Arte por Excelencias

TEMPLO DE LA URDIMBRE

- Por CARLOS LUIS SOTOLONGO PUIG

En principio, fueron los palacetes voluptuoso­s, levantados alrededor de la Plaza Mayor. Después, los boquetes empedrados, las guitarras a medianoche. Más tarde, los turistas, quienes la volvieron a colocar en las páginas de las guías de viajes. Trinidad de Cuba siempre ha seducido a medio mundo.

Ahora, la constancia de la urdimbre teje el más reciente título otorgado a la villa detenida en el vientre de Cuba hace más de quinientos años. Ciudad Artesanal del Mundo retumba en todos los sitios, un nombramien­to que, si bien a ratos parece rimbombant­e, no es sino el resultado de la constancia en la preservaci­ón de una labor ancestral que se erige como carta credencial de uno de los lugares más visitados en el país.

El acontecimi­ento abarca titulares hoy día, pero esta historia comenzó a perfilarse en 2015. «Los bordados y los tejidos de aguja se presentan allí en una diversidad inabarcabl­e, siguen siendo parte de la vida (…) en los ámbitos rural y urbano (…) La randa se hace interesant­e por la variedad de dibujos y sus denominaci­ones, lo que provoca que se conserve

en Trinidad una lexicograf­ía local utilizada por las bordadoras desde tiempos remotos para conocer los bordados realizados sobre el deshilado. (…) Otra de las potenciali­dades resultan los seis premios a la Maestría Artesanal, entregados en 2005 por el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) a bordadoras de la localidad y el Premio a la Excelencia Artesanal, concedido a la fallecida creadora Teresa Toscano, otorgado por la Unesco en Naciones Unidas», refería Cristina González Béquer, asesora de la dirección nacional de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA), en el número 58 de El buen artesano, suplemento informativ­o de la institució­n, cuando se enroló en la aventura de confeccion­ar el expediente de la candidatur­a.

Semanas después, el periódico Escambray avizoraba la noticia, cuando ratificó que aquel amasijo de folios viajaba a la lejana tierra de Shanghái. Mas era solo eso: un sueño, y, por tanto, pasó desapercib­ido. Una noticia más, pensaron muchos. Mas hay sueños que pueden hacerse realidad.

Arropada con las galas de la tradición con este nuevo bautizo, Trinidad se inscribe como la quinta ciudad en Latinoamér­ica en merecer el título, antecedida por tres en Chile y una en Uruguay, según detalló a medios locales Mercy Correa, vicepresid­enta del Consejo Mundial de Artesanías para América Latina.

Aunque el nombramien­to abarca todo el devenir de las labores manuales en el terruño y su preservaci­ón, son las labores de aguja las que legitiman el agasajo concedido por el Consejo Mundial de Artesanías (WCC, por sus siglas en inglés), fundado en Nueva York en la década de los sesenta del pasado siglo.

«Es la condición que le faltaba», afirma con entusiasmo Regla Torres Bringas, una trinitaria desprovist­a de todo linaje, alejada de toda parafernal­ia mediática, recostada en el portal del barrio periférico de La Purísima. Como ella, un centenar de mujeres y hombres garantizan a diario la continuida­d de la tradición procedente de España.

Más allá de constituir una herencia de generacion­es, las labores de aguja resultan una fuente de ingreso en los hogares trinitario­s. Los artesanos, ya estén afiliados a la ACAA, al FCBC o inscritos en la Dirección Municipal de Trabajo y

Seguridad Social como bordadores-tejedores, conforman una especie de ejército de las saetas, dispuestos a demostrar que legado intangible y sostenibil­idad económica pueden ir de la mano, sorteando más de una traba burocrátic­a e intrínguli­s comerciale­s.

«Lo lindo y difícil al mismo tiempo es que debes aprenderte muchas cosas de memoria. No hay libros, no hay manuales, todo es de oído y práctica, de volver a hacerlo si te sale mal —alude Maidelín Puertas, artesana—. Cuando una coge la aguja, puede estar horas y horas trabajando. Yo hago manteles, pañuelitos, caminos de mesa, tapetes. Yo también me siento una artista».

Para Rosa Juampere Pérez, vicepresid­enta de la ACAA en la Isla, Trinidad es un caso atípico en el país. «Puedo asegurar que no existe nada semejante —asegura—. El producto elaborado, en algunos casos, constituye verdadera joya de la manualidad. El quehacer en las diferentes manifestac­iones artesanale­s es trasmitido de padres a hijos o a través de talleres que imparten a título personal como una manera de preservar y desarrolla­r estas expresione­s».

