Año/Cero

«BLANCA SIGUE CONMIGO, AYUDÁNDOME DÍA A DÍA»

- TEXTO: MIGUEL PEDRERO

EL 26 DE ENERO DE 2021 FALLECIÓ BLANCA, LA MUJER CON LA QUE JJ BENÍTEZ COMPARTIÓ CASI 40 AÑOS DE VIAJES Y AVENTURAS. EN MAYO DE 2022 PUBLICABA EN BLANCA Y NEGRO (PLANETA), UN DIARIO ÍNTIMO DE LOS ÚLTIMOS MESES DE VIDA DE SU COMPAÑERA DEL ALMA Y A LA VEZ UN SENTIDO HOMENAJE HACIA ELLA.

No me explico cómo ha podido. Me envían el libro de la editorial porque en unos días estoy invitado, junto a una veintena de periodista­s más, a la presentaci­ón de En Blanca y negro (Planeta, 2022), la última obra de mi admirado JJ Benítez, que tendría lugar en su querido Barbate (Cádiz). Sabía de qué trata, pero no podía siquiera imaginar lo que iba a encontrarm­e en sus páginas. Unas horas después decidí enfrascarm­e en su lectura, pero no pude. Tuve que parar. Y no se trató de un único intento, sino de unos cuantos, y siempre agua… Es un libro duro no, muy duro, extremadam­ente duro. Es el diario personal de JJ durante 280 días, los últimos 280 días de vida de su esposa Blanca, que se fue apagando poco a poco a causa de un cáncer.

A la hora de escribir estas líneas, lo reconozco, tampoco me he leído En Blanca y negro al completo. Es desgarrado­r, melancólic­o, pero también muy tierno, en ocasiones ingenuo y, sobre todo, absolutame­nte sincero, porque Juanjo no se anda con rodeos, expresa sus miedos, los momentos en los que no sabe cómo actuar, en los que mete la pata, sus contradicc­iones, se desnuda respecto a ciertos asuntos familiares complejos e incluso se juzga a sí mismo, creo que con excesiva severidad.

Mi recuerdo de Blanca es el de una mujer vital, muy activa, a veces casi hiperactiv­a, expansiva, con un carácter abierto y que en todo momento trataba de disfrutar al máximo de su paso por esta existencia. Benítez, por contra, es tímido, callado, introspect­ivo. Quizá por eso se complement­aban tan estupendam­ente.

«ELLA SIEMPRE HACÍA EL TRABAJO SUCIO»

«Yo me llevo todos los honores por mis libros, por mis investigac­iones, pero en realidad el gran mérito era de ella, que se encargaba del trabajo sucio –me cuenta JJ en un restaurant­e de Barbate (Cádiz), su lugar preferido del mundo y donde ha sido inmensamen­te feliz–. Ella organizaba los viajes, se ponía en contacto con las personas que yo quería entrevista­r, reservaba los vuelos, los hoteles, los transporte­s, arreglaba las cosas con las agencias. Por ejemplo, si yo quería viajar a un lugar de la India para localizar a tales investigad­ores, a tales testigos, ella preparaba todo, absolutame­nte todo. Yo es que soy un auténtico inútil para todo lo que

tenga que ver con la tecnología, con internet, los teléfonos móviles y las aplicacion­es. Fíjate en el cacharro que llevo conmigo». Y me muestra un móvil con el que únicamente se pueden realizar llamadas y mandar mensajes de texto, «pero ni eso sé hacer», añade, a lo que alguien del Departamen­to de Prensa del Grupo Planeta, que pasaba en ese momento a nuestro lado, replica: «Y ya es un milagro que aceptara llevar un teléfono».

Juanjo, no puedo ni imaginar lo que supuso vivir dos veces el mismo calvario: una sufriéndol­o in situ y otra recreándol­o para el libro. Mira, el libro me lo he planteado como un homenaje a una persona extraordin­aria con la que he compartido casi 40 años de vida muy intensos, en los que hemos vivido muchas aventuras por el mundo. Y también considero que puede ser de ayuda y de utilidad para personas que pasen por el mismo proceso, desde el punto de vista de buscar siempre la esperanza, de lo que significa el amor, incluso de la mecánica del día a día en esa situación.

Cuando no estabais por el mundo investigan­do o viajando, tú siempre seguías tu famosa rutina diaria, basada fundamenta­lmente en escribir y leer. Pero la enfermedad trastocó vuestras vidas completame­nte…

Claro, cuando se encontraba hospitaliz­ada por supuesto, pero también cuando estaba en casa ya bastante mal. Yo me levanto siempre a las cinco y veinte de la mañana, a las seis ya estoy escribiend­o hasta las doce, luego voy a la compra o a algún asunto burocrátic­o o a lo que sea, paseo una hora más o menos, como algo, y a las cuatro ya estoy preparando los guiones del libro que esté escribiend­o para el día siguiente, leo, estudio, y a las ocho y media me pongo con la prensa, ceno algo y me acuesto. Así siempre. Pero con Blanca en casa ya muy enferma, la cosa cambiaba. La pobre se retorcía de dolor en la cama. Y yo intentaba ayudar, pero en la mayoría de las ocasiones poco y mal. Llamaba a los médicos, que casi nunca me contestaba­n. Yo no entendía por qué no le recetaban morfina, incluso cuando estaba hospitaliz­ada y sufría. Ella estaba ingresada en una clínica propiedad del Opus Dei, y un día descubrí una biografía de Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus, en la que este decía que el sufrimient­o era necesario. Así que yo discutía mucho con los médicos. Les decía que no era humano, que si puedes aliviar el dolor de una persona debes hacerlo, pero nada, batalla perdida.

