CREENCIAS CÁTARAS
En el movimiento cátaro había que distinguir a «creyentes» y «perfectos». La diferencia radicaba en que los segundos tenían que guardar votos de pobreza y castidad y eran considerados como iniciados, es decir, sabían interpretar las señales divinas y dirigir a sus gentes. Los perfectos no podían comer carne, puesto que lo consideraban algo impuro y también por respeto a sus hermanos, los animales, aunque sí podían comer peces, al considerarlos como frutos del mar, además de representar simbólicamente la marca del cristianismo. Era una comunidad donde primaba la igualdad de funciones y reconocimientos entre ambos sexos. Es bien sabido que existieron «perfectas», aunque parece que en la parte más alta de la jerarquía no había mujeres. La pobreza en los perfectos y obispos tenía que ser más que aparente y su único bien material era una olla de cobre donde hacerse la comida. Creían en la trascendencia del alma, en la resurrección del cuerpo etérico e incluso en la reencarnación. El Consolamentum era su rito principal de iniciación, su abjuración a la religión cristiana, un despertar espiritual que realizaba el perfecto en nombre de toda la comunidad, imponiendo las manos a los nuevos aspirantes ordenados, en una especie de confirmación de su forma de vida entregada a los demás. La imposición de manos en este rito se realizaba de forma diferente a la cristiana. Aquí, el perfecto cátaro extendía los brazos sobre el iniciado y colocaba una palma de la mano hacia arriba y la otra hacia abajo, simbolizando el axioma de «como es abajo es arriba».