SANGRE AZUL
En el año 1960, Yves Klein patentó un azul vibrante que sigue reinando en la paleta del diseño contemporáneo.
PensemosPensemos en el diseño de ciertos objetos de moda que tienen la virtud de brillar en el presente (en el momento de descubrirlos, de comprarlos y luego usarlos) y de situarse, desde ese mismo momento, en una serie, en lo que se llama “una serie de colección” (de una marca) y, a la vez, en una serie en la cadena de transmisión de una cultura. Sin duda, los pañuelos Gavroche 45 Rocabar de Hermès diseñados por Henri d’Origny no son reliquias que haya que mirar (y no tocar) en la vitrina de un museo, pero el inmenso archivo iconográfico de sus series temáticas sí nos cuenta una versión de lujo de la historia de las costumbres. La tecnología produce artilugios con tal grado de aceleración, que la consecuencia es a veces un efecto
narcótico. Pero, en ocasiones, una sorpresa nos despierta del sueño obsesivo del consumo rápido. El reloj Dork Too, con algo de encanto vintage, dice la hora en voz alta y reproduce sonidos inesperados, que hacen sonreír. Un reloj que marca minutos de buena vida, como para compensarnos del paso del tiempo. Pensemos en el azul Klein, que entona algunos objetos de esta página. Han pasado unas cuantas décadas desde que el artista Yves Klein descartó los pinceles y pintó con esponjas y rodillos sobre cuerpos desnudos, para que sus movimientos crearan obras efímeras y puras sobre papeles en blanco. En un puro azul intenso que ha terminado por ser nombrado Klein. En realidad, él mismo lo patentó, en 1960, como International Klein Blue. Murió en 1962, a los 34 años. ■ María Deganis