EDIFICIO MARCADO POR LO SOBRENATURAL
La historia de este particular museo bien podría ser argumento de una película. Su origen está precedido por un proverbial incendio acaecido el 8 de septiembre de 1897 y que consumió por completo la antigua capilla de la Virgen del Rosario. Por razones que se desconocen, solo se salvó la pared del sagrario y allí mismo, en ese muro, quedó dibujada una figura humana bien reconocible. Su rostro, con expresión de tristeza, melancolía y sufrimiento fue reconocido como la impronta de un alma del purgatorio que buscaba ponerse en contacto con los vivos para pedir oraciones y sufragios. Los feligreses allí congregados y el mismísimo padre Jouët quedaron sobrecogidos por aquel acontecimiento que de inmediato se consideró un hecho milagroso. Tras el incendio y lo que se consideró una señal del purgatorio, se decidió proceder a construir un nuevo templo en ese mismo lugar, pero esta vez el santuario estaría dedicado a la oración y reflexión de las sufrientes almas del purgatorio.
El proyecto de la que sería la iglesia del Sacro Cuore del Suffragio corrió a cargo del arquitecto Giuseppe Gualandi, quien lo concluyó el 1 de noviembre de 1917. Construido en un estilo neogótico que le confiere una gran magnificencia, los romanos conocen al edificio como Il piccolo Duomo di Milano, porque la comparan con la gran catedral de Milán. Su fachada ricamente ornamentada, sus agujas y vitrales de colores brillantes destacan entre la arquitectura circundante y le proporcionan un sello propio.
La representación de las almas sufrientes del purgatorio ocupa un espacio prioritario en la fachada, en un relieve de mármol situado encima del portón principal. Como dato curioso, la cruz que corona la aguja superior de la fachada contiene dentro un exvoto en forma de corazón donado por el propio Jouët. En el interior del templo las referencias a las almas sufrientes son variadas, a través de frescos que representan el Juicio Final y el destino de las almas después de la muerte, lo que le hace especialmente apropiado para albergar este singular e inigualable museo. La controversia no tardó en alcanzar a esta singular colección, pues ya a finales del siglo XIX se intentó cerrar el museo, aunque el papa Pío X ordenó que se mantuviera abierto.