EL HUMOR AL PODER
Emmanuel de Bayser ha diseñado su apartamento parisino equilibrando la solemnidad de un espacio de aroma clásico con el desparpajo de su visión contemporánea del interiorismo y el arte.
Emmanuel de Bayser rebaja la solemnidad de su piso parisino con notas de creatividad.
AEmmanuelAEmmanuel de Bayser le gustan el humor y el color, y también las molduras y las cornisas de la época del barón Haussmann que decoran este piso parisino, cerca del parque Monceau. En vez de los pasillos y las habitaciones pequeñas que se temía, De Bayser se encontró con la fluidez de un espacio que conduce a otro: “Cuando todas las puertas están abiertas parece un loft, pero con las molduras, las chimeneas, los suelos de madera y los techos altos de la era Haussmann”, cuenta De Bayser, coleccionista de arte y copropietario de la firma de moda The Corner Berlin, a quien el edificio le resulta familiar porque hace tiempo vivieron allí sus padres. Pronto pudo comprobar que las elegantes proporciones operaban como un fondo ideal para su colección de arte, muebles y objetos, especialmente rica en piezas estadounidenses de mediados del siglo xx, que empezó a atesorar desde que era estudiante. Sentado en el salón, custodiado por las
“CON TODAS LAS PUERTAS ABIERTAS, EL PISO PARECE UN LOFT, PERO CON LAS MOLDURAS, SUELOS DE MADERA Y ALTOS TECHOS DE LA ÉPOCA DE HAUSSMANN“
EMMANUEL DE BAYSER
esculturas de ovejas de François Xavier Lalanne Lalanne (que figuran entre sus piezas preferidas), preferidas), declara con desparpajo: “Me gusta el humor”. Aunque hace un tiempo su relación con el diseño era de una ortodoxia radical, Emmanuel de Bayser cree ahora que bastan unas velas, un ramo de flores, una cierta música o un cambio de iluminación (según la hora, la época del año, las circunstancias) para crear una atmósfera capaz de suscitar, en sí mismo y en sus visitantes, una sensación de paz. “Se trata de un juego con la sensualidad sensualidad del hogar”, define. Juegos sensoriales abundan, en este piso de factura sólida y ornamentada. Nada pierde, con esos juegos, la majestuosidad de los techos altos ni la luminosidad que resbala por las molduras. Pero, por si acaso, las figuras de ovejas y los colores anulan la posible solemnidad de estos interiores con raigambre. ■