LA VIDA ETERNA
Según declaraciones a El País de José Viña, catedrático de la Universitat de València y director de investigación del instituto INCLIVA y del Centro de Investigación Biomédica en Red Fragilidad y Envejecimiento Saludable, «erradicando todas las enfermedades, muchos podríamos llegar a la vida máxima, unos 120 años. Varios grupos de investigación, entre ellos el nuestro, han conseguido alargar la vida entre un 20% y un 30% en ratones, el equivalente a 20 años en personas, pero no se ha conseguido doblar la longevidad en un ratón». La naciente industria antienvejecimiento se ha convertido en un negocio boyante al que ciertas estimaciones prevén que moverá unos 610.000 millones de dólares para 2025. Detrás de esta economía en busca del elixir de la vida están algunas de las más grandes fortunas del planeta como Larry Page (Google), Jeff Bezos (Amazon), Sam Altman (ChatGPT), y Peter Thiel (PayPal). Otros milmillonarios también están financiando investigaciones similares, aunque prefieren mantenerlo en secreto. Cualquier hallazgo significativo en la conquista de la eterna juventud causaría un seísmo planetario. Las mejoras en la inteligencia artificial y el aprendizaje automático ayudarán a descubrir biomarcadores e identificarán las características de enfermedades hasta ahora incurables. Mientras que las células madre perfeccionarán la medicina regenerativa, orientada a la reparación de tejidos y órganos dañados o envejecidos. Finalmente, la investigación de drogas y otros compuestos químicos destinados a la neuromejora del cerebro, podrán ampliar el potencial de la mente humana, lo que unido al desarrollo de implantes biotecnológicos para comunicar nuestros pensamientos a las máquinas, situarán al ser humano en una Nueva Era. La pregunta obvia que quedará en el aire es si estos grandes avances biomédicos y biotécnológicos resultarán accesibles a todo el mundo o solo a una élite pudiente.