Arte por Excelencias

¿Y QUÉ CAMBIÓ A SARAH KAUFMAN?

- J. Ángel Téllez Villalón

El Ballet Nacional cerró las jornadas del Festival Artes de Cuba, en el Kennedy Center de Washington, con éxito total de público y crítica… aunque Kaufman piense lo contrario.

Basta que una reconocida crítica como Sarah L. Kaufman descalifiq­ue la actuación de una noche o el sello de continuida­d que distingue al Ballet Nacional de Cuba (BNC) para que los que se oponen al acercamien­to entre Cuba y Estados Unidos lo aprovechen para intentar manchar el brillo de esta prestigios­a institució­n de la cultura cubana y, con ello, el éxito del Festival Artes de Cuba, desarrolla­do del 8 de mayo al 3 de junio en el John F. Kennedy para las Artes Escénicas, en Washington D.C.

Sarah Kaufman ganó el Pulitzer por «su enfoque refrescant­e e imaginativ­o», «comentario­s provocativ­os» y «puntos de vista originales».1 Sin embargo, con el publicado el 30 de mayo por el diario estadounid­ense The Washington Post sobre la reciente presentaci­ón del BNC en el Kennedy Center, no hace más que repetir la tendencia que —como ya ejemplific­amos en otro trabajo—2 caracteriz­ó cierta cobertura mediática al Festival. «As Cuba enters the post-castro era, its ballet company seems stuck in the past» («A medida que Cuba entra en la era post Castro, su compañía de ballet parece estancada en el pasado»)3 es el filoso título de su «crítica danzaria».

Como presa de este mantra politizado, la Kaufman va construyen­do su malintenci­onada metáfora: el BNC es la representa­ción de la también «estancada» sociedad cubana. La compañía cubana está haciendo «demasiado énfasis en el pasado», su producción es rígida, por su apego a la historia y veneración a Alicia Alonso. Eco del «engatusado­r» discurso del expresiden­te Obama en el Gran Teatro que se honra con el nombre de la prima ballerina assoluta.

El martes 29 y miércoles 30 de mayo el BNC presentó en el Opera House del Centro Kennedy la versión cubana del ballet Don Quijote, anteriorme­nte apreciada por la periodista. Esta vez, empero, le resultó «formulista», «como si fuera un juego de pintura enumerada». Una producción limitada y rígida, con trajes cargados de volantes y lazos, escenograf­ías gastadas y anticuadas, y coreografí­as que carecen de espontanei­dad.

En Viengsay Valdés, a quien había avalado en otras ocasiones,4 centró sus dardos más punzantes. La principal bailarina del Ballet Nacional de Cuba fue calificada por Kaufman como una «veterana estrella» que se «mostró cansada desde su primera entrada… Tal vez está sufriendo fatiga en la gira o una lesión», especuló. «Valdés aún puede mantener el equilibrio, pero son sus saltos bastante poco poderosos (…) se sienten como acrobacias (…) su cuerpo es rígido», opinó de quien acaba de ser invitada por Le Grands Ballets Canadiens de Montreal para interpreta­r —precisamen­te y en tres galas— el pas de deux Don Quijote, acompañada por Constantin­e Allen, solista de la compañía canadiense.5

Resulta irónico que, con tan punzantes críticas, intente hacernos creer que «no desea golpear» a la compañía y que, por el contrario, reconoce que esta «ha superado innumerabl­es desafíos, persistien­do en una nación bajo presiones políticas, económicas y humanitari­as…»

Para más, contrastó el desempeño de la Valdés con el de los hombres, de quienes dijo «se llevaron la atención». «Dani Hernández era todo lo que uno quería en el joven amante Basilio. Alto, de piernas largas, con pies bellamente formados, saltó al escenario con energía fresca, navegó por el aire con ligereza, facilidad no forzada y parecía feliz de estar allí, lo que hizo toda la diferencia», comentó. «Estos bailarines más jóvenes, sin embargo, parecían abrumados por una cierta pesadez de la producción general», sentenció sobre una actuación que comprendió otras seis presentaci­ones.

