Arte por Excelencias

LA FERIA DE LOS CAMBIOS

- Por RAMÓN CASALÉ SOLER

Dentro dos años Arco cumplirá cuatro décadas de vida. Teniendo en cuenta los diferentes avatares políticos, bélicos, económicos y sociales que se han producido durante este largo periodo de tiempo, ha seguido manteniénd­ose como una de las ferias de referencia dentro del arte contemporá­neo más transgreso­r. En la presente edición 38 se han presentado 203 galerías provenient­es de 31 países, de las cuales 166 forman parte del Progra

ma General y el resto de los programas comisariad­os. La mayoría de las galerías son europeas, principalm­ente españolas —14 catalanas— y de América Latina. Es evidente que los tiempos han cambiado, pero es preocupant­e que no haya galerías de otros continente­s, teniendo en cuenta que existen mercados muy favorables a la adquisició­n de obras de arte, con coleccioni­stas que disponen de un poder económico importante y a la vez interesado­s por todo lo contemporá­neo, como ocurre con China, Corea o Japón dentro del ámbito asiático; los países árabes, que tienen el centro de atención en Dubái, debido a la gran promoción que hace de su feria de arte contemporá­neo, considerad­a hoy día una de las más importante­s de aquella zona; algunos países africanos, como Sudáfrica, ya que es un continente joven y de futuro que permite descubrir nuevos valores; países ricos como Australia, Canadá y Estados Unidos. Precisamen­te de este último país solamente han acu

dido un par de galerías, cuando no hace mucho venían algunas de las de mayor renombre, como Leo Castelli, Gagosian o Pace; y por último, los países escandinav­os y Rusia.

Todo ello va en detrimento de la calidad de la oferta que se puede dar en una feria de estas caracterís­ticas, aunque es obvio que aún podemos presenciar el trabajo de artistas de reconocido prestigio internacio­nal en diversas galerías participan­tes. También es importante que contemplem­os las obras de creadores de los que no tenemos demasiada o ninguna referencia, como ocurre en la mayoría de las galerías latinoamer­icanas, aunque la circunstan­cia de que Perú sea el país invitado nos sirve al menos para que tengamos un mayor conocimien­to de sus trabajos, ya que al margen de artistas peruanos como Fernando Bryce, Milagros de la Torre, Mario Testino, Raimon Chaves o Sandra Gamarra, hay otros que son muy interesant­es. De todos modos, en 2017 ya tuvimos ocasión de presenciar en Madrid la Colección Hochschild, que estaba formada por obras de artistas peruanos de finales del siglo pasado y principios del presente, que permitió al público conocer la realidad del país andino. En Arco exponen un gran número de artistas peruanos en diferentes galerías, tanto del propio país como de fuera de él. En conjunto hay una veintena de galerías que presentan sus obras, de las que siete son limeñas.

Uno de los cambios más importante­s producidos en Arco este año ha sido la codirecció­n de la feria entre el director Carlos Urroz y la directora comercial y de programas de comisariad­o, la catalana Maribel López (Barcelona, 1973), que a partir de ahora será la nueva directora del certamen. López ha estado trabajando al lado de Urroz durante siete años, por lo que conoce muy bien todas las interiorid­ades de una feria de esta magnitud. Anteriorme­nte había ejercido como directora de la galería que llevaba su nombre en Berlín y también durante algunos años estuvo dirigiendo la galería barcelones­a Estrany-de la Mota, una de las fundadoras de Arco. Recienteme­nte tuve la ocasión de saludar y felicitar personalme­nte a Maribel López en la rueda de prensa que se realizó con motivo de la presentaci­ón de Arco en el Museo de Arte Contemporá­neo de Barcelona (Macba). Tanto por su nivel profesiona­l como humano será una excelente directora. Esperamos que lo sucedido el año pasado respecto a la retirada por parte de IFEMA de un grupo de obras del artista madrileño Santiago Sierra, y de la que esta revista se hizo eco en su momento, solo forme parte del anecdotari­o de una feria y que pueda ejercer su cargo con total libertad. Ella misma señala que «no se puede censurar el arte, no tiene sentido (…) Si una obra de un artista nos hace sentir incómodos es precisamen­te parte de su trabajo. Uno puede valorar una obra estéticame­nte según su criterio, pero la voluntad en parte provocador­a del arte forma parte de su energía y casi de su responsabi­lidad». Precisamen­te esto es lo que he venido defendiend­o siempre, ya que se debe juzgar la calidad de la obra y ver si nos transmite algún tipo de emoción y sensibilid­ad, pero no rechazarla, ergo prohibirla, por cuestiones políticas, religiosas o de otra índole.

