UNA VENTANA ABIERTA
La ventana abierta, los cuadros de Alberti y de la virgen sobre la cama del poeta. Los jazmines trepando hacia su balcón, aún sin la blancura que les dará la primavera. Una tarde demasiado calurosa para ser principios de mayo… Bajo el viejo nogal —reverdecido, como toda la huerta lorquiana que nos rodea—, bardos de todos los puntos cardinales inauguran el XVI Festival Internacional de Poesía Ciudad de Granada.
Fue una tarde mágica, con lecturas de versos en árabe, francés, inglés y español, ante cientos de granadinos concentrados en la que fue casa de verano de la familia García Lorca. Los invitados, de primer nivel: el norteamericano Robert Hass (Premio Pulitzer de Poesía), el poeta y activista marroquí Abdellatif Laabi (premio Goncourt) y el chileno Raúl Zurita (Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda y uno de los poetas latinoamericanos más importantes de la actualidad).
En esta tarde primaveral, en la Huerta de San Vicente, Hass apela a la memoria, a los primeros recuerdos, a su padre muerto, que no le enseñó cómo morir… Laabi, exiliado en Francia, habla de resistencia, mientras Zurita recuerda, de entrada, a Víctor Jara, para seguir con su poesía antidictaduras, vividas en primera persona, porque ¿qué poeta latinoamericano menor de 70 años no tiene, por obligación, que elevar su canto contra las dictaduras que han asolado a nuestro continente?
«Lo mismo de siempre —dicen unas añejas señoras sentadas a mi lado—: poesía política. Los malos son siempre los mismos. Nadie habla de las dictaduras de izquierda». Me muerdo la lengua… pero cuando, una hora después, la actriz catalana Blanca Marsillach recita «Prendimiento de Antoñito el Camborio camino de Sevilla» y las señoras contraatacan con «otra vez la Guardia Civil es la mala y los gitanos los buenos…», no puedo dejar de recordarles que personas como ellas asesinaron a Lorca, provocaron una Guerra Civil e, incluso, apoyaron una dictadura de derecha durante cuarenta años.
Esto, ahora mismo, es «políticamente incorrecto» en España. Vivimos en una democracia que prefiere olvidar los males del pasado, algo fácil para los millennials o para aquellos que no tienen a sus antepasados, de derecha o izquierda, enterrados en una cuneta. Así que yo, neutral ante tanto politiqueo, puedo recordarles que tampoco el cuerpo de Federico nos ha sido devuelto.
Pero estamos aquí para celebrar ese lenguaje universal que es la poesía, y casi todos hemos venido a escuchar, sin cortapisas, este homenaje al poeta andaluz más universal.
Marsillach continúa, ajena a mi polémica vecinal, con su recital lorquiano: «Baladilla de los tres ríos», «Romance de la pena negra», «Si mis manos pudieran deshojar» (poema casi centenario, pues está firmado en Granada, en noviembre de 1919), el monólogo de «Rosita la soltera» y, para salir de esta vorágine de tristeza, el «Romance sonámbulo», también del Romancero gitano: «Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas. / El barco sobre la mar / y el caballo en la montaña».
Y ya al final de la tarde, cuando el calor fue remplazado por una brisa que helaba los poros y la luz se escapaba por el valle granadino, llegó la madrileña Pasión Vega: pelo blanco, traje blanco, acompañada por una guitarra y un clarinete, para interpretar «la música de García Lorca, la música de las viejas historias contadas con un vocabulario moderno».
Desde el Pequeño vals vienés, popularizado por Leonard Cohen y Ana Belén, al Federico Herido de amor, musicalizado por Joan Manuel Serrat, o al Lorca de aquella vieja canción infantil La tarara, tan bien flamenqueada por Camarón… Pasión Vega brilló en cada tono, en cada gesto, sin dejar de mirar a ese balcón abierto donde en cualquier momento podría asomar el tímido poeta.
Cuando la gente se retira, el nogal es de muchos colores, la ventana sigue abierta, el resto de la casa no. Una ventana abierta puede bastar para recordarnos la presencia eterna de Federico o la persistencia de unos organizadores para dotar a Granada de un festival de poesía a la altura de su hijo más famoso.
Hasta el 10 de mayo, en Granada capital y en los municipios lorquianos sucedieron lecturas, charlas y otras actividades con más de medio centenar de escritores de diez países, entre los que brilló el autor de «Patria»: el español Fernando Aramburu, o el cubano Alexis Díaz Pimienta. También se rindió homenaje a Antonio Machado en los ochenta años de su exilio y muerte, y a la Premio Nacional de las Letras 2018, la poetisa Francisca Aguirre, quien falleció el pasado 13 de abril.