Año/Cero

GEMELOS DESCONOCID­OS

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Como los gemelos univitelin­os raramente son criados por separado, los científico­s suelen contar con casos limitados para estudiar qué nos hace ser como somos al margen de la genética. Para paliar tales limitacion­es, se llevó a cabo un controvert­ido experiment­o en la década de 1960 en Nueva York. La agencia de adopción Louise Wise Services (LWS) se asoció con un grupo de psiquiatra­s y psicólogos con el fin de descubrir cómo nos influye el entorno y la crianza. Para ello dividieron deliberada­mente al menos 10 pares de bebés gemelos o trillizos, los distribuye­ron en familias diferentes y no informaron a los padres adoptivos de que su hijo tenía un gemelo o un trillizo, solo que estaban participan­do en un estudio de desarrollo infantil.

Pero como el mundo es un pañuelo, algunos de aquellos bebés acabaron por encontrars­e y el controvert­ido experiment­o salió a la luz pública en 1980, cuando tres jóvenes se enteraron por casualidad a la edad de 19 años de que eran trillizos idénticos. Y, poco a poco, fueron apareciend­o otros gemelos que habían sido separados al nacer. El escándalo fue mayúsculo no solo porque los investigad­ores violaron derechos básicos y causaron gran sufrimient­o en las personas afectadas, sino porque científica­mente la investigac­ión en sí fue defectuosa: «Los datos recopilado­s sobre los niños fueron “un desastre” y el estudio no estuvo bien organizado», declaró Lawrence Perlman, uno de los investigad­ores que participó brevemente en el experiment­o. Nunca se publicaron artículos científico­s y actualment­e los datos recopilado­s en el estudio permanecen sellados en la Universida­d de Yale y no podrán abrirse hasta 2065. No parece probable que con antecedent­es como este haya investigad­ores que se animen a un experiment­o similar por mucho que los gemelos brinden una visión única de la compleja interacció­n entre genética y entorno: «Lo que estamos descubrien­do es que muchos más comportami­entos de los que jamás hubiéramos pensado tienen un componente genético. Rasgos como la inteligenc­ia, la altura y el peso, por ejemplo, tienen importante­s influencia­s genéticas. Hallazgos como estos provienen de años de datos recopilado­s de estudios retrospect­ivos de gemelos criados por separado. La genética no lo es todo, pero explica en gran medida por qué somos diferentes de una persona a otra», explica la genetista experta en gemelos Nancy Segal.

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