JESÚS EN LA INDIA
Es de sobra conocido que a finales del siglo XIX, un aventurero ruso llamado Nicolai Notovitch cobró fama por publicar un libro donde aseguraba que Jesús, en sus años ocultos, se dedicó a viajar por la India y Tíbet para recibir la instrucción de los brahmanes y lamas que encontró por el camino, regresando de nuevo a Galilea a tiempo de comenzar su vida pública. Aunque posteriormente se descubrió que las afirmaciones de Notovich resultaron ser una gran estafa, eso no ha sido óbice para que muchos eruditos indios sostengan, incluso a día de hoy, que posiblemente Jesús recibiera una educación hinduista y jainista. A principios del siglo XX, Swami Akhilananda, tal vez uno de los filósofos orientales con más relevancia en Estados Unidos, escribió un libro donde aseguraba que probablemente Jesús fuese un nuevo avatar del dios Vishnu, la segunda persona de la Trinidad hindú. El gran yogui Paramahansa Yogananda muestra su admiración por la figura de Cristo en varias de sus obras, quien además no dudó en creer que lo más probables fuera que, en su juventud, Jesús se hubiera empapado de las enseñanzas del Bhagavad Gita. El último en defender esta postura ha sido el escritor y activista político Ganesh Savarkar, el cual aseguró en su obra Introducción a Cristo que Cristo tenía la piel oscura, se llamaba en realidad Keshao Krishna y hablaba la lengua Tamil con fluidez. Su tumba se encontraría en Cachemira, más concretamente en Srinagar, donde cientos de devotos hindúes acuden cada año a rendirle homenaje. Cabe mencionar que el movimiento Ahmadiyya, alejado del islam tradicional, sostiene que Jesús no murió en la cruz, sino que sobrevivió y se exilió a la India buscando las tribus perdidas de la casa de Israel.