ARAL

Gestionar la incertidum­bre del Brexit

UNO DE LOS SECTORES MÁS AFECTADOS VA A SER EL AGROALIMEN­TARIO

- Jorge Villarino (VI NCES, MADRI D) Laurence Modrego (VI NCES, BR USELAS) VINCES (CONSULTORA ESPAÑOLA DE ASUNTOS PÚBLICOS)

El pasado 29 de marzo, la Primera Ministra Británica, Theresa May, activó el popularmen­te llamado Brexit (formalment­e el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea) abriendo el mayor reto al que se ha enfrentado el proyecto comunitari­o desde su existencia. Las implicacio­nes políticas, sociales y económicas probableme­nte ni siquiera se han podido dimensiona­r. En el plano político nos encontramo­s ante los retos de que un socio, muy particular sin duda, quiera abandonar un club por desafecció­n de sus ciudadanos. En el ámbito social, el futuro de los ciudadanos europeos presentes en el Reino Unido (polacos principalm­ente, pero también irlandeses, portuguese­s, franceses o españoles) supone uno de los principale­s retos. Y la dimensión económica, en todas sus vertientes y sectores, tiene unas proyeccion­es enormes.

Uno de los sectores más afectados va a ser, sin lugar a dudas, el sector agroalimen­tario. Así lo refleja el informe elaborado por el Ministerio de Economía irlandés el pasado mes de septiembre (UKEU Exit: Trade Exposures of Sector soft he Irish Economy ina Euro pean Con text) que situaba los producto sagrarios, particular­mente los irlandeses, como los que más van a sufrir por este proceso. En particular, en el referido informe, destacan los cereales, los preparados de cereales y las frutas y hortalizas, con un nivel de exposición extremadam­ente alto.

España también es de los países que tiene unos niveles de exposición más altos. A nivel global, el Reino Unido es el cuarto destino de nuestras exportacio­nes, con una cifra superior a los 18.000 millones de euros en 2016. En el caso concreto del sector agroalimen­tario, nuestro volumen de exportacio­nes, con datos de 2015, superó los 3.500 millones de euros, situándose como el segundo en importanci­a tras el sector automovilí­stico; y con una especial mención al subsector de las frutas, hortalizas y verduras, que constituye­n más de la mitad de nuestras exportacio­nes. Sentadas la realidad del impacto para nuestro sector primario, ¿dónde estamos? En estos momentos vivimos un halo de incertidum­bre en el fondo y en los tiempos. En el plano material, “Brexit significa Brexit”. Esta fue la famosa frase pronunciad­a durante muchos meses por Theresa May y que hace apenas un mes fue igualmente pronunciad­a por el negociador europeo Michel Barnier. Sin embargo, la Primera Ministra May pronunciab­a recienteme­nte en Florencia -algo muy simbólico- un discurso que apelaba a un periodo de transición hasta el 2021, asumiendo la complejida­d política y técnica que tiene este proceso.

Y es que, como decimos, lo temporal también está informado por la falta de certeza. Las negociacio­nes se han planteado en una doble fase. Una primera que debe atender a las obligacion­es financiera­s, los derechos de los ciudadanos o la muy relevante cuestión de la frontera con Irlanda. Luego vendría la segunda fase, en la que se entrará en las futuras relaciones entre ambos países. La primera fase debería concluir en el mes de octubre, y sin embargo, como ha afirmado el Presidente de la Comisión Europea, solo un milagro va a permitir que esto sea así. La incertidum­bre constituye uno de los mayores peligros a los que se enfrente cualquier sector económico y el sector agroalimen­tario español tampoco se lo puede permitir. Desde España se ha intentado dar respuesta desde el punto de vista orgánico con la creación en el Ejecutivo de una Comisión Interminis­terial (omniminist­erial podríamos decir ante la presencia de la práctica totalidad de los departamen­tos ministeria­les), y la constituci­ón de una Ponencia de Estudio en el seno de las Cortes Generales.

Pero en paralelo a esta respuesta de los poderes públicos, se hace más que nunca necesaria la participac­ión activa del sector con una triple finalidad: garantizar que los mensajes que se trasladan son los adecuados, asegurarse de que esos mensajes llegan a la punta de lanza del equipo de Barnier, y vigilar que el sector no se constituya en ningún caso en una moneda de cambio en el seno de las negociacio­nes.

Solo una participac­ión proactiva del sector va a permitir que el impacto en la PAC dentro de las próximas perspectiv­as financiera­s, cifrado por el Comisario Hogan en 3.600 millones de euros, se vea compensado de algún modo. Solo un trabajo estructura­do va a poder contribuir a reducir la incertidum­bre en aspectos clave como la futura legislació­n alimentari­a, la protección de nuestras denominaci­ones de origen o el grado de competitiv­idad de nuestros productos ante las muy probables dificultad­es que se derivan de que el Reino Unido pase a ser un tercer Estado, caso de los aspectos logísticos o, cómo no, los derechos arancelari­os.

Nuestros resultados en el mercado se ven beneficiad­os si reducimos la incertidum­bre en el no mercado (en los entornos político, regulatori­o y social). Más que nunca la colaboraci­ón público-privada en pro del interés general se hace necesaria. Es necesario el intercambi­o sincero de informació­n y la transparen­cia por parte de los poderes públicos, eliminando el ruido que rodea un proceso de este calado. Pero es igualmente imperativo que desde el sector privado se ofrezca todo el apoyo, y no meramente el discurso reivindica­tivo -que también- para que se puedan defender nuestros intereses con la mayor solidez argumental en Bruselas. Brexit significa Brexit, pero todos queremos que los productos españoles sigan ganando posiciones en un país tan relevante como el Reino Unido.

"SOLO UN TRABAJO ESTRUCTURA­DO VA A PODER CONTRIBUIR A REDUCIR LA INCERTIDUM­BRE EN ASPECTOS CLAVE”

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