UN FIEL NACIONALSOCIALISTA
Corría el mes de junio de 1924 cuando Heinrich Himmler comenzó a trabajar en Landshut al servicio de Gregor Strasser, uno de los Gauleiter –jefe de distrito– del NSDAP y más importantes gerifaltes del Partido –rival de Adolf Hitler en la dirección del mismo–, convirtiéndose en su secretario y en coordinador del Movimiento Nacionalsocialista de Liberación, filial del recién prohibido Partido Nazi. Entonces ya era visto por otros nacionalsocialistas como un ser desconfiado, algo repulsivo pero muy eficiente en la gestión de la maquinaria propagandística. El mismo Gregor, describiendo cómo era su joven secretario a su hermano Otto Strasser, se refería a él como «una arpía medio hambrienta» (otras versiones apuntan que las palabras exactas fueron «una musaraña medio muerta de hambre»), pero afirmaba también que era «increíblemente astuto (…). Desde que está conmigo, nuestras armas tienen realmente los puntos de mira bien dirigidos (…)». Entonces el Partido estaba ilegalizado y los depósitos de armas eran secretos. Himmler se dedicaba a marchar todo el día de un lugar a otro en su motocicleta, como un fiel servidor del NSDAP, llevando y trayendo informes y órdenes.
Fue durante aquellos días en que aún no era nadie, cuando lo conoció Joseph Goebbels, colaborador de Strasser y más tarde mano derecha de Hitler, con quien recorría las poblaciones en busca de votos para el partido nazi, quien llegaría a decir de Heinrich que era «un buen compañero y muy inteligente». Pero no todos serían tan benévolos en sus descripciones del siniestro personaje.