Un poco de historia
En 1993, la Unión Europea lanzó el ecoetiquetado para una gran cantidad de tipos de productos de consumo, entre los que se incluían los alimentos, con el fin de garantizar las buenas prácticas y ayudar al consumidor a diferenciar los productos más ecológicos. Desde ese momento, decir eco o bio de un alimento era algo exclusivo de los sistemas de producción ecológica. Pero en el año 2000 el gobierno español decidió desregularizar
el uso del término “Bio”, contraviniendo el derecho
comunitario, para que cualquier empresa pudiera emplearlo como elemento de marca sin mayor argumento
que el publicitario. Todos podemos recordar nombres de yogures, zumos y otros preparados con el prefijo bio que al cabo de unos años volvieron a cambiar de nombre. Para evitar este sinsentido,
en 2007 la UE elaboró la normativa exclusiva para agricultura y ganadería que
ha dirigido los preceptos aplicables a los alimentos bio o eco hasta este año. Así, en el proceso de mejora legislativa y de avance hacia una sociedad sostenible que está llevando a cabo la UE, en 2021 entra en vigor el nuevo reglamento
que supone un verdadero avance en el camino hacia la sostenibilidad y la veracidad del etiquetado. En principio, se presuponen controles más
estrictos y un criterio más claro a la hora de discernir la buena praxis del greenwashing alimentario. Ojalá sea así y
se vea acompañado de las ayudas necesarias que hagan viable un modelo de cultivo verdaderamente ecológico.