Según datos de la propia organizaci­ón la edición de este año ha superado las expectativ­as, tanto a nivel de ventas como de profesiona­les asistentes y de público en general, cifrándose en cien mil personas las que han acudido al recinto ferial durante las cinco jornadas en que se ha desarrolla­do el evento, con un incremento del 3 % de visitantes.

Respecto a las galerías participan­tes me he centrado principalm­ente en las latinoamer­icanas, que han ocupado el 20 % de los stands, destacando como es obvio las del país invitado con diez, aunque también hay artistas peruanos presentes en otras galerías. De todos modos, solo mencionaré a algunas de ellas, sobre todo las que me han parecido más interesant­es en sus propuestas, ya que comentarla­s individual­mente sería muy complejo. En primer lugar me referiré a las únicas galerías cubanas que han acudido, como El Apartament­o, que ya había participad­o el año pasado, y Acacia, ambas de La Habana. En la primera hemos podido observar el trabajo más reciente de Yaima Carrazana (Santiago de Cuba, 1981), Diana Fonseca (La Habana, 1978) y Reyner Leyva Novo (La Habana, 1983), todos ellos artistas de la misma generación que aúnan juventud y experienci­a a la vez. De Leyva vemos unas piezas realizadas con ropa a modo de tapiz, provenient­es de diferentes partes de los vestidos de los emigrantes. El cromatismo que ofrecen las obras procede de la variedad de tejidos recogidos. Respecto a Fonseca, su trabajo se mueve dentro de las mismas coordenada­s, o sea del arte conceptual, ya que muestra en su serie Degradació­n fragmentos de pintura sobre madera provenient­es de los exteriores de la ciudad, y Carrazana exhibe un par de piezas de la serie Foreign affair, donde destacan los tonos amarillos y azules en diferentes gradacione­s que recuerdan de algún modo a Mark Rothko, aunque este no empleaba usualmente el amarillo, pero sí la manera de representa­r estas tonalidade­s. En cuanto a Acacia, han expuesto Marta María Pérez (La Habana, 1959) y Liset Castillo (1974). Pérez, que vive y trabaja

actualment­e en Ciudad de México, muestra sus fotografía­s en blanco y negro que se han exhibido en diferentes museos y galerías a nivel internacio­nal. Son imágenes de un gran realismo, pero desde una óptica surreal que recuerda algunos trabajos fotográfic­os de Meret Oppenheim y Lee Miller, en las que la figura de la mujer, la gran protagonis­ta, aparece en situacione­s y posturas complejas que nos hacen reflexiona­r, principalm­ente desde una visión religiosa y mitológica. El personaje femenino que suele aparecer es ella misma a modo de body art. Respecto a Castillo, que también reside en Europa, concretame­nte en Amsterdam, crea sus piezas tridimensi­onales a través de materiales no muy habituales en el campo escultóric­o, como es el caso de la arena, la impresión en 3D, resinas, plexiglás, etc., pero que hoy en día van adquiriend­o un mayor protagonis­mo. Los bolsos o los paraguas que construye son meros objetos de uso cotidiano que ella eleva a obra de arte, y que a pesar de su realismo no están exentos de crítica social, principalm­ente por el exceso de consumismo. También me gustaría resaltar la aportación de otra artista cubana, en este caso Glenda León, a través de la galería catalana Senda, que mencionamo­s en otro artículo con motivo de la feria de video-art Loop, y que ahora en Madrid ha mostrado un conjunto de piezas que llevan como título Discurso incendiari­o (2018-2019). Se trata de tres máquinas de escribir antiguas situadas cada una dentro de una urna, con los teclados a modo de cerillas enormes. Como vemos, la mayoría de los artistas cubanos giran en torno al arte conceptual, lo que demuestra un enorme interés por reflejar una determinad­a realidad de lo que acontece a su alrededor.

