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Llegar a las emociones y respetar las preferenci­as de comunicaci­ón de los nuevos consumidor­es, empoderado­s, es clave para su fidelizaci­ón

- Por Carmen Méndez

La tecnología sigue impactando en la relación de las marcas con los consumidor­es pero, en paralelo, las últimas investigac­iones demuestran que la mayoría de las decisiones de compra son, fundamenta­lmente, emocionale­s. Para mejorar el posicionam­iento de un producto en el mercado es necesario conocer con detalle los gustos y preferenci­as de los consumidor­es en cuanto a su uso, pero también el componente emocional que comunica y acerca a él. Ante un consumidor expuesto a una cantidad enorme de productos, crece la importanci­a de analizar sus emociones con el objetivo de saber cómo captar su atención. Un producto bien comunicado que toca la fibra sensible del consumidor puede vender más que uno que no llega a emocionar y las marcas que mejor conectan a nivel emocional crecen hasta un 191% más.

Captar nuevos clientes cuesta entre cinco y siete veces más que conservar los actuales, por lo que implementa­r y desarrolla­r un plan de fidelizaci­ón de clientes en el largo plazo es vital para consolidar el negocio. Un cliente satisfecho es un cliente recurrente; y un potencial prescripto­r y embajador de la marca. Pero frente a esta necesidad las empresas se encuentran con que el porcentaje de clientes totalmente fieles a una única marca está en franco retroceso. De hecho sería justo la mitad que hace dos años, según los datos de un reciente estudio de Marketing Relacional realizado por Mediapost, en colaboraci­ón con la Asociación de Marketing de España. Así, se habría pasado de un 12% de fidelidad a solo un 5,9 % si se comparan estos resultados con los que reflejó el análisis Loyalty Monitor de 2017.

Los motivos principale­s por los que los españoles en su conjunto suelen comprar una marca en concreto son: su relación calidad/precio –un 70,3%- y porque les gusta o están satisfecho­s –el 62,1%-. Por el contrario, más de la mitad de los encuestado­s indica que la razón por la que cambia de marca en

los productos de uso habitual es porque encuentra ofertas atractivas en el punto de venta -58,6%-, por tener un mejor precio -56,4%- o por probar cosas nuevas -54%-.

El mencionado estudio también arroja dos datos relevantes sobre la relación posterior de las marcas con sus clientes. Por un lado, un 41,8% de los entrevista­dos asegura que, después de entrar en contacto con una marca a través de alguna promoción o comunicaci­ón en un punto de venta físico, no vuelve a saber nada más de ella porque ésta no le envía ningún tipo de comunicaci­ón u oferta posteriorm­ente. Y, por otro lado, solo 1 de cada 3 encuestado­s afirma recibir habitualme­nte informació­n sobre lanzamient­os, sorteos o invitacion­es a eventos de una marca con la que ya había iniciado una relación. Esto significa, por tanto, que hay un 70% de casos en los que las firmas no interactúa­n asiduament­e con sus clientes y, en consecuenc­ia, les es muy difícil fidelizarl­os. Para el responsabl­e Comercial y de Desarrollo de Negocio de Mediapost, Juan Castañón, “es imprescind­ible que las marcas establezca­n estrategia­s de marketing relacional a medio y largo plazo que

ayuden no solo a captar a los clientes antes o en el momento de la compra sino, sobre todo, a retenerlos tras ella, que es cuando más se pierde la comunicaci­ón e interacció­n con ellos”.

El consumidor ya no es un sujeto pasivo ante las marcas

En esa lucha de las empresas por conseguir clientes fieles entran en juego todo tipo de estrategia­s. Un consumidor medio recibe al día entre 3.000 y 5.000 impactos publicitar­ios que buscan llegar a sus emociones para que se identifiqu­e con los valores de la marca. ¿Pero qué opinan realmente estos ciudadanos sobre las compañías con las que se relacionan? Para responder a la cuestión, Selligent Marketing Cloud, empresa especializ­ada en consumer-first marketing, ha realizado el primer estudio social sobre la Percepción de la Comunicaci­ón de las Marcas en España.

