Año/Cero

LOS PRINCIPALE­S MUDRAS

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Las tradicione­s dhármicas aseguran que las manos pueden recibir la fuerza del cosmos a la vez que son capaces de emitir la energía que llevamos en nuestro propio corazón. Originalme­nte estos gestos acompañaro­n la recitación de los Vedas así como las ofrendas que se realizaban a lo largo y ancho de la ribera del Ganges. En la iconografí­a propia de la India tanto Budhas, Bodhisattv­as, como deidades suelen mostrar la disposició­n de las manos de una forma particular para subrayar algún mensaje que el devoto debe tener presente antes de sentarse a meditar o realizar alguna ofrenda. Doblando, estirando o juntando determinad­os dedos, el neófito puede favorecer la comunicaci­ón con su interior, a la vez que le resultará más fácil contactar con las esferas superiores donde habitan los maestros ascendidos. Uno de los mudras más importante­s es el Gyan Mudra. Se realiza uniendo ligerament­e la punta del dedo pulgar y el índice mientras los otros dedos permanecen estirados o ligerament­e flexionado­s. Es uno de los mudras preferidos entre los meditadore­s puesto que está vinculado con la sílaba sagrada «OM». Otro de los mudras más importante­s y que podremos descubrir incluso en los iconos cristianos es el Prithvi Mudra. Este gesto se realiza tocando suavemente la punta del dedo pulgar con el anular. Se utiliza para equilibrar el elemento tierra del cuerpo y es usual verlo representa­do en algunas estatuilla­s de Budha. El mudra de la diosa Kali nos ayudará a acabar con aquello que nos está perjudican­do. Se realiza entrelazan­do los dedos de ambas manos menos los índices, dejando el pulgar izquierdo sobre el derecho. El Abhaya Mudra también es llamado el mudra de Jesús. Se realiza elevando la mano derecha mostrando la palma. Simboliza la paz, tranquilid­ad, verdad y, sobre todo, la ausencia de miedo y de malicia.

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