CLASE DE combinatoria
La arquitecta Laura González ha seducido a los parisinos con sus imaginativos y arriesgados proyectos. Por eso ha sido distinguida como Diseñadora del Año por la feria Maison&Objet que se celebra este mes.
ElEl lenguaje desnudo y mínimo no va con Laura González a la hora de concebir sus proyectos en tiendas, restaurantes, hoteles o casas. La arquitecta parisina apuesta por el maximalismo y el riesgo: combina sin complejos tejidos, estampados, épocas, estilos y materiales, consiguiendo un estilo muy personal que podría definirse por un clasicismo actualizado pasado por el matiz de la fantasía, y que le ha valido que la feria Maison&Objet –cuya próxima edición tiene lugar del 6 al 10 de septiembre en París– la nombre Diseñadora del Año. “Necesito que los lugares tengan su propia alma”, proclama la arquitecta formada en la Escuela de Arquitectura Paris-Malaquais. A sus 37 años sigue fiel a este principio aplicándolo con brillantez a todos los lugares que ha diseñado desde la creación de su estudio en 2008. Todo empezó cuando, con apenas 26 años, otorgó una nueva vida a la sala de conciertos Bus Palladium, una meca de las noches parisinas, mezclando nada menos que treinta y cinco tipos de papeles pintados, amueblándolo
con objetos de chinés y convirtiendo el latón en tendencia. Desde entonces ha despertado bellezas dormidas como el restaurante Alcázar, el hotel Christine o la brasería La Lorraine, o ha partido de una hoja en blanco para imaginar una nueva historia, como en los restaurantes Manko y Noto, las tiendas Louboutin de Barcelona y Ámsterdam, o las de Cartier en Estocolmo, Zúrich o Londres. Con los años, Laura ha refinado su sello gracias a la complicidad con algunos de los mejores artesanos franceses: marmolistas, ebanistas, vidrieros, especialistas en mosaicos... En su último proyecto parisino, el restaurante La Gare, ubicado
en la reconvertida estación ferroviaria de Passy-la-Muette, en el distrito 16 de París, ha incorporado con la colaboración de Ateliers Zelij numerosas referencias al viaje inspirándose en las costas del Mediterráneo a través de la profusión de azulejos y baldosas de arcilla. Actualmente trabaja en un proyecto que encaja con su sentido latino de la exuberancia, heredado de su madre española: renovar una mansión en el Vexin –región al noroeste de París– para recrear lo que ella llama “una sala de exposición viva”, donde dará la bienvenida a sus clientes. Allí mostrará objetos vintage, que son su pasión, y su nueva colección, “un tipo de mobiliario que se parece a mí, en el que todo se hace a medida”, porque en el ideario de Laura González no figura el repetir algo dos veces. ■
Me gusta multiplicar los detalles para asegurarme de que, dondequiera que se fije la mirada, suceda algo
LAURA GONZÁLEZ