Gasta menos
La racionalidad en el mundo material que nos rodea es el primer y fundamental paso. Un consumo sostenible pasa inevitablemente por reducirlo al máximo, apostar siempre por productos muy duraderos y de fabricación local.
Vuelve a la dieta mediterránea, pero la de verdad: legumbres, frutas, cereales y verduras en la base, acompañados de productos lácteos y algo de pescado y carne, pero poco. Los alimentos de origen animal presentan un impacto ambiental enorme en emisiones de CO2 a lo largo de todo el proceso de producción. Además, el incremento de granjas de vacuno está acrecentando la deforestación tropical por el cultivo intensivo de soja y otros cereales para los piensos. Evitar una degradación irreversible del mundo en que vivimos pasa inevitablemente por reducir al mínimo el consumo de carne. Así de sencillo.