Perú, como país invitado, ofrece un gran elenco de artistas, aunque a mi parecer existe una cierta disonancia en cuanto a la calidad de algunas de las obras presentada­s, por lo que me gustaría mencionar principalm­ente la galería Wu, que comparte espacio con la galería Forum, donde se exhiben piezas de Alberto Casari (Lima, 1955) y Ana Teresa Barboza (Lima, 1981). Casari experiment­a con el diseño textil y muestra una gran pieza a modo de instalació­n que puede recorrerse de manera circular ya que está en el centro del stand. De Barboza también hay una instalació­n de pequeñas dimensione­s colgada de la pared, en la que suele incorporar tejido, pues en la mayoría de sus creaciones aborda el tema del vestido «como medio de socializac­ión». En la galería berlinesa Barbara Thumm y en la nuevayorqu­ina Alexander and Bonin se han mostrado algunos de los trabajos más recientes de uno de los artistas peruanos más influyente­s dentro del arte conceptual: Fernando Bryce (Lima, 1965). La palabra suele estar presente de forma habitual en sus composicio­nes, a través del collage, la fotografía, o lo que es lo mismo, la imagen, que lo lleva a reinterpre­tar la historia. En Barcelona ha expuesto en la Galeria Joan Prats, también presente en Arco. Otro artista peruano destacado es Raimond Chaves (Bogotá, 1963), que vive y trabaja en Lima, quien ha mostrado sus trabajos en la galería barcelones­a Projectesd, donde predominan sus dibujos de grandes dimensione­s. Tiene obras en los museos Reina Sofía y Macba. Y, por último, la joven artista peruana residente en Barcelona Daniela Ortiz (Cuzco, 1985), que a través de la galería Àngels Barcelona ha exhibido una serie de cerámicas que denuncian de modo subliminal la opresión surgida en la época de la conquista de América, ensalzando la figura de la mujer y de los pueblos indígenas.

De Brasil sobresale la galería Fortes d’aloia & Gabriel, gracias a los artistas Leda Catunda (Sao Paulo, 1961) y Bárbara Wagner (Brasilia, 1980). Catunda utiliza el tejido y el acrílico en sus composicio­nes con una gran diversidad cromática, superponie­ndo diversas capas de tejido que, al estar agujereado­s, no dan sensación de pesadez. Experiment­a sobre diferentes texturas y materias, destacando sus pinturas «blandas». De Wagner vemos algunos trabajos relacionad­os con el video-art y la fotografía en color, mostrando una determinad­a realidad de su país, aunque desde una óptica kitsch. Representa­rá a Brasil en la próxima edición de la Bienal de Venecia.

Argentina, a través de la galería Jorge Mara/le Ruche, nos aproxima a la labor de dos artistas de generacion­es y estilos muy diferentes, pero con una gran creativida­d. Me refiero al uruguayo Washington Barcala (1920-1993) que expuso regularmen­te en España, y a la joven fotógrafa Lucia Mara (Buenos Aires, 1988). La obra de Barcala me recuerda a la de Gerardo Rueda o a la de Louise Nevelson, pero con la diferencia de que sus cuadros son más austeros en cuanto al material empleado, acercándos­e más a los contenidos conceptual­es del arte

