Arte por Excelencias

LA BAYAMESA

- Mario Cobas Sanz / Obra de la colección Bayamesas, Alexis Pantoja

Con texto de José Fornaris, música de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco del Castillo Moreno, e interpreta­da por primera vez el 27 de marzo de 1851 por el tenor Carlos Pérez Tamayo, acompañado por los tres amigos en memorable serenata, La bayamesa es considerad­a la primera canción romántica cubana. Escrita para una mujer, Luz Vázquez y Moreno, tiene un sentido amoroso en su esencia y una factura musical depurada. La versión original dice: «¿No te acuerdas, gentil bayamesa, / Que tú fuiste mi sol refulgente, / Y risueño en tu lánguida frente / Blando beso imprimí con ardor? // ¿No recuerdas que un tiempo dichoso / Me extasié con tu pura belleza, / Y en tu seno doblé la cabeza / Moribundo de dicha y amor? // Ven, y asoma

a tu reja sonriendo; / Ven, y escucha amorosa mi canto; / Ven, no duermas, acude a mi llanto; / Pon alivio a mi negro dolor. // Recordando las glorias pasadas / Disipemos, mi bien, la tristeza; / Y doblemos los dos la cabeza / Moribundos de dicha y amor». En el año 1866 Céspedes escribió una versión de La bayamesa que es conocida por La Cambula, sobrenombr­e de Candelaria Acosta Fontaine, mujer que en octubre de 1868 entraría en la historia al confeccion­ar la bandera del levantamie­nto en el ingenio Demajagua. Los versos, que ensalzan la belleza de esta dama y el amor que hacia ella sentía su enamorado, se publicaron en el periódico La Regeneraci­ón, de Bayamo, el 12 de octubre de 1866, firmados por Gumersindo, seudónimo detrás del cual estaba Carlos Manuel de Céspedes, en aquellos años en amores con Cambula: «Yo te adoro, preciosa trigueña, / son tus ojos de luz refulgente / y estasiado contemplo en tu frente / retratados la paz y el candor. // Tú no sabes, divina criatura, / lo que pena mi pecho por ti; / sólo anhelo, Cambula, ese sí / que me llena de vida y amor. // A tus plantas rendido me encanta / tu sonrisa, mujer seductora, / como un ángel que plácido adora / de su Dios la infinita bondad. // Así yo, linda virgen cubana, / por tu amor solamente deliro / y tu cuello de cisne yo admiro / y adorándote imploro piedad». Después del estallido insurrecci­onal del 10 de Octubre de 1868, esos versos cobraron auge entre los cubanos separatist­as.

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