El clasicismo francés se renueva con líneas puras y tonalidades y texturas suaves
En la cocina se ha optado por un diseño muy actual, sin guiños al pasado de la casa, con encimera de Corian y armarios de un elegante tono gris. Una isla acoge la zona de aguas y de cocción.
SituadoSituado en plena zona diseñada por Haussmann en la época de Napoleón III, el edificio es parte de ese estilo que se ha convertido en rasgo característico de París, al menos en lo que respecta a su equilibrada nuez neoclásica. El proyecto de Guillaume Alan dibuja aquí espacios para una vida interior sosegada que participa de la armonía formal de su entorno urbanístico. Alan retoma el clasicismo francés para renovarlo con líneas puras a través de tonalidades y texturas suaves sobre la base de un monocromatismo en gris claro, que el autor llama “color tiza” y que se derrama en la pintura de las paredes, en el lino, la piel, la seda, la lana… Aunque la dimensión del espacio es generosa, los recursos del interiorismo –además de tonos y texturas, la pureza en el diseño de los muebles (obra de Alan también)– ayudan a crear la ilusión de que la amplitud es aún mayor. Refinamiento y juego de contrastes en la selección de materiales: bronce, mármol, latón, hierro, madera de fresno cepillada, tejidos y pieles sedosos... El gusto del autor por la elegancia ascética de la tradición asiática aporta su dosis particular de sosiego a este piso. ■