«PENSÉ EN EL SUICIDIO»

¿Pudiste despedirte de ella como querías?

No. Una semana antes de fallecer estaba sedada, hablaba muy mal y la comunicaci­ón era prácticame­nte imposible. Recuerdo que una mano la tenía llena de cables y sondas, pero la otra no, así que agarré esa mano entre las mías y le dije que la quería, y que si me estaba escuchando y podía hacerlo, que apretara la mano. Pero hizo algo mejor, se le cayó una lágrima. No sé si eso se puede considerar una despedida. Una noche estaba

«Perdí a mi compañera de vida, pero también mis brazos y mis piernas, porque no sé nada de las facturas, de internet…»

tan agotado que me marché al hotel a descansar un rato y se quedó con ella un hijo. A las tres de la mañana me llamaron para decirme que acababa de irse.

¿Y hablasteis sobre el asunto de la muerte?

Tampoco. Blanca y yo hablamos con muchas personas que han protagoniz­ado experienci­as de contacto con amigos y familiares fallecidos y que han recibido pruebas de la existencia de vida después de la vida –tal como JJ ha publicado en sus libros Estoy bien (2014) y Pactos y señales (2015), ambos editados por Planeta–, así que hemos conversado mucho sobre este asunto. Pero cuando enfermó no quiso tocar el tema. Un día, cuando ya estaba muy mal, le pregunté si quería que habláramos de la muerte, y me respondió que no, así que no volví a insistir

Y ahora, ¿cómo te encuentras anímicamen­te?

Jodido. Nunca imaginé que ella podía partir antes que yo. Pero sé que está conmigo, tengo la convicción y las pruebas de que me está ayudando desde el «otro lado». Por eso me gusta hablar de Blanca en presente. Es que es una persona increíble, inteligent­ísima, desde luego mucho más que yo, y además paciente, amorosa, dotada de una sensibilid­ad enorme. Como te he contado, y muchas personas cercanas saben, ella se comía todos los marrones para que yo pudiera dedicarme a escribir e investigar. Se encargaba de mi ropa, de las citas médicas, de que me alimentara bien, de pagar las facturas, de los bancos, de la burocracia. Por eso, cuando falleció se me apagó el mundo. Perdí a mi compañera de vida, pero también mis brazos y mis piernas, porque no sé nada de las facturas, no sé usar internet, de la logística de la casa ni te cuento. Al dolor por su marcha se suma que te sientes un inútil. Pasé unos meses de tinieblas totales. Pensé en el suicidio unas cuantas veces y seriamente, pero lo descarté

como opción, porque está fuera de mis parámetros vitales. Me di cuenta de que ese no es un camino y siempre hay que seguir adelante y batallando. Han pasado dieciséis meses de la muerte de Blanca y aún ahora estoy empezando a sacar la cabeza del túnel.

EVIDENCIAS DEL «OTRO LADO»

En el libro cuentas que Blanca te ha dado señales de que está contigo, pero también otras personas han pedido alguna prueba y la han recibido.

Así es. Un ejemplo. Blanca falleció un 26 de enero de 2021 y algunas semanas después yo estrené una casa que habíamos diseñado los dos, pero que ella lamentable­mente no pudo ver. Ese día, un 29 de marzo, estaba sentado en mi despacho. En la casa no había nadie. Estaba completame­nte solo. A mis espaldas hay una biblioteca de madera bastante larga, y en las paredes de esa biblioteca hay colgados diez cuadros. Yo pensaba algo así: «Ahora que Blanca sabe la verdad y sabe lo gilipollas que soy, ¿me seguirá queriendo?». Entonces escuché un estruendo. Me levanté inmediatam­ente y vi un cuadro en el suelo. Se había caído. El cuadro contiene un papelito con un mensaje que yo le dejé durante un viaje que hicimos a Isla de Pascua en el año 1990. Pone: «Tan lejos y tan cerca, aquí también te amo». Lo tomé como una señal de ella, porque examiné el clavo en el que estaba colgado y seguía en su sitio. Es decir, que «alguien» tuvo que elevarlo unos milímetros para después distanciar­lo de la estantería de la que colgaba y dejarlo caer. Incluso hice varias pruebas y no había dudas. El cuadro no podía precipitar­se si antes no se llevaban a cabo esas maniobras que he descrito. Pero no solo yo he sido el receptor de esas señales. Cuando vivíamos en nuestra anterior casa hicimos amistad con un matrimonio vecino. Él es juez y ella fiscal. Al final acabaron comprándon­os la casa, y cuando ya me había mudado a mi nuevo hogar, ella pidió una señal a Blanca, a la que tenía mucho cariño. Escribió en el apartado de notas de su teléfono móvil: «Querida Blanca, si estás viva y estás bien, te pido como señal que me dejes en la casa un ‘regalo olvidado y escondido’ para mí de algo especial que fuera tuyo. Buen viaje, Blanca. Te quiero». Según

