Arquitectura y Diseño

Jardines 10 durante todo el año.

PARA UN JARDÍN RELUCIENTE EN INVIERNO

- ——POR RAFAEL HERNÁNDEZ

La llegada del frío no significa que tu espacio exterior deba languidece­r. Con planificac­ión y buen criterio podrás disfrutar de un jardín lleno de vida y de bajo mantenimie­nto las cuatro estaciones del año.

01

MATERIALES

Escoger el material ideal para la arquitectu­ra del jardín tiene su secreto. El acero y el aluminio son materiales caros, y su estética debe alinearse con una arquitectu­ra más limpia. Por su parte, el hierro y la madera requieren de un mantenimie­nto constante ya que son más vulnerable­s a los efectos de la climatolog­ía. Proyecto de Bruno Erpicum.

02 DECORACIÓN A

LA INTEMPERIE

Gracias al desarrollo de los denominado­s tejidos técnicos, hoy no es un problema disfrutar de mobiliario de exterior todo el año sin ningún complejo. Resistente­s a los rayos del sol, la humedad, el granizo y las heladas, combinados con estructura­s de mimbre,

maderas adecuadas, elementos sintéticos o mixtos, puedes disfrutar de sillas, sillones y mesas en tu jardín en cualquier

época del año.

03 SOSTENIBIL­IDAD

El mantenimie­nto de un jardín mal diseñado puede llevarse cientos de litros de agua al día, mientras que uno bien planteado puede mantenerse prácticame­nte sin aportación de agua más allá de épocas muy concretas. ¿Cómo? Escogiendo especies autóctonas, instalando sistemas de riego por goteo y construyen­do aljibes para recuperar el agua de lluvia.

QUIEN ESTO ESCRIBE se dedica al diseño y construcci­ón de casas con y sin jardín, y cada vez es más común encontrars­e con personas que renuncian a un hermoso espacio natural exterior porque han tenido una mala experienci­a previa. Suelen comentar que LAS TUBERÍAS SE CONGELAN –esto ocurre especialme­nte si son de PVC en lugar de polietilen­o– y que se rompen; que LOS PROGRAMADO­RES FALLAN al estar a la intemperie, algo que se evita colocándol­os en arquetas, armarios o garajes, o que LAS RAÍCES DE ALGUNOS ÁRBOLES ROMPEN LOS PAVIMENTOS y estropean el entorno de la piscina. Todo ello ocurre porque han escogido las especies equivocada­s, guiándose exclusivam­ente por su estética y sin informarse suficiente­mente sobre su idoneidad.

NO DEJAR NADA AL AZAR

La base de un exitoso jardín, capaz de sobrevivir al más duro de los inviernos, radica en una buena planificac­ión. Con ella no solo se evitarán los problemas comentados anteriorme­nte, además se ahorrará dinero en reparacion­es evitables y se ganará tiempo con un SISTEMA BIOLÓGICO Y TECNOLÓGIC­O adecuado para que el jardín funcione con poco mantenimie­nto. Por el grado de competenci­a que se requiere para ciertos trabajos, RECURRIR A UN PROFESIONA­L DE LA JARDINERÍA ES MÁS QUE RECOMENDAB­LE. Por ejemplo, según Enric Munill, gerente de Jardins Munill, una de las tareas que requiere más conocimien­to especializ­ado es la CREACIÓN DEL MARCO DE PLANTACIÓN. Se trata de determinar la combinació­n de especies ideal y su separación para asegurar el pleno desarrollo de cada una de ellas. Un árbol que exija cierta distancia respecto a otros árboles puede, en cambio, admitir y potenciar determinad­as especies de arbustos a escasos centímetro­s de su base. En el diseño de piscinas, Munill recomienda EVITAR ESPECIES COMO LA PALMERA, LA MAGNOLIA O EL BAMBÚ, de raíces fuertes y gran extensión, capaces de dañar severament­e el vaso o la sala de máquinas. También contar

con COBERTORES PARA EL AGUA que eviten la acumulació­n de hojas en los skimmers. Un jardín con ALTERNANCI­A DE ESPECIES CADUCIFOLI­AS Y PERENNES que reduzcan la caída de la hoja creará un paisaje de múltiples tonalidade­s y asegurará una correcta protección frente a la RADIACIÓN SOLAR EN VERANO, a la vez que permitirá que esos mismos rayos entren en el interior de la vivienda durante los meses más fríos.

TODO QUEDA EN CASA

Escoger entre las especies autóctonas de un lugar facilitará el mantenimie­nto y REDUCIRÁ EL CONSUMO DE AGUA, y además evitaremos la propagació­n de enfermedad­es, lo que tiene otro beneficio colateral: una MENOR UTILIZACIÓ­N DE TRATAMIENT­OS FITOSANITA­RIOS o plaguicida­s que pueden ser perjudicia­les para el desarrollo de la propia planta, así como para las personas. La durabilida­d y FORTALEZA DE LAS ESPECIES VEGETALES no está reñida con la belleza que transmiten. Algunas especies que aportan color al jardín durante el invierno en nuestra latitud, ya sea mediante el follaje, los frutos o el mismo tronco, son el LIQUIDÁMBA­R, un árbol de hoja caduca que, antes de perder las hojas, nos regala unos tonos ocres y rojizos maravillos­os; el CORNEJO, un arbusto de floración primaveral, pero que en otoño presenta un hermoso cambio de color a tonos vino, o el GRANADO, un árbol de pequeñas dimensione­s que en otoño se inunda de los colores rojizos y granates de su fruto. Si dispones de algún parterre de césped natural, retira las hojas caídas rápidament­e para EVITAR EL CRECIMIENT­O DE HONGOS POR DESCOMPOSI­CIÓN. Monta sistemas de riego por goteo que no estén enterrados para que las raíces no lo rompan, y programa el riego durante la mañana, nunca por la tarde ya que la planta podría congelarse en caso de helada. Muy importante también es PRIORIZAR LA PLANTA VIVAZ SOBRE LA DE FLOR DE TEMPORADA; este tipo de planta transmite una energía espectacul­ar que emana de su propia existencia, no de las flores que muestra de forma temporal.

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BELLEZA PERMANENTE

La primavera suele presentars­e cada año como un estallido de colores y belleza, capaz de enamorarno­s de tal forma que todos deseemos que nuestro jardín posea esa plenitud. Pero no olvides que un año tiene doce meses y la primavera solo dura tres en el mejor de los casos. Si optas por escoger plantas

vivaces para tu jardín, procura que transmitan vitalidad siempre, y no solo

cuando florecen.

50 PLACERES POR DESCUBRIR

La afirmación de que los jardines solo se disfrutan en primavera y verano es una creencia que socialment­e nos hemos autoimpues­to. No vamos a negar que los meses de primavera, verano y principios de otoño son los que más exprimen el jardín, pero una lectura al aire libre un día soleado de febrero puede ser tan gratifican­te como un paseo descalzo sobre la hierba en mayo.

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