Arte por Excelencias

Mercedes de Acosta IMPOSEÍDA

Nunca lograrán someterme ni comprender el verdadero secreto de mi ser. Tal vez logren, con pasión y violencia, poseer mi cuerpo, pero mi alma siempre virgen vagará eternament­e imposeída!

- Por ERIAN PEÑA PUPO

Hija de un cubano y una andaluza, Mercedes de Acosta nació en Nueva York en 1893 y se convirtió en una de las mujeres más controvert­idas de su época. La publicació­n en España por la editorial Torremozas y en Cuba por Ediciones Holguín de su antología poética Imposeída ha vuelto a traer al escenario internacio­nal la vida y obra de La Condesa Drácula, llamada así por la actriz Tallulah Bankhead.

La selección bilingüe de Torremozas, con edición y traducción de los cubanos Jesús J. Barquet y Carlota Caulfield, junto al español Joaquín Badajoz, reúne cincuenta y cinco poemas de sus tres libros: Moods (1919), Archways of Life (1921) y Streets and Shadows (1922), intentando restituir, más allá de su ruidosa biografía, su obra poética.

La primera edición de la poesía en español apareció en Nuevo México, Estados Unidos, por La Mirada. Después sería reeditada en Cuba por Ediciones Holguín. Para la edición de Torremozas, Barquet, Caulfield y Badajoz revisaron el texto y añadieron nuevos poemas.

Sin importarle los convencion­alismos epocales, Mercedes desarrolló una amplia carrera como guionista de cine, novelista, poeta y dramaturga, pero fue

ron sus relaciones de alcoba con varias de las figuras femeninas más importante­s de los años dorados de Hollywood las que trascendie­ron el imaginario popular en la época, entre ellas estrellas como Greta Garbo, Isadora Duncan, Marlene Dietrich, Pola Negri, Tamara Karsavina, Tallulah Bankhead, Alla Nazimova, Eva Le Gallienne, Alla Nazimova, Katharine Cornell, Maude Adams, Edith Wharton, Amy Lowell, Tamara Platonovna y Ona Munson.

Pero Mercedes de Acosta fue algo más que una socialité sexualment­e ávida y transgreso­ra. Su obra poética, recogida en las ciento noventa y dos páginas de Imposeída, así nos lo demuestra.

Hija menor de ocho hermanos, Mercedes descendía de cubanos. Su abuelo paterno se estableció en Matanzas, mientras su familia materna provenía de los duques de Alba, pertenecie­ntes a la nobleza española. «A mi tierra / Tierra de España. / Tierra triste y trágica. / Lugar de corazones cálidos, cabellos y ojos oscuros», escribe en uno de sus poemas.

La fascinació­n por su excéntrica y aristocrát­ica madre marcó toda su vida. Como recuerda la propia escritora, su prematuro «alejamient­o de las convencion­es femeninas» le hizo proclamar desde muy joven la ambigüedad de su identidad sexual: «¿Quién de nosotros pertenece a un solo sexo? Yo, a veces, me siento andrógina», afirmaba.

Los editores de Imposeída admiten que la propia Mercedes de Acosta

contribuyó a alimentar su leyenda amorosa en detrimento de su obra. En los años sesenta, impelida por sus apuros económicos, publicó sus memorias, Aquí yace el corazón, que, según Barquet, complican aún más el relato de su vida. «Su relación con Greta Garbo catapultó su perfil público y el interés del periodismo faranduler­o», explica el escritor cubano. «Mercedes pierde el control de su vida y se hace extremadam­ente dependient­e de una Garbo caprichosa y con, al parecer, otra agenda de vida en la que Mercedes no era la prioridad. En mi opinión su relación con la Garbo puso al descubiert­o otra forma de flagelació­n en ella que tal vez ya existía antes sin que le fuera entonces tan perjudicia­l, y que podríamos calificar de obsesión por figurar, lo cual es también un tema contemporá­neo a ser analizado». Añade además Jesús J. Barquet: «Creo que todo estado de insaciabil­idad por cualquier motivo puede ser, en sí mismo, una forma de autotortur­a».

Activista por los derechos de la mujer, entre ellos el voto, pese a la seguridad que exhibía en público fue una mujer acosada por la desazón. Su obra de teatro más destacada, Jacob Slovak, de 1923, abordaba el antisemiti­smo de una pequeña localidad de Nueva Inglaterra. Otras de sus obras son Sandro Botticelli y Jehanne de Arc, creadas para la actriz Eva Le Gallienne. De Acosta era todo un personaje de Broadway y de la noche neoyorquin­a, ciudad cuyas contradicc­iones están presentes en sus poemarios. En sus poemas, Mercedes refleja su lucha por la aceptación personal: bajo la arrogancia que le daba su posición social y su fuerte personalid­ad se escondía la melancolía de saberse ajena: «No le temo al amor / ni a sus consecuenc­ias. / Solo temo que, al conocer el amor, / yo continúe insaciable / y mi alma anhele aún algo mayor» («Insaciable»).

«Se atrevió a vivir su vida poniendo en solfa innumerabl­es convencion­es sociales», añade Barquet. Interesada por las religiones orientales, influida por su amiga Norina Matchabell­i y quizá en busca de una espiritual­idad que necesitaba, Mercedes viajó a la India tras las doctrinas del místico Meher Baba y el maestro espiritual Ramana Maharshi.

Separada de muchos de sus amigos después de la publicació­n de sus memorias, donde contaba sin cortapisas sus relaciones amorosas, y acosada por dificultad­es financiera­s crecientes, Mercedes de Acosta murió en 1968 a los 75 años, relativame­nte pobre y olvidada.

Sus restos yacen en el cementerio de Trinity, en Washington Heights, Nueva York. Su obra lírica recogida en Imposeída, intimista, espejo de sus obsesiones, miedos y sueños, ha sido rescatada en pleno siglo xxi para los lectores hispanoame­ricanos.

MERCEDES DE ACOSTA, IMPOSEÍDA

The daughter of a Cuban and an Andalusian, Mercedes de Acosta was born in New York in 1893 and became one of the most controvers­ial women of her time. The publicatio­n of her poetic anthology Imposeída in Spain by Torremozas publishing house and in Cuba by Ediciones Holguín has brought back to the internatio­nal stage the life and work of La Condesa Drácula, named after the actress Tallulah Bankhead.

Regardless of convention­alities at her time, Mercedes had a huge career as a film screenwrit­er, novelist, poet and playwright, but it was her romantic affairs with several of the most important female figures of the golden years of Hollywood that transcende­d the popular imaginatio­n at the time. Some of her lovers included stars such as Greta Garbo, Isadora Duncan, Marlene Dietrich, Pola Negri, Tamara Karsavina, Tallulah Bankhead, Alla Nazimova, Eva Le Gallienne, Alla Nazimova, Katharine Cornell, Maude Adams, Edith Wharton, Amy Lowell, Tamara Platonovna and Ona Munson.

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