POLÍTICA DE PRECIOS
La extensión de la alimentación bio en marcas de gran consumo con bajo precio genera sospechas, y aunque parezca contradictorio no es algo de lo que alegrarnos si el modelo está basado en ajustar los márgenes a los agricultores y en escalar la producción a nivel industrial. Todo ello se contradice con la esencia de un cultivo que cumpla con los preceptos establecidos en el etiquetado bio. Seamos honestos: es posible obtener la certificación según los márgenes legales, pero inevitablemente lleva al fraude. La democratización de los productos y alimentos ecológicos es algo deseable y muy necesario, pero si se realiza según un patrón de consumo insostenible es inviable. Pensemos en la ropa. El fast fashion de algodón orgánico es un contrasentido; aunque en lugar de 5 euros la camiseta suba a 7 euros para demostrar que es “eco”. ¿Por qué? Porque la productividad de los cultivos ecológicos es notablemente más baja. Al reducir o eliminar el uso de fertilizantes químicos, el crecimiento es menor y por tanto los costes son más elevados y el tiempo de producción es mayor. Así pues, por pura lógica no puede seguir el mismo modelo de precios irrisorios. Lo que nos debe llevar a reducir el consumo. Menos producto, más calidad.