DEL NEOLÍTICO A LA EDAD DE BRONCE
Hubo un salto importante entre el Paleolítico y el Neolítico, pero la veneración a la diosa, a la Gran Madre, no menguó, sino todo lo contrario: se expandió de forma sorprendente. Como señala José M. Gómez-Tabanera en la introducción a otro monumental trabajo publicado por Siruela, Dioses y diosas de la Vieja Europa (7.000-3.500 a.C.), de la arqueóloga lituanoestadounidense Marija Gimbutas (1921-1994): «La tradición escultórica y pictórica encontrada en la ‘Vieja Europa’ nos ha sido transmitida desde el Paleolítico. En arte e imaginaría míticos no es posible establecer un límite entre estos dos periodos, el Paleolítico y el Neolítico, de la misma manera que no es posible separar radicalmente plantas silvestres y cultivadas y animales salvajes y domésticos». Y puntualiza que la mayoría del simbolismo de los primeros agricultores fue tomado de cazadores y pescadores posteriores: «Imágenes tales como el pez, la serpiente, el pájaro o las astas no son creaciones del Neolítico, sino que hunden sus raíces en el Paleolítico. Y aun así, el arte y los mitos de los primeros agricultores diferían en inspiración y, por tanto, en forma y contenido del de cazadores y pescadores».
No obstante, asegura, mucho antes de que se fabricara cerámica por primera vez, hacia el 6.500 a.C., ya se fabricaban figurillas de arcilla y piedra, y es que el gran incremento de esculturas durante el Neolítico y su diferencia con respecto a los tipos del Paleolítico no fue consecuencia de innovaciones tecnológicas, sino de «un asentamiento permanente de las comunidades y de su posterior crecimiento». Según Cashford y Baring: «Los artistas del Neolítico continuaron explorando su sentido de la totalidad a través de la figura de la diosa madre, experimentando la tierra, los animales y las plantas como epifanía de su presencia». De lo que no cabe duda es de que nuestros antepasados poseyeron una destreza artística (con capacidad de abstracción), una comprensión de la naturaleza y una cosmovisión simbólico-sagrada mucho más avanzadas de lo que hasta hace apenas décadas se creía. Para Gómez-Tabanera, grandes cantidades de vasijas para ritos, altares, útiles para el sacrificio, objetos con inscripciones, maquetas de templos hechas con arcilla, pinturas en vasijas o paredes de sepulcros de hace milenios, dan cuenta de «una genuina civilización».