LA
contaminación está asociada, en nuestra memoria visual, a una avenida repleta de coches o a la chimenea humeante de una fábrica. Pero hay una contaminación más sutil que puede ser igual o más perjudicial si cabe: la que se produce en el interior de nuestros hogares. Según un informe de la OMS, cada año se producen cuatro millones de muertes en el mundo a causa de respirar un aire contaminado dentro de casa. Ser conocedores de esta situación y saber cómo revertirla es básico para nuestra salud. La contaminación doméstica puede tener varios orígenes: algunos sistemas de calefacción o la combustión pueden liberar distintos contaminantes que pueden resultar perjudiciales para nuestro organismo. La mayoría de los productos de limpieza y de aseo personal contienen compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden afectar a nuestro sistema respiratorio y provocar efectos nocivos sobre nuestra piel.