«VENUS» DE LA PREHISTORIA
La escultura más antigua de una diosa está fechada aproximadamente en el 22.000 a.C., de la que se conserva tan solo una pequeña cabeza (falta el cuerpo), tallada en hueso de mamut y de solo 3,65 cm de altura. Se halló en Brassempouy, en la región francesa de las Landas y, a diferencia de estatuillas posteriores de la Gran Madre, gruesas y de pechos opulentos, gestantes, esta tiene facciones delicadas, un fino cuello enmarcado por cabellos lisos y largos, cejas y nariz muy pronunciadas. Célebre es también la diosa o «Venus» de Willendorf (20.00018.000 a.C.), de 11 centímetros de altura, hallada en Austria. Su cabeza revela un diseño de muescas que forman 7 círculos concéntricos (7 son los días que componen un cuarto del ciclo lunar y siete los planetas… ¿casualidad?), una figura grávida de fertilidad. Por otro lado, en la estatuilla de marfil de Pavlov, hallada cerca de Dolní Vestonice, en la República Checa, los pechos (que simbolizan la lactancia), protuberantes al igual que en las otras «Venus paleolíticas», son el eje central del significado de la figura. Una imagen que, aunque parezca increíble, cuando se encontró en 1937 fue descrita como «pornografía plástica del diluvio» (en alusión a la época glacial o antediluviana).
En Mal’ta, cerca del lago Baikal, en Siberia, se descubrió un impresionante lugar de enterramiento fechado entre 16.00013.000 a.C. Allí se hallaron 14 animales sepultados y al menos 20 figuras de diosas talladas en huesos de mamut, de entre 3,2 y 13,3 centímetros, una de ellas vestida con piel de león.
Con el paso del tiempo, estas «diosas» de la naturaleza extenderían mucho más su presencia. Hoy en día se conocen aproximadamente 30.000 esculturas en miniatura hechas de arcilla, mármol, hueso, cobre y oro, de unos 3.000 yacimientos del Neolítico y el Calcolítico.