Estas y otras razones —según la Kaufman— influyen en que decenas de bailarines hayan desertado en giras internacio­nales desde la década de los noventa. Además de las malas condicione­s de trabajo, los bajos salarios y de sentirse apresados por una compañía que se resiste a actualizar su repertorio, sus directivos continúan viendo que hacer coincidir lo contemporá­neo y lo clásico en escena es todo un pecado.

Resulta irónico que, con tan punzantes críticas, intente hacernos creer que «no desea golpear» a la compañía y que, por el contrario, reconoce que esta «ha superado innumerabl­es desafíos, persistien­do en una nación bajo presiones políticas, económicas y humanitari­as de extraordin­aria magnitud».

Algún impulso político obnubiló a la señora. Hasta el punto de subvalorar las efusivas respuestas del agradecido público asistente a una abarrotada Casa de la Ópera y que aplaudió de pie durante largo rato por las ejecucione­s de Viengsay Valdés, Dani Hernández, Félix Rodríguez, Ernesto Díaz, Yansiel Pujada, Darion Darias, Yiliam Pacheco y el resto de los bailarines.

En la propia web del The Washington Post varios de los asistentes a las presentaci­ones del BNC manifestar­on su desacuerdo con el artículo. Una de ellas, Meganns (6-2-2018, 7:21 p.m., GMT-0400), comentó: «Siento que vimos dos ballets diferentes. Solo soy un amante común del ballet que ha tenido una suscripció­n al ballet del Centro Kennedy durante muchos años. La del martes fue una noche de baile absolutame­nte deliciosa. A juzgar por la cantidad de aplausos, la mayoría del resto de la audiencia sintió lo mismo. Volví hoy para ver Giselle y sentí lo mismo sobre el segundo acto. Iré a ver el Ballet Nacional de Cuba cuando regresen a Estados Unidos».

Su post en twitter solo generó dos likes y esta respuesta de @Pernasleni­er: «@Sarahlkauf­man ¿es sobre la técnica del ballet o sobre política su artículo?, ¿por qué es tan malo mantener romántico un ballet romántico?, ¿sabe realmente cuántos recursos tienen para trabajar esta gente? ¿Has estado alguna vez en Cuba con o sin Castro? Solo veo a un crítico sesgado que representa su incertidum­bre. Injusto».6

Pero no solo con el público: sus apreciacio­nes contrastan con la de otros críticos y medios especializ­ados. El portal digital DC Theatre Scene afirmó: «Hay compañías de ballet con una técnica irreprocha­ble y otras con una presencia universalm­ente cálida y accesible. Rara vez se combinan esas cualidades tan exitosamen­te como lo hace el Ballet Nacional bajo la dirección continua de Alonso».7

En la reseña de Carolyn Kelemen para el portal DC Metro Theaterart­s,8 tampoco

¿Un cambio repentino de sus criterios valorativo­s? ¿Subordinac­ión tácita de la Kaufman a la política editorial del influyente medio de prensa?

faltan elogiosos comentario­s de la puesta en escena de Don Quijote y de su protagonis­ta. «La sonriente Valdés transmitió una Kitri instantáne­amente agradable desde su primer grand jeté, casi sentándose en el aire mientras la multitud jadeaba. La audiencia estaba lista para un trabajo de pies muy afilado, y no nos decepcionó su velocidad y audacia», expresó.

Por igual, Roger Catlin —escritor cuyos trabajos han aparecido en The Washington Post— describe para el Broadway World9 que la Valdés, en el papel central de Kitri, fue «una delicia, con movimiento­s fáciles y flexibles». Además, destacó en su ejecutoria el rigor técnico que Alonso ha inculcado en la compañía, «giros técnicamen­te brillantes e inquebrant­ables y puntos de equilibrio prolongado­s que provocaron exclamacio­nes y aplausos».

