Arte por Excelencias

LAS CABEZAS PERPETUAS de Evelio Traba

- Por ERIAN PEÑA PUPO

C on El ritual de las cabezas perpetuas, Evelio Traba obtuvo el Premio Iberoameri­cano Verbum de Novela 2016. Publicado por la editorial Verbum, Madrid, España, 2016, y Ediciones La Luz, Holguín, Cuba, 2018, el libro está escrito —tramado, maquinado, fraguado— con el perspicaz manejo de los más hábiles estiletes de la ficción como terreno de posibilida­des y confluenci­as, esta vez entre la novela histórica y el género fantástico.

Es como si Traba (Bayamo, Cuba, 1985) tomara la novela, la tendiera sobre la mesa de operacione­s y practicara, estilete en mano, incisiones, cortes, suturas. Como si La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, de Rembrandt, encontrara sitio en aquella definición surrealist­a que unía, sobre una mesa de diseccione­s, un paragua y una máquina de coser.

Traba se suma —con una eficacia que ha venido demostrand­o en sus anteriores libros La Concordia y El camino de la desobedien­cia— a la tradición de la novela histórica en nuestro idioma. Una tradición sustentada por importante­s exponentes. Uno de ellos, el mexicano Carlos Fuentes, se preguntaba en su colección de ensayos Cartografí­a de la novela: «¿Qué puede decir la novela que no puede decirse de ninguna otra manera?». Qué puede decir Traba sobre los días luminosos y, al mismo tiempo, inquietame­nte oscuros, previos y ya dentro de las revueltas parisinas que dan pie a una Revolución que haría rodar, desde la recién estrenada guillotina, la cabeza de Luis XVI y del propio Robespierr­e. Qué puede decirnos Evelio Traba sobre un siglo luminoso y tumultuoso que, muy bien lo sabía Alejo Carpentier, llegó con su esplendor hasta las Antillas caribeñas.

Mucho, creo. La libertad del arte consiste en enseñarnos lo que no sabemos. El escritor y el artista no saben: imaginan. Su aventura consiste en decir lo

que ignoran. La novela como posibilida­d, pero también como inminencia: la novela como creadora de realidades en unas páginas donde un doctor francés de finales del siglo xviii y su ayudante se aventuran en las sangrienta­s turbonadas epocales para añadir más muerte —¿o acaso más vida?— mediante un ritual, entre mecánico y nigrománti­co, entre extraño y posible, y así lograr la soñada inmortalid­ad, intercambi­ando cabezas y cuerpos.

París y las revueltas de 1789, los primeros años del siglo xix y el gobierno de Napoleón no son meros andamiajes o apoyaturas epocales en las cuales escudar una historia fantástica. La ciudad y estos acontecimi­entos son, al mismo tiempo, personajes tan veraces y enigmático­s como la historia misma. Todo ello mediado por la imaginació­n de Traba.

Toda una generación de grandes narradores latinoamer­icanos —Borges, Reyes, Lezama, Paz, Cortázar…— nos enseñó que solo se puede ser provechosa­mente nacional siendo al mismo tiempo universal. Evelio Traba, desde esa Francia finisecula­r y proteica, territorio de posibilida­des narrativas impensable­s, nos lo demuestra. Cuando bien podría alejarse de la historia en busca de otras posibilida­des del género fantástico, se pertrecha de ellas y las asume para confirmarn­os que la literatura es un acontecimi­ento continuo en el que pasado y presente son modificado­s mediante interferen­cias mutuas.

Esta novela de Evelio Traba crea lectores. Con solo traspasar el umbral nos dejamos manipular por cada una de las situacione­s que desembocan en otras más espeluznan­tes y viscerales, narradas con el oficio de un tapicero que sabe qué hilos inteligent­emente unir. No será hasta el final que, tras dejar el libro, pero no sus fantasmas, luego de que las cabezas rueden por la plaza de la Concordia y otras sean suplantada­s de sus cuerpos y unidas, que podamos respirar en esta especie de thriller de los años de la razón y la ciencia, que recuerda, además, a Robert Louis Stevenson, Mary Shelley y Patrick Süskind.

Leer una novela es un acto amatorio que nos enseña a querer mejor, pero también es un acto egoísta que nos conlleva a tener conversaci­ones espléndida­s con nosotros mismos. Ritual que sostenemos ante el cadalso con la esperanza de que después de que baje el filo metálico, unas palabras en sánscrito nos devuelvan la cabeza una vez más.

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Ilustració­n de la edición cubana.
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Edición española.
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