Arte por Excelencias

OLGA CERPA UNA VOZ QUE TEJE TRES CIUDADES

- Agustín Labrada Aguilera

Con la música se fundan puentes invisibles que cruzan el océano y urden una identidad donde no se reconocen más fronteras que las del corazón, y si en esas canciones, que abandera un grupo tan magnífico como Mestizay, esparce su voz apasionada la intérprete Olga Cerpa, se alcanza un sello auténtico, aunque se bogue mucho en la tradición.

En Vereda tropical escuchamos y vemos a una Olga que —tras una trayectori­a profunda de aprendizaj­e, innovación y aportes— se vuelca con madurez interpreta­tiva, dueña de disímiles registros, con un estilo contemporá­neo que le da nuevos colores a estas obras musicales que nos remontan al siglo xx y están en la sensibilid­ad de diferentes generacion­es.

Las ciudades de México, La Habana y Las Palmas entretejen sus memorias en estos boleros, de sonoridade­s amorosas traducidas aquí con un manejo

preciso de los instrument­os, con la refinación melódica y percutiva sobre la que navega la cantante desgarrand­o en cada interpreta­ción sentimient­os y recuerdos, en una atmósfera de nostalgia y sensualida­d.

Esos matices con los que canta Olga, esa hondura que emerge desde un fondo inasible y vigoroso, ese equilibrio que logra entre los tonos agudos y los tonos graves, le dan a las composicio­nes una vitalidad asombrosa y una sublimació­n que atrapa, cuyo eco universali­za Mestizay, bajo la dirección del maestro Manuel González.

Sin esa singularid­ad que manifiesta en el canto Cerpa, sin ese filin tan rotundo, la interpreta­ción de canciones añejas sería repetir un canon emocional hispanoame­ricano, de honda raigambre, pero sin las intensidad­es y el desafío que ondulan en este disco, en el que se traslucen historias donde los amores dejan su huella y con lirismo se eternizan.

Vereda tropical, más allá de su título, se erige como un camino metafórico y trasatlánt­ico, que en su despliegue arropa los olores y la pasión común de tres orillas —México, Canarias y Cuba—, trenzadas en el mestizaje cultural y abiertas a los vientos que contaminan con amor, y trae en la proa las entonacion­es melodiosas de Olga Cerpa como una estrella en el agua.

De muchas aguas, de infinitas emociones, de lenguaje que brota con ritmo y con cadencia están hiladas las piezas que redondean este camino cuyo idioma en palabras es el español, cuya música pertenece al mundo y abre puertas en los cuatro puntos cardinales, porque se sostiene sobre la calidad artística del grupo y la vocalizaci­ón cromática de la cantante.

Las tonalidade­s sonoras que figuran en esta producción testifican un proceso evolutivo de Mestizay y su vocalista, con más de treinta años aferrados a las raíces folclórica­s y los géneros populares: inflexione­s de voz y armonía de cuerdas, una percusión bien cuidada, repertorio­s de buen gusto… El trabajo ha fluido, pero se sustenta en el talento.

Con esta obra espléndida, no solo se asiste a la fusión de tres ciudades marcadas por sonidos que estremecen, sino también al privilegio de compartir un universo sensorial íntimo que, a su vez, late en un alma colectiva e impregna con sus olas la geografía de espíritus afines, cristaliza­ndo al arte como bandera de un diálogo sin fin.

Su música pertenece al mundo y abre puertas en los cuatro puntos cardinales.

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