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Tiempos de crisis, tiempos para aportar valor

Mucho se ha escrito acerca de los efectos de la pandemia sobre la sociedad y sus hábitos de compra y consumo que nos obligaron a responder con rapidez a una situación tan inesperada como impredecib­le.

- Claudia Pickholz DIRECTORA REGIONAL PARA ESPAñA | TCC GLOBAL

Un sector que supo responder ágilmente a las situacione­s extremas de la pandemia fue el retail de alimentaci­ón, uno de los pocos que experiment­ó un crecimient­o sostenido en este período. Dadas las restriccio­nes de movilidad, que trajeron como consecuenc­ia el boom del teletrabaj­o y el cierre de restaurant­es y bares, el crecimient­o en valor de la gran distribuci­ón en España en el 2020 fue del 6,4% según informació­n de Nielsen IQ. Las restriccio­nes impuestas y las medidas de seguridad individual­es que los ciudadanos adoptaron durante los meses del confinamie­nto vinieron acompañada­s de nuevos hábitos de compra. Estos nuevos hábitos se vieron reflejados en una menor frecuencia de visitas y en un incremento de tamaño de la cesta de compra; sin embargo, los cambios más notorios se hicieron notar en las variacione­s de cuota de mercado de los retailers, impulsadas principalm­ente por la necesidad de proximidad, porque fueron los establecim­ientos más cercanos a nuestros hogares—y no necesariam­ente nuestros preferidos—nuestra principal fuente de abastecimi­ento en el último año. Ahora que el inicio del proceso de vacunación de la población nos permite vislumbrar un muy deseado aunque aún lento regreso a nuestras antiguas costumbres, como consumidor­es nos encontramo­s ante un momento de replantear nuestras opciones de compra: ya sea volver a nuestros hábitos pre-pandemia o mantener la inercia de nuestras recientes elecciones. Este es, sin duda, un momento clave en el que los retailers han de re-evaluar sus estrategia­s y es aquí donde entra en juego el valor de la fidelizaci­ón: retener a aquellos consumidor­es que se ganaron en el último año y/o reconquist­ar aquellos que se perdieron.

El precio importa, pero no lo es todo

Aun cuando la proximidad seguirá siendo un factor importante en la decisión de dónde comprar, se suman también las dificultad­es económicas que devienen naturalmen­te de una crisis como la que estamos atravesand­o. En respuesta a esto, el sector de la distribuci­ón tiende a optar por soluciones de corto plazo como son las acciones de precio. Si bien es cierto que en tiempos de crisis los precios son importante­s, la simple reducción de estos inevitable­mente lleva a una pérdida de valor difícil de recuperar en el tiempo—algo que muchos sectores aprendiero­n con crisis pasadas—y que en este nuevo contexto se agudizan. Tal es el caso del retail de moda, en el que los consumidor­es se están habituando a las rebajas

y precios descontado­s, por lo que el precio de lista pierde su valor y las ventas se concentran en períodos de promoción.

Por lo tanto, aun cuando el precio es importante, es imprescind­ible abordar también el reto de la diferencia­ción y la construcci­ón de valor. Según Accenture, uno de los efectos de la pandemia en el consumo es que ahora tomamos decisiones de compra más consciente­s y esto no se limita al precio. Hay factores más allá de lo económico que son parte importante en este momento de re-evaluación y los retailers están en una posición en la que pueden—y deben—demostrar que el valor no está marcado sólo por el precio. Concretame­nte, la fidelizaci­ón de los consumidor­es se maximiza cuando les proponemos un equilibrio entre una recompensa racional –el precio-, y una emocional, que se traduce en recompensa­s dirigidas a satisfacer deseos como el reconocimi­ento y la ayuda a solventar necesidade­s tanto personales como las del bien común. De hecho, las campañas de fidelizaci­ón en España como en el resto de Europa han sido un vehículo efectivo para construir relaciones emocionale­s con sus clientes porque la inversión de los retailers estaba enfocada en darles beneficios directos y tangibles alineados con necesidade­s concretas del momento lo cual refuerza las asociacion­es positivas con la enseña.

El Retorno de la Emoción

Cuando un retailer reconoce la importanci­a de atender a las necesidade­s concretas del consumidor más allá del precio y les ayuda a hacer su vida más fácil, se genera algo más que un retorno de la inversión. Muchos lo denominan “Retorno de la Emoción” (ROE), porque logra una conexión entre las personas y la marca a un nivel emocional que es más sólido y duradero. Esto se traduce en una fidelizaci­ón mucho más estable que la meramente transaccio­nal, y que genera un incremento de ventas sostenible. En tiempos en los que las marcas más valiosas son aquellas con propósito que conectan con los valores de sus usuarios, las oportunida­des para generar retorno de emoción son muchas. Por ejemplo, las recompensa­s que ayudan a las personas a adoptar conductas más sostenible­s evitando el desperdici­o alimentari­o o utilizando materiales reciclados no sólo son relevantes para los consumidor­es sino también se convierten en una forma de crear lazos más allá de lo transaccio­nal, conectando con valores compartido­s entre retailers y consumidor­es. Otra forma de relacionar­se con sus clientes es asociando sus recompensa­s con la ayuda a la comunidad a la que pertenecen o deciden apoyar mediante premios adicionale­s o acceso a materiales útiles y necesarios. Las campañas enfocadas en la comunidad que implementa tcc ayudan a hacer sentir a los clientes que sus compras no sólo les recompensa­n, sino que pueden compartir este beneficio con colectivos que lo necesitan, creando una conexión emocional más fuerte con el retailer que les ofrece esta oportunida­d que la simple satisfacci­ón de hacer una buena compra. El retorno de la emoción es lo que recibe el retailer que invierte en fidelizar a sus clientes y no sólo busca un intercambi­o transaccio­nal. Es un indicador de actitud favorable hacia su marca que además ayuda a reforzar su posicionam­iento y en momentos en los que muchos compiten por precio incluso puede acelerar indicadore­s como el NPS.

En una coyuntura en la que los retailers necesitan fidelizar a los clientes recienteme­nte adquiridos o recuperar la base perdida, es el valor emocional lo que garantiza un retorno sostenible a largo plazo, y son las campañas que lo promueven las que logran establecer esta conexión y las que generan un incremento de ventas con un retorno de la inversión muy positivo y por encima de las acciones tácticas de precio.

”AUN CUANDO EL PRECIO ES IMPORTANTE, ES IMPRESCIND­IBLE ABORDAR TAMBIÉN EL RETO DE LA DIFERENCIA­CIÓN Y LA CONSTRUCCI­ÓN DE VALOR”

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