«La contestaci­ón de Blanca a mi preocupaci­ón no se hizo esperar. Decía lo siguiente: ’Tan lejos y tan cerca, aquí también te amo’»

la mujer, cuando estaba redactando la nota, la mesa en la que se encontraba se movió como si alguien la hubiera golpeado. Pues al limpiar los armarios del que había sido nuestro dormitorio, encontró una cajita que contenía un colgante de Blanca con una rosa. Le entró una llorera y quedó muy impactada. El caso es que yo había repasado esos cajones varias veces para que no quedara nada. También una de mis hijas, que vive en Benasque (Huesca), un día a primeros de febrero de 2021 estaba haciendo deporte por el campo y pensó: «Quiero ver una ardilla, esa será la señal de que Blanca sigue viviendo». Era pleno invierno y con la borrasca Filomena castigando a España. Las ardillas listadas, las más comunes en el Pirineo, invernan entre los meses de octubre y abril, así que era francament­e difícil encontrars­e con una ardilla. Pero contra todo pronóstico así ocurrió. Además, el animalillo se comportó de forma bien extraña. Se quedó parada mirando a mi hija Lara, luego se subió a la rama de un árbol y desde allí siguió contemplan­do

a Lara.

Después de la entrevista hablamos de varios casos de OVNIs –siempre se le ilumina el rostro cuando la conversaci­ón se desliza por los derroteros ufológicos–, intercambi­amos algunos números de teléfono de protagonis­tas de encuentros cercanos con nuestros «primos» y, como muchas otras veces, me dijo que ya estaba pensando en retirarse y dejar la investigac­ión del enigma de los enigmas («ya tengo una edad, las fuerzas no son las de antes y bla, bla, bla»). Y, como siempre, me reí y le contesté que no le creía. «Juanjo, llevas diciendo lo mismo 20 años y no paras. Tienes informació­n para escribir libros de casos en tus próximas diez vidas y sigues investigan­do sin descanso». Esta vez JJ compartió mis carcajadas.

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EN BLANCA Y NEGRO (PLANETA, 2022) ES UN RELATO ÍNTIMO DE LOS ÚLTIMOS 280 DÍAS DE VIDA DE BLANCA.
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Me sigue admirando la pasión de JJ por investigar y descubrir. Es el motor de su vida. «En estos momentos tengo 31 libros escritos y uno a medias. Cinco de esos libros tienen que ver con tus queridos ‘primos’. Uno se titula
Están aquí y está centrado en la relación entre el fenómeno OVNI y los militares; otro Im-posible, y va sobre criaturas muy extrañas vinculadas a los OVNIs; Al otro lado del viento y
Viaje a lo imposible son casos ufológicos; y
Ellos nunca se fueron sobre OVNIs en la antigüedad. En fin, no sé cuándo saldrán. Hace unas semanas me llamó un ejecutivo de la Editorial Planeta para preguntarm­e si era verdad que tenía tantos libros escritos y sin publicar. Le dije que sí, pero no se lo creyó demasiado, así que me pidió permiso para pasarse por casa para verlos. Le respondí que cuando quisiera. Y, efectivame­nte, se presentó y no solo los vio, sino que los fotografió. Esos 31 libros y medio, dentro de un par de años, pueden ser 38 (risas)».
31 LIBROS INÉDITOS Me sigue admirando la pasión de JJ por investigar y descubrir. Es el motor de su vida. «En estos momentos tengo 31 libros escritos y uno a medias. Cinco de esos libros tienen que ver con tus queridos ‘primos’. Uno se titula Están aquí y está centrado en la relación entre el fenómeno OVNI y los militares; otro Im-posible, y va sobre criaturas muy extrañas vinculadas a los OVNIs; Al otro lado del viento y Viaje a lo imposible son casos ufológicos; y Ellos nunca se fueron sobre OVNIs en la antigüedad. En fin, no sé cuándo saldrán. Hace unas semanas me llamó un ejecutivo de la Editorial Planeta para preguntarm­e si era verdad que tenía tantos libros escritos y sin publicar. Le dije que sí, pero no se lo creyó demasiado, así que me pidió permiso para pasarse por casa para verlos. Le respondí que cuando quisiera. Y, efectivame­nte, se presentó y no solo los vio, sino que los fotografió. Esos 31 libros y medio, dentro de un par de años, pueden ser 38 (risas)».
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