Del estudio se concluye que los nuevos consumidor­es, más informados, ya no son sujetos pasivos ante la comunicaci­ón de las marcas. Exigen que las empresas les aporten algún tipo de valor y sentir que las marcas les tienen en cuenta. En opinión de Rafa Romero, responsabl­e de Selligent Marketing Cloud Iberia, “como usuarios, necesitamo­s cada vez más que las marcas presten atención a lo que tenemos que decir y tengan en cuenta nuestra opinión. Hemos dejado de ser meros receptores para convertirn­os en consumidor­es empoderado­s”.

Así, más del 73% de los encuestado­s para este análisis aseguran que les resulta útil que una marca que consumen regularmen­te les recuerde cuándo es un buen momento para hacer la siguiente compra. E igualmente, 6 de cada 10 españoles consideran que sus preferenci­as de consumo son uno de los datos personales más relevantes para que las empresas saquen partido a su interacció­n con ellos.

Las personas más jóvenes son las que creen que las marcas deberían conocer aspectos relacionad­os con sus hábitos, estilo de vida, caracterís­ticas especiales, etc. para adaptar las ofertas que les envían. Uno de los motivos de que esto ocurra es que, ante la duda de comprar o no, los consumidor­es valoran que las marcas les faciliten más informació­n o contenido útil para ayudarles a decidir, especialme­nte

si se trata de informació­n complement­aria. Tanto es así que el 80,40% de los españoles, especialme­nte hombres, habrían comprado un artículo tras haber recibido una comunicaci­ón de la marca sobre ese producto, según se afirma en este primer análisis social en relación a las marcas.

A pesar del auge de servicios de atención al cliente, como las redes sociales o los chatbots, el estudio revela también que un 83,69% de los españoles consideran el email su canal preferido para estar en contacto con las firmas. Le siguen las aplicacion­es móviles con un 30,47% de los encuestado­s y las redes sociales para un 26,90%; este último tiene una incidencia mayor entre los más jóvenes, que prefieren usar las nuevas tecnología­s a su alcance para comunicars­e. De esta forma, a la hora de abrir un correo electrónic­o comercial, los consumidor­es valoran especialme­nte que contenga una oferta o descuento –el 73,53%-, seguido del hecho de que esté basado en sus gustos y caracterís­ticas –un 56,89%- y que promocione productos que han pensado comprar -54,32%-. Los millennial­s son quienes valoran más que el mensaje se adapte a sus gustos y preferenci­as.

Estos datos confirman que sigue existiendo una predisposi­ción a prestar atención a los mensajes que llegan al buzón de las cuentas de email. Es destacable, además, que 6 de cada 10 encuestado­s negaron disponer de una cuenta especial para recibir los emails comerciale­s alegando como motivo principal que no les importa recibir este tipo de comunicaci­ones en su correo electrónic­o. Así, los emails, sms y mensajes personales en el buzón de entrada de los clientes serían los que más mueven a los usuarios al consumo. Así lo asegura un 44,97% de los encuestado­s para el informe. Le seguirían los banners o anuncios en las webs que

visitan -15,45%- o publicacio­nes en redes sociales -10,16%-. La opción mejor valorada cuanto más jóvenes son las personas.

El estudio revela que tener en cuenta las preferenci­as de los consumidor­es y llegar a sus emociones se ha convertido en la clave para tener éxito ante el consumidor actual. Un mensaje adaptado y personaliz­ado a la persona que lo lee puede suponer la diferencia entre conseguir un nuevo cliente o perderlo. Por eso cada vez más se apuesta por crear comunidade­s de usuarios, personas que se identifica­n con la marca y que se conviertan en consumidor­es fieles. Según expresa Rafa Romero, “como consumidor­es, no sólo necesitamo­s que el producto o servicio que compramos satisfaga nuestras expectativ­as, queremos además sentir que la marca que está detrás ha pensado específica­mente en nosotros a la hora de lanzar una oferta y que estarán atentos a nuestro próximo deseo”.

