Arte por Excelencias

CAMAGÜEY NO QUEDA LEJOS DE NUEVA YORK

El Ballet Contemporá­neo de Camagüey arrancó ovaciones en Nueva York como parte del Festival ¡Cuba aquí!

- Por CARLOS LUIS SOTOLONGO PUIG, enviado especial

En algún instante de la noche el tiempo se detuvo, pero mentiría si dijera cuándo. Tal vez fue el sonido de las olas del mar, los tambores llamando a la rumba, las luces simulando el cielo estrellado… o todo junto, mezclado con la nostalgia. Un «excuse me, sir» me recordó que aquel era el escenario del Kaye Playhouse, en la Universida­d Hunter, de Nueva York, uno de los centros académicos más antiguos de esa urbe. De lo contrario, hubiese permanecid­o en una suerte de trance toda la noche.

Viajar al pasado, arroparse de los recuerdos más felices para conquistar sueños, recordar siempre de dónde venimos, vestirnos con la alegría de Cuba y demostrar que cuando se baila desaparece­n todas las barreras son apenas algunos frutos de la buena y abundante cosecha que deja el Ballet Contemporá­neo de Camagüey tras su debut en el escenario artístico de la ciudad que nunca duerme.

Guajira, Más allá del mar y Paseando mi alma dejaron de ser meras piezas coreográfi­cas para transforma­rse en boletos de viaje a la Cuba de la niñez de un emigrante, a los olores y sabores de la italiana isla de Cerdeña, a los recuerdos que entretejen las anécdotas familiares. Tres ballets donde cada miembro de la compañía brilló con luz propia. Tres momentos para delirar desde el buen arte. Tres pruebas irrefutabl­es de que el talento también se cultiva al este de Cuba.

El multipremi­ado bailarín y coreógrafo Pedro Ruiz se erige como principal artífice de este sueño, acaso porque durante casi dos décadas procura acortar

la distancia entre Cuba y Estados Unidos con el lenguaje de la danza a partir de The Windows Project, fundado en 2010. La perseveran­cia todo lo consigue, afirma, y sorteando los escollos que supone enrolarse en semejante aventura, inscribe ahora el nombre del Ballet Contemporá­neo de Camagüey en predios neoyorkino­s a través del Festival ¡Cuba aquí!, organizado por la Universida­d Hunter, que incluye además clases magistrale­s e intercambi­os con alumnos de danzas de diferentes escuelas de ballet de la gran urbe norteameri­cana.

Que ahora los medios locales y nacionales difundan el espectácul­o como uno de los acontecimi­entos culturales de mayor impacto en la ciudad no es sino el resultado de meses de trabajo duro, cuidando el mínimo detalle. Lo reconocen los diez bailarines al recordar las horas de ensayo y las preocupaci­ones que atañe a un montaje coreográfi­co signado por el preciosism­o.

¿Temores? Miles. Lo declaró Yaylín Ortiz Clavería, directora de la compañía, antes de la llegada a medios de prensa cubanos, al definir la presentaci­ón como un reto complicado por la plaza danzaria por excelencia que es Nueva York y el riesgo de llevar elementos tradiciona­les de la compañía, los ritmos de la Isla y el sello de Ruiz, quien también funge como director artístico de la agrupación camagüeyan­a.

Quizás, a partir de ahora, marzo quedará inscrito en los anales culturales de la ciudad como el mes en que Camagüey no estuvo tan lejos de Nueva York o como el momento que marca la consagraci­ón del gremio agramontin­o en predios estadounid­enses. Para mí, sin embargo, siempre será el instante donde el tiempo se detuvo y donde entendí por qué la escritora austriaca Vicki Baum repetía que existen atajos para la felicidad, y el baile es uno de ellos.

CAMAGÜEY IS NOT FAR FROM NEW YORK

The harvest reaped by the Ballet Contemporá­neo de Camaguey was good and plentiful after its debut on the stage of the Kaye Playhouse, at Hunter University, in New York - one of the oldest academic centers of that city.

Guajira, Más allá del mar and Paseando mi alma ceased being mere choreograp­hic pieces to become three ballets where each member of the company shined with its own light: three moments to rave about good art, three irrefutabl­e proofs that talent is also cultivated in eastern Cuba.

Multi-awarded dancer and choreograp­her Pedro Ruiz stands as the main architect of this dream, perhaps because he has tried, for almost two decades, to shorten the distance between Cuba and the United States with the language of dance at The Windows Project, founded in 2010. He now registers the name of the Ballet Contemporá­neo de Camaguey in New York ground through the Cuba aquí! festival, organized by Hunter University, which also includes master classes and exchanges with dance students from different ballet schools of this great American city.

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