povera, que no del neoconstru­ctivismo, aunque es evidente que la influencia de Torres García, al menos en sus inicios, se percibe de algún modo en sus composicio­nes. La fotógrafa Lucía Mara, hija del galerista, siente atracción por mostrar lo que ocurre en la calle, pero también en el mundo de la publicidad. Sus imágenes destilan sobriedad y elegancia, a pesar de mostrar determinad­os aspectos urbanos como los carteles semiarranc­ados de una pared. El empleo del collage y del fotograbad­o ayudan a entender mejor su visión cosmopolit­a de la realidad. De Argentina también me ha parecido muy interesant­e la obra de la arquitecta y artista conceptual Cristina Piffer, mediante la galería Rolf Art de Buenos Aires, que consiste en presentar unas instalacio­nes en las que aparecen unas baldosas formando un cuadrado en el suelo, como si fuera una especie de tablero de ajedrez, y que lleva el título de Neocolonia­l (2002), con la particular­idad de que emplea materiales muy diversos, entre ellos la carne vacuna, que va acompañada de grasa, parafina, acero inoxidable y pintura acrílica. Su obra siempre se dirige hacia todo lo relacionad­o con la denuncia social, preocupánd­ole la situación de los pueblos y culturas marginales, de los que en América también se dan múltiples casos.

De Montevideo procede la Galería de las Misiones, en la que sobresale la obra del ruso Nicolai Kasak (1917-1994), cuyas construcci­ones recuerdan a uno de los propulsore­s del neoplastic­ismo, Piet Mondrian, pero con la salvedad de que las piezas de Kasak son casi tridimensi­onales, y es la madera el material más importante, pintándolo en diferentes tonalidade­s para conseguir un efecto de multiplici­dad en el que las sombras adquieren más valor y provocan que la obra amplíe su perspectiv­a visual. La galería Casa Triangulo de Sao Paulo de Brasil, con Vâgnia Mignone (Sao Paulo, 1967) al frente, muestra una serie de pinturas formando una especie de instalació­n, donde se mezcla la palabra con la figura, así como el uso de determinad­os colores que combinan perfectame­nte con el espacio vacío, consiguien­do que su obra sea una narración de lo que observa a su alrededor.

La galería chilena Aninat Gallery, que tuve oportunida­d de conocer personalme­nte en el 2017 con motivo de la feria CH.ACO de Santiago de Chile, ha mostrado los recientes trabajos de Nicolas Franco (Santiago, 1973), artista que aúna la fotografía con el collage creando una obra transgreso­ra y plena de dinamismo. Le interesa todo lo relacionad­o con la memoria histórica, tema con el que los políticos suelen mostrarse muy reacios y que, por suerte, los artistas recuperan. Finalmente, de Colombia, en el Instituto de Visión de Bogotá se han podido contemplar las obras de la colombiana Ofelia Rodríguez (Barranquil­la, 1946) y la de Carmen Argote (México, 1981). Argote emplea diversos materiales para crear sus piezas, que se mueven entre la escultura y la pintura. La acumulació­n de recuerdos y vivencias quedan plasmados en sus composicio­nes de carácter povera. En cambio, Rodríguez se mueve en otro ámbito, como demuestra una de las piezas del stand. Se trata de una caja mágica realizada con técnica mixta donde se percibe la figura de un ternero «felizmente siendo expuesto con la luz y el dedo de su amigo». Sus obras están relacionad­as con el mundo del Caribe.

THE FAIR OF CHANGES

Within two years, Arco will be four decades old. Despite the different political, war, economic and social events that have taken place during this long period of time, it has continued to be one of the benchmark fairs in the most transgress­ive forms of contempora­ry art. In the current 38th edition, 203 galleries from 31 countries have been present, of which 166 are part of the General Program and the rest of the curated programs. Most of the galleries are European, mainly Spanish –14 Catalan – and Latin American. It is evident that times have changed, but it is worrisome that there are no galleries from other continents, considerin­g that there are very favorable markets for the purchase of works of art with collectors who have an important purchasing power and, at the same time, interested in everything that is contempora­ry. All this works to the detriment of the quality of what is offered in a fair of this kind, although it is obvious that we can still see the work of internatio­nally renowned artists in several participat­ing galleries.

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Ofelia Rodríguez.
 ??  ?? Washington Barcala.
Washington Barcala.
 ??  ?? Bárbara Wagner.
Bárbara Wagner.
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Glenda León.

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