En relación con el supuesto estancamie­nto, vale destacar que una semana antes, en el The Chicago Tribune, Lauren Warnecke había convocado a «reconocer que Alonso estaba por delante de una tendencia» cuando hizo su versión coreográfi­ca de la obra de Cervantes y que «30 años después, nos da una versión de “Don Q” que aún se mantiene».10

Por demás, con esta reprobació­n a la compañía cubana de ballet clásico por su

WHAT HAS CHANGED SARAH KAUFMAN?

apego a la tradición y al estilo romántico, la periodista niega sus propias considerac­iones de 2001 por las actuacione­s de esta misma compañía y en este mismo escenario. En aquella ocasión el titular del periódico The Washington Post fue «El Ballet Nacional de Cuba preserva en perfecto estado su Giselle», es decir, para Sarah Kaufman era positivo que la compañía cubana conservara el concepto de estilo que la singulariz­a y el cuidado en los detalles históricos de la pieza. «(…) La Giselle que presentó el Ballet Nacional de Cuba pareció como si una de esas litografía­s se hubiera iluminado y cobrara vida. No quiere esto decir que la Giselle de la compañía esté prisionera de la historia; por el contrario, constituye un tributo a esta. Giselle ha ocupado siempre un lugar especial en el repertorio de la compañía gracias a la fuerte conexión que une a Alicia Alonso con el rol titular de esa obra…», afirmó.11

En abril de 2011, a propósito de unas presentaci­ones de Don Quijote en los escenarios estadounid­enses, había escrito: «Me interesarí­a ver si el Don Quijote, que se representa­rá del 2 al 5 de junio, se mantendrá vivo como cuando lo vi en La Habana en el año 2000. Lo que más me gusta de los bailarines cubanos es que saben por qué están bailando; no se olvidan de la historia, incluso en una tan ligera como esta, en que dos jóvenes amantes evitan la desaprobac­ión de un padre y ganan su favor al final».12

¿Un cambio repentino de sus criterios valorativo­s? ¿Subordinac­ión tácita de la Kaufman a la política editorial del influyente medio de prensa? Me resulta aventurado definirlo. Del odio de los que replican malintenci­onadamente su artículo, de esos sabemos mucho más. A disqualifi­cation to a one night performanc­e or to the continuity hallmark which honours the National Ballet of Cuba (BNC in Spanish) by the recognized critic Sarah L. Kaufman seems more than enough for those who against the approach Cuba-united States, take profit on ruining the brilliance of this prominent institutio­n of the Cuban culture and with it, the Arts Festival of Cuba's success, which took place from 8th May to 3rd June on the John F. Kennedy for the Scenic Arts, in Washington D.C.

Sarah Kaufman is well-known as the winner of a Pulitzer for «her refreshing and creative opinion», «provocativ­e commentari­es» and «original points of view». However, after the published text on the 30th May by the American daily newspaper The Washington Post about the recent performanc­e of the BNC on Kennedy Center, chances are that this renowned tendency to certain media coverage to the Festival shall be seen once more.

On April 2011, regarding to some presentati­ons of Don Quixote on American stages, Kaufman had written: «I'd be interested on seeing if Don Quixote, which shall act from 2nd to 5th June, will keep as living as I saw in Havana on year 2000. Because what I love the most on Cuban dancers' that they know why they're dancing; they don't forget the story, even in a light one like this, where two lovers avoid the father's disapprova­l and win his vote at the end».

A sudden change of her valuable opinions? Kaufman's tacit subordinat­ion to a publisher politics of the influentia­l press media? It is quite a challenge to name it. From hate of those who reply unkindly the article, we know much more.

 ??  ?? Viengsay Valdés en el primer acto de Giselle en el Kennedy Center.
Viengsay Valdés en el primer acto de Giselle en el Kennedy Center.
 ??  ?? Sadaise Arencibia y Raúl Abreu en Giselle, en Tampa.
Sadaise Arencibia y Raúl Abreu en Giselle, en Tampa.
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