LECCIONES DE BOTÁNICA
Alecciona prestar atención a las palabras de un buen jardinero. Hay en la sabiduría paciente que conlleva su trabajo una evocación emocionante de la esencia del universo, una comprensión profunda del ciclo natural de la vida.
El suyo es un vínculo físico y emocional con la tierra, un ejercicio de creación que conjuga los cinco sentidos y, siendo tan trascendente la materia de su trabajo, hay sin embargo una actitud admirable muy común en estos profesionales que es la falta de inquietud por el halago. Esa relación suya tan íntima con el humus, origen etimológico de la palabra humildad, no hay duda de que marca el carácter.
El jardín es un lugar tan vital que posiblemente por ello la jardinería está viviendo un momento de gran esplendor. Ahora que estamos tan atentos en comprender lo que de verdad necesitamos, el disfrute y el cuidado de un espacio verde se ha convertido en una de esas cosas que todos valoramos con claridad.
Este número de junio, que nace en las últimas semanas de primavera, celebra la pasión por el oficio de crear belleza ordenando la vegetación con respeto, escuchando el lugar para entender qué especies crecerán felices, para componer y construir un refugio frondoso y calmante en diálogo con el paisaje y con la arquitectura. Hemos conversado con estudios de paisajistas españoles como Urquijo-kastner, Fernando Martos y Locus Landscape, con arquitectos maestros en trabajar con el paisaje como Batlle y Roig, y visitado el jardín emocionante y simbólico que el jardinero Fernando Caruncho tiene en su estudio a las afueras de Madrid. Lo que dicen y lo que hacen nos conmueve mucho, y con gran placer hemos trabajado estas páginas para reflejar un poco de su erudición y sensibilidad, de la capacidad con la que descifran los códigos naturales para dar claridad y armonía.
Cada jardín que visitamos a lo largo de nuestra vida es un viaje de regreso temporal al Edén, por eso sentir de cerca el estallido de las hojas, de los frutos, de la savia de los árboles nos reconcilia con nuestra esencia y nos enseña que, hoy y siempre, todo puede florecer de nuevo.