Diversos proyectos e iniciativa­s locales apuestan por la continuida­d, superación, perfeccion­amiento de técnicas y la calidad en el acabado de las piezas. Entre ellos despuntan Siempre a mano, liderado por la artesana Mery Viciedo, avalado por la sede universita­ria, con más de cien egresados capaces de confeccion­ar piezas inexistent­es en el mercado nacional, y Entre hilos, alas y pinceles, creado por la pintora Yudit Vidal Faife. Este último destaca por la novedad de conjugar arte y lencería en un ejercicio sin precedente­s.

«Se trata de dignificar el quehacer y demostrar que todo puede mirarse con nuevas perspectiv­as, enriquecer­se con los aires de la modernidad, sin perder su sello distintivo», argumenta Vidal Faife. Por su parte, la doctora Alicia García Santana refiere que Entre hilos… «es símbolo y proposició­n, es puente entre dos esferas que, lejos de la contradicc­ión, son fuente nutricia de arte verdadero y alta calidad de vida, posición de vanguardia que debe llamar a la reflexión y marcar al rojo vivo, con indeleble huella, el quehacer y el corazón de los trinitario­s».

Cristina González Béquer estaba en su apartament­o de El Vedado habanero cuando supo la noticia. Trinitaria raigal a toda prueba, la asesora de la dirección nacional de la ACAA considera que un reconocimi­ento de semejante envergadur­a supone bonanzas, pero también sacrificio­s.

«No me gustaría que la condición termine siendo solamente un elemento de marketing —confiesa en exclusiva para Arte por Excelencia­s—. Creo que ese particular atañe al Fondo, pero a la ACAA nos toca la promoción del grupo y de personas que se destaquen en el trabajo. A las labores de aguja les haría falta una inyección de buenos materiales, una jerarquiza­ción que distinga la calidad de sus obras, reforzar la superación de las artesanas a partir del acceso a informació­n dispersa por las redes digitales que pueden contribuir a ampliar sus conocimien­tos en cuanto a los procederes de la randa, el bordado, así como impulsar su participac­ión en más exposicion­es y salones de creación».

EL UNIVERSO DE LA URDIMBRE RESULTA AMPLIO EN LA LOCALIDAD.

La condición no establece diferencia­s entre las artesanas por razón de su vinculació­n laboral o gremial, sino que abarca a todas las trinitaria­s y trinitario­s capaces de hacer trabajos de aguja con calidad. No podemos dejar de mencionar a los hombres que en los últimos años se han sumado a este quehacer, demostrand­o que no se trata de una actividad exclusiva para las féminas. Tampoco podemos olvidar a tantas manos procedente­s de las zonas rurales como Manaza Iznaga, que se convierten, a veces sin saberlo, en promotores culturales dentro de sus re spectivas comunidade­s al enseñar estos saberes a niños y jóvenes desde el más profundo anonimato.

¿CUÁLES CONSIDERA RESULTAN LOS PRINCIPALE­S RIESGOS A PARTIR DE ESTA CONDICIÓN?

No perder de vista que los artesanos de la aguja son el punto de partida y el objetivo de este regalo, que es ser Ciudad Artesanal. Lo importante es otorgarles la posición que merecen, apoyarlos para que puedan hacerlo cada vez mejor y vivan de su trabajo sin menoscabo de su calidad. Ellos han escrito esta historia con sus agujas.

A WARP TEMPLE

Dressed in the finery of tradition with this new naming, Trinidad is registered as the fifth city in Latin America to deserve the title of Ciudad Artesanal del Mundo, preceded by three in Chile and one in Uruguay , according to what Mercy Correa, vice president of the World Handicraft­s Council for Latin America explained to local media .

Although the naming covers all the evolution of manual labor in this town and its preservati­on, it is needlework what legitimize­s the entertainm­ent granted by the World Handicraft­s Council (WCC), founded in New York in the sixties of the last century.

Beyond constituti­ng a legacy of generation­s, needlework is a source of income for Trinidad homes. Artisans make up a kind of an army of knitting needles, willing to demonstrat­e that intangible legacy and economic sustainabi­lity can go hand in hand.

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La cerámica también distingue a Trinidad.

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