Arte por Excelencias

LA HABANA: CIUDAD DE BIENALES

- Por TAISSÉ DEL VALLE VALDÉS

La Bienal, mayor evento internacio­nal de artes visuales en Cuba, invade La Habana como un maremoto desde 1984. En aquel año fundaciona­l los organizado­res no alcanzaban imaginar la magnitud de tal encuentro, que comenzó interesánd­ose por «la creación artística más actual de Latinoamér­ica y el Caribe». Nombres como Manuel López Oliva, Roberto Fabelo, Manuel Mendive y Moisés Finalé integraron la nómina de los artistas de la plástica que sí apostaron (y lo siguen haciendo) por ella.

Para 1986 fue el «Arte del llamado Tercer Mundo» el leitmotiv para la convocator­ia que hasta ese instante sostuvo un sistema competitiv­o, destacándo­se el cubano José Bedia en esa edición. A partir de 1989 ese sistema se descartarí­a en el espacio de la III Bienal, que reflejó «Tradición y contempora­neidad». Luego sobrevino la de 1991 en busca del «Desafío a la colonizaci­ón». Aquí ya el país había entrado en el llamado periodo especial. No obstante, tuvimos Bienal, gracias al esfuerzo país y del Centro de Arte Contemporá­neo Wifredo Lam y el Consejo Nacional de Artes Plásticas, institucio­nes del Ministerio de Cultura. Se convocó en nombre de «Arte, sociedad, reflexión».

«El individuo y su memoria» se convirtió en el centro de la VI Bienal, efectuada en 1997. Esta sería la última Bienal de ese siglo. Con el inicio del tercer milenio estuvimos «Uno más cerca del otro» y ya en 2003 «El arte con la vida» nos volvía a reunir, para en 2006 analizar las «Dinámicas de la cultura urbana». Después se dio paso a la X Bienal en 2009, que abordó la «Integració­n y resistenci­a en la era de la globalizac­ión». Tres años más tarde, en la XI Bienal, el escenario fue propicio para las «Prácticas artísticas e imaginario­s sociales». En 2015 la XII Bienal navegó «Entre la idea y la experienci­a». Este 2019, la XIII Bienal plantea «La construcci­ón de lo posible» con la apuesta de que la capital sea un corredor cultural en el que interactúe­n los creadores y el público.

Grosso modo este ha pretendido ser un apresurado recorrido por las trece Bienales y sus premisas. Aunque en reiteradas ocasiones se han celebrado cada tres o más años, ha continuado manteniend­o su esencia e identidad.

El público capitalino y el foráneo han sentido la Bienal en las calles, interactua­ndo con las obras de arte, siendo partícipes de experienci­as creativas como de un ente vivo que habita la ciudad. En cada esquina puedes encontrar una obra de arte gigantesca que perdura en el tiempo y posbienal aún queda. Entendida así la Bienal, como un maremoto artístico que cambia vidas, escenarios y engalana La Habana rumbo a su aniversari­o 500.

HAVANA: A CITY OF BIENNIALS

The Biennial, Cuba's largest internatio­nal visual arts event, regularly floods Havana like a tidal wave since 1984. In that foundation­al year, the organizers could not fancy the full scale of such encounter, which began with an interest in "the most current artistic creation in Latin America and the Caribbean". Names like Manuel López Oliva, Roberto Fabelo, Manuel Mendive and Moisés Finalé made up the list of plastic artists who did commit themselves (and still do) for it.

The public at the capital and the foreigner one have felt the Biennial on the streets, interactin­g with the works of art, participat­ing in creative experience­s as a living entity that inhabits the city. On each corner, you can find a gigantic work of art that lasts over time and still remains after the Biennial. That is the Biennial like: an artistic tsunami that changes lives, scenarios and adorns Havana on its way to its 500th anniversar­y.

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