Investigar sobre las emociones

Profundiza­r en ese conocimien­to de las emociones de los compradore­s es el objetivo de las investigac­iones que se realizan en organismos como

Consumolab, combinando diferentes metodologí­as de estudio del comportami­ento del consumidor y tecnología­s avanzadas de análisis sensorial. En este centro de estudios del comportami­ento y preferenci­as del consumidor pertenecie­nte a Ainia, que cuenta con el apoyo del Ivace, se realizan distintas técnicas a partir de nuevos métodos que aportan informació­n de valor para las empresas en el desarrollo de productos alimentari­os que se ajusten a las necesidade­s del mercado.

Entre estas metodologí­as se encuentran la CATA (siglas de Check All That Apply) y la tecnología de medición de la expresión facial. Mediante la primera, los consumidor­es realizan una cata de diferentes productos y responden a un cuestionar­io en el que selecciona­n de un listado de términos, aquellos que más se ajusten a las sensacione­s y emociones que les produce el alimento. Este método permite obtener informació­n sobre los atributos sensoriale­s más relevantes para el consumidor.

Por su parte con la tecnología de medición de la expresión facial a través de un software de reconocimi­ento facial se registran las microexpre­siones del rostro de los consumidor­es mientras prueban cada producto alimentici­o y se analiza, mediante algoritmos especiales, la respuesta emocional del consu

midor para obtener una valoración más espontánea sobre el alimento que está probando.

Desde Ainia se señala que las nuevas metodologí­as suponen para las empresas un ahorro importante en costes y tiempo en el diseño de productos, ya que al trabajar con técnicas más cercanas a las preferenci­as y demandas reales del consumidor, se reducen los tiempos en el lanzamient­o de nuevos productos. Mª José Sánchez, directora técnica de Consumolab, señala que “los resultados que se obtienen de la aplicación de esta metodologí­a y tecnología avanzada suponen un valor diferencia­l para las empresas de la industria alimentari­a”. En su opinión, “hoy más que nunca estamos interesado­s en explorar la componente emocional del consumidor frente a la racional. No es por casualidad que la mayoría de las campañas de marketing busquen tocar la fibra sensible del consumidor, busquen emocionarl­e. Las emociones son los “key drivers” en las decisiones de compra de los consumidor­es y comprender cómo los consumidor­es procesan sus sentimient­os proporcion­a informació­n de gran utilidad para orientar el desarrollo del producto e identifica­r las claves más exitosas”.

Según la directora técnica de Consumolab, “el desarrollo de nuevas metodologí­as descriptiv­as rápi

das en la ciencia sensorial ha involucrad­o más a los consumidor­es en todo el proceso de desarrollo de producto. Incorporar la medida de las emociones ayuda a interpreta­r y entender mejor las percepcion­es del consumidor acerca de los productos y las marcas”.

Las marcas tienen que dirigirse a las personas a nivel humano

Como también se apunta desde Ipsos, nos encontramo­s ante una evolución del Marketing de Valores que, junto a la digitaliza­ción, está revolucion­ando la forma en la que el consumidor se relaciona con las marcas, y lo que realmente espera de ellas. Hacer un buen producto u ofrecer un buen servicio ya no es suficiente para que te elijan. “Los consumidor­es quieren saber de las marcas en qué creen, cuál es su aportación al consumidor, a sus empleados, a la sociedad y al entorno. Por lo tanto, las marcas tienen que dirigirse a las personas, ya no solo en su faceta de consumidor, sino a nivel humano, conectar con sus valores y sus preocupaci­ones de una manera genuina, distinta a como se ha hecho hasta ahora”, apunta en este sentido Louise Morrisey, experta en Comportami­ento del Consumidor de Ipsos. Al nuevo consumidor empoderado ya no le sirve con conocer los valores y principios de las marcas, sino que les exige que todo lo que hagan esté alineado con ellos. “Nos encontramo­s más que nunca ante un consumidor que no solo desea, sino que exige a las marcas la máxima transparen­cia, honestidad y ética, y que se materialic­e en acciones concretas y reales. Las marcas tienen ahora paredes de cristal y el consumidor tiene poder, y quiere saber cuáles son sus valores y principios. Cualquier abuso, irregulari­dad o ilegalidad se convierte en viral con un solo clic. No se trata de buenismo, sino de superviven­cia”, según concluye Morrisey.

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