OTROS ORÁCULOS DEL MUNDO ANTIGUO
En el mundo clásico fueron célebres el de la ciudad enterrada de Dídimo, Claro; el oráculo de los mil nombres; el oráculo de Olimpia, en Elis, o el de Delos, en el Mar Egeo. De gran importancia fue también el Oráculo de Amón en el oasis de Siwa, en Egipto, consultado por grandes mandatarios y reyes, entre ellos Alejandro Magno. Pero no solo en Grecia y Roma los centros de adivinación gozaron de gran repercusión social. En toda Caldea y Babilonia, donde se rindió culto a numerosas deidades femeninas, algunas un tanto oscuras, como Lilith o Ishtar, también fueron habituales; en aquellos pueblos, al igual que en los de Asiria, los encargados de predecir el futuro eran los bele-beri o «señores de la adivinación», al igual que en Roma se encargaban de esta tarea los augures, quienes ocupaban un puesto oficial en la sociedad.
Tuvieron también importancia en Fenicia, en relación con las deidades Baalzebub –Belcebú– y Baalim. Y así en muchas partes del mundo del pasado. Los antiguos pueblos germánicos basaban la adivinación en la interpretación de la escritura rúnica e incluso el pueblo hebreo dio gran importancia a los augurios a través del oráculo de la Torah conocido como Goral –cuyo plural es Goralot–, que sería mal traducido como «lotería». Existieron diferentes Goral entre los judíos, como el Urim y los Thummin, que eran interpretados por el sumo sacerdote o Gadol Hakohen. También la tradición cabalística (que demonizaría la figura de Lilith) ha dado gran relevancia a la adivinación del futuro, a través del Oráculo del Pectoral de 12 Piedras Preciosas, que al parecer emitía sonidos y destellos de luz cuando daba su respuesta (al menos eso recoge la tradición). En la actualidad, entre el pueblo hebreo es célebre el oráculo cabalístico Goral Ahitofel, que consta de 117 casillas que se corresponden con los 117 nombres de ángeles a los que se invoca para pedir respuestas.