CAMBIO DE GUIÓN
Hace un mes, cuando concluíamos esta página, poco podíamos imaginar que al cierre de la siguiente edición de la revista el horizonte vital para más de 7.800 millones de personas sería tan distinto. Sometidos por algo que no podemos ver, el mundo comparte una encrucijada absolutamente inédita de la que se desconoce tanto la salida como los mejores pasos para minimizar sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales.
En medio de la mayor pandemia de la era moderna, España está empeñando los mayores recursos económicos y humanos de la democracia en la prioridad de doblegar al Covid-19. El virus ha puesto al país frente a una crisis de suma complejidad en la que solo sectores esenciales y críticos están activos. Priorizar la salud y seguridad de los ciudadanos es lo principal, pero el Estado de Alarma ha venido a confirmar para todos algo que algunos ya sabíamos: el carácter estratégico de nuestra cadena de valor alimentaria y del gran consumo.
Este desgraciado contexto ha puesto en valor el enorme esfuerzo realizado por el conjunto del sector con sus más de 2,6 millones de trabajadores empeñados en garantizar el abastecimiento de los productos esenciales. Desde el primer momento, las empresas de forma unánime daban un paso al frente, a contrarreloj, para preservar tanto su actividad como la seguridad de clientes y empleados. La excelente respuesta en un momento excepcional, nunca antes conocido, desde el sector primario a la distribución, pasando por la industria y el transporte, ha devuelto una imagen coral de sector estratégico; algo que se ha aplaudido como vital para sobrellevar tanta incertidumbre. ¡Todo un ejemplo colectivo de fortaleza, eficiencia, responsabilidad y profesionalidad del que ojalá nunca hubiese sido necesario hacer alarde!
En España son difíciles de imaginar aun las cifras de caída del PIB como consecuencia de la pandemia. El Estado de Alarma solo es la punta del iceberg del grave problema que nos mostrará el día después, que requerirá de todos los recursos del Estado; y para lo que el Gobierno ha aprobado ya cerca de un 20% del PIB en distintos paquetes de medidas que se pueden quedar cortas dado el destrozo ocasionado en algunos sectores. El conjunto de los españoles estamos concienciados de que tras la pesadilla sufriremos una importante crisis económica, pero eso no puede restar fuerzas para afrontar el futuro y comenzar a tomar medidas que hagan del mazazo algo temporal.
Sin duda habrá consecuencias a largo plazo o incluso permanentes sobre la población. Se predice ya un nuevo orden social en el que reinará mayor preocupación por las relaciones con los otros, la economía del hogar, el país y el mundo. En esta tesitura, comprender al consumidor en el confinamiento y prever cómo se comportará después, debe estar en la hoja de ruta del Gran Consumo. Así, mientras sigue la batalla por ganar la guerra al “bicho” las compañías deben mirar hacia afuera, analizar el entorno y prepararse. Como siempre, será una oportunidad para quienes mejor sepan adaptarse al cambio y comunicarlo. Nunca antes ha existido un momento igual, con mayor necesidad de apoyo y empatía colectiva; y las empresas responsables están obligadas a ser proactivas en cambiar el guión.
Pendientes aun de escribir el final, entre todos, tenemos que intentar que la sociedad salga reforzada de esta dramática historia que nos está tocando vivir.