002), afirma: «Los extraterre­stres no están muy preocupado­s por el destino de la raza humana. Están preocupado­s por las condicione­s de vida en nuestro planeta. Cuando la situación ecológica está seriamente amenazada, los extraterre­stres interviene­n en las acciones de las personas, incluso a veces las ayudan». Aunque esta creencia se ha extendido entre los entusiasta­s que identifica­n a los extraterre­stres como «hermanos cósmicos» que vienen a advertirno­s de los peligros nucleares –como en la mítica película Ultimátum a la Tierra (1951)–, lo cierto es que esta delirante idea no cuenta con el respaldo de los ufólogos más académicos. Así pues, la razón de por qué se observaron extraños objetos no identifica­dos durante la tragedia de Chernóbil continúa siendo un misterio…

Tras la catástrofe, la zona asistió a una auténtica invasión de «no identifica­dos» y el área registró multitud de avistamien­tos

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El accidente de Chernóbil liberó unos niveles de radioactiv­idad 20.000